Jue 03.01.2002

PSICOLOGíA  › HACIA LA CONSTRUCCION DE UNA TEORIA DE LAS DIVERSAS SEXUALIDADES

Acerca de los transexuales y del vivir-ser

“Un orden sexual en Occidente se disloca en el desgarro de un vivir sin ser de unos pocos. No importa el número, lo que cuenta es la potencia enunciativa de su interpelación”, sostiene la autora al referirse a las/los transexuales, en su testimonio de un tiempo histórico dislocado.

Por Ana María Fernández *

¿Qué es la sexualidad? Pareciera que ya comienza a quedar estrecha la expresión “la sexualidad”. Tal vez deberíamos comenzar a decir las sexualidades. Y no estaríamos frente a un mero pasaje de singular a plural. Nominar, como señaló Pierre Bourdieu, es un acto político. ¿Qué políticas del nombre (naming) están en juego? Nada menos que el paso de la idea de una sexualidad única, normal, sana, legal, legítima, a la idea de diversidad de posicionamientos subjetivos en relación con el erotismo. Del disciplinamiento de dos sexos, del problema de la diferencia sexual, a grafos de múltiples errancias deseantes. Ya no basta el respeto políticamente correcto por la diferencia, que no es poco pero que mantiene a un diferente, si bien con derechos, siempre extranjero. Alteridad que lo deja a merced de una sociedad a la que arranca derechos a cuentagotas, mientras ella sofistica dispositivos de discriminación menos visibles pero no menos eficaces.
Las políticas del naming van por más. Ya no basta el derecho. Es una lógica lo que estalla; se resquebraja un modo de ordenar las diversidades, ponerlas en fila, clasificar en códigos binarios que, a la vez que operan reductivamente sobre la complejidad de lo real, instituyen jerarquías y desigualdades entre lo Uno y la diferencia. Establecido lo Uno, no hay derechos conquistados que consoliden igualdades políticas, de etnias, clases, géneros o sexualidades.
El paso de la sexualidad a las sexualidades es el de la diferencia a las diversidades. Inaugura otras condiciones de posibilidad y otros principios de orden en la producción de pensamiento que la lógica conjuntista-identitaria sofocaba. Lo Uno, esa manía del espíritu –al decir de Lucrecio– en sus eficacias simbólicas, soterró lo múltiple, que sin embargo insiste.
¿Qué es un/una transexual? ¿Qué condiciones históricas hacen posible que se produzca una demanda social tan particular como el pedido de un cambio quirúrgico de sexo? ¿Qué transformaciones en los imaginarios colectivos lo han posibilitado? ¿En qué universos de significaciones imaginarias se produce el sentido, la comprensión, la explicación, la justificación, la aceptación o el rechazo de tal intervención?
¿Qué desea un/una transexual? ¿Será el/ella un nuevo “continente negro”? Las prácticas sociales han ido más rápido que las teorías y las tecnologías, que balbucean en medio de ignorancias y perplejidades de todo tipo. Ignorancias y perplejidades respetables a condición de que no se reniegue de ellas. Una tal renegación instalaría un supuesto conocimiento que, al haberse instituido en una desmentida fundacional de su no saber, sólo podría tener un destino de forzadas aplicaciones de conceptos pensados para otras entidades clínicas. Destino no deseable que inauguraría dispositivos de transformación de los nuevos continentes en continentes negros. Negritud por oscura, por insondable. Pero también negritud colonizada, esclava, desoída.
Ignorancias y perplejidades que de poder ser sostenidas en tanto tales podrán mantener abierta la diversidad de interrogaciones para poder pensar un nuevo campo de problemas. Atrayente desafío teórico-clínico, pero también ético-político.
Sólo sabemos de un requerimiento, ¿pero qué demanda lo sostiene? ¿Por qué dar por sentado que hay allí un trastorno? Se dice “trastorno de la identidad de género”. ¿Cómo pensamos las palabras identidad y género para afirmar que están trastornados? ¿Qué se trastornó? ¿Quién trastorna? ¿Quién es trastornado? Algo se ha dislocado, “the time is out of joint”, dice Hamlet en su perplejidad frente al espectro. Tiempos de la sexualidad que se desarticulan, se desencajan, se dislocan. Des-disciplinamientos de un orden sexual, que dislocan, trastornan la norma, la vuelven loca. Trastorno de la norma identitaria de los sexos/géneros. Deseos desalojados, renegados, forcluidos para hacer posible circulaciones restringidas por senderos preestablecidos, retornan hoy desquiciando, dislocando, trastornando, haciendo visible lo que nunca estuvo ausente: un polimorfismo deseante cuya novedad no es su presencia, sino su exigencia, su insistencia de ser. De ser-ahí, de ser-ahora y de ahora-en-más-siempreotro-cuerpo. Presente, material, sin retorno.
Transexuales. Espectros, restos, deshechos, desaparecidos de una lógica binaria que en su retorno exigen la materialidad de cuerpos que no quieren seguir disyuntos. Cuerpos que insisten en transformarse dislocando, trastornando un binarismo identitario que para ser forcluyó, renegó, reprimió las diversidades de inscripciones deseantes.
Ferocidad de materialidades corporales que en su exigencia de ser-ahí, ser-ahora-para-siempre-otro cuerpo rechazan por insuficiente el sofisticado –pero seguro– mundo de las fantasías eróticas inconfesables, resguardadas en la intimidad de su secreto subjetivo o el consuelo transvestido de maquillajes y disfraces reversibles una y otra vez. Sexos/Géneros ¿out of joint?
Ferocidad de materialidades de cuerpos que en su requerimiento, en su urgencia implican, complican, vuelven cómplices a las academias científicas. Dislocadas las academias, perfeccionan sus cirugías al mismo tiempo que sus nomenclaturas. Nominan trastorno a este requerimiento quirúrgico aceptado pero en el fondo incomprendido, incomprensible.
¿Qué desea un/una transexual? Pero aún antes ¿qué dice? “Mi mayor deseo es ser mujer”. ¿Qué dice cuando dice su desgarro?: “Ni gay, ni travesti, ni heterosexual, vivo sin ser”. ¿Qué no dice cuando dice, qué más dice cuando dice? ¿De qué ser habla cuando vive sin ser? ¿A qué ser invoca cuando quiere vivir-ser? Una intervención quirúrgica hará advenir el vivir-ser. Ya no alcanza el embate contra la metafísica que propone otorgarle al ser las características del devenir. Ontologías dislocadas, trastornadas, en un requerimiento quirúrgico, para procurar que el ser advenga en un vivir que dice basta de estar disyunto, dislocado. ¿Filosofías out of joint?
¿Cómo escuchar qué dice, qué no dice cuando dice y qué más dice cuando dice? ¿Desde dónde la escucha? ¿Hacia dónde? Cómo evitar otorgar a los significantes significados que reduzcan la hermenéutica a una semiótica? La interpretación comprensiva.explicativa se ha dislocado. Lo inacabado del desgarro de este vivir sin ser amenaza con locuras de un lenguaje que resiste anclajes de sentido habituales. “Ni gay, ni travesti ni heterosexual.” Amenaza que intenta ser conjurada en debates que –si bien en el marco de la lógica de lo Uno– intentan abrir pensamiento hacia estos impensados de las sexualidades. Se dice ex-sexo, falla, falso. Exsexo. Fuera de sexo. Ex-tranjero. Extraño del sexo. Ex-sexo, sexo excesivo. Falla, falsa identidad. Falta de sexo, falso sexo, falso self. También abren polémicas: ¿Es el sexo, el género o el sujeto el que se trastorna? Se identifica con las mujeres o con La Mujer y/o con La Madre? Teorías trastornadas, dislocadas, ¿out of joint?
Estadísticas que también dicen lo suyo: Un transexual por cada 100.000 varones. Un transexual cada 300.000 mujeres. En Europa, en países pequeños uno de cada 30.000 varones y 1 de cada 100.000 mujeres desean tratamiento quirúrgico. Las cifras varían pero una insistencia se mantiene: mayoría de varones, que anhelan, quieren ser, se sienten, se transforman, son (¿?) mujeres. Disloque dis-locura hacia los movimientos de mujeres que teorizaron a su género dominado y en un lugar subordinado de la sociedad.Fuerte interpelación a algunas certezas políticas. ¿Feminismos out of joint?
Un orden sexual en Occidente se disloca en el desgarro de un vivir sin ser de unos pocos. No importa el número, lo que cuenta es la potencia enunciativa de su interpelación. Interpelación que exige que la producción de nuevos saberes desdibuje la clásica división metodológica entre objetos y sujetos de estudio. La reciente aparición en las márgenes de algunos espacios académicos de Areas de Estudio Queer ha habilitado que raros (queer) y especialistas trabajen sobre este nuevo campo de problemáticas.
Elevan la apuesta. No solo hacen oír las voces silenciadas de los queers (raros) para que los especialistas expliquen, comprendan, interpreten. Los raros no solo mantienen alertas y recaudos metodológicos e ideológicos. Raros y especialistas en un mismo movimiento producen juntos nuevos enunciados y diseñan nuevas estrategias políticas frente a la discriminación.
Disloque, trastorno metodológico, alteración de históricas relaciones saber-poder, que en sus devenires narrativos de ser-ahí, de ser-ahorapara-siempre-otro-cuerpo habrán de poder sostener el balbuceo, las perplejidades, las ignorancias.
Gran desafío para los estudios queer, que tendrán que evitar las tentaciones de instituir nuevos regímenes de verdad. Balbucear para vivir ser. Balbuceos que solo manteniendo las tensiones de sus complejidades habrán de instituir método, teorías, políticas de las neosexualidades.
Desgarros que quieren vivir-ser, requerimientos de intervención que abren a libertades de elección difíciles de imaginar. Apuestas a libres albedríos, promesas de una Modernidad una vez más atrapada en sus propias propuestas.

* Profesora e investigadora en la Facultad de Psicología de la UBA.

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