La psicología social nace de los esfuerzos para entender las interinfluencias entre el psiquismo y el mundo exterior, entre el sujeto y la sociedad, entre el mundo interno y el mundo externo, entre el hombre y su contexto, entre una subjetividad individual y los factores sociales, entre lo que se considera psicológico y lo social, entre el uno y el otro: se ocupa de todos estos “entre”, estas vinculaciones que resultan difíciles de desenmarañar, ya que son intrincadas combinaciones de contactos, de reacciones y contrarreacciones; complejas percepciones, organizaciones porosas, estructuras que por momentos son exteriores y por momentos internas. La pregunta es: ¿y si no hay otra psicología que la psicología social? esto no sería sólo un duro golpe, sino que podría provocar el derrumbe de la concepción individualizada del sujeto.

La psicología social tiene una larga historia en Europa y en la Argentina. En nuestro país, fue Enrique Pichon-Rivière quien la organizó como concepción, le adjudicó principios básicos y ubicó el grupo operativo como su instrumento princeps. Sus discípulos fueron asentando esa concepción y su praxis.

En una experiencia determinada –por ejemplo, colaborar en una gestión comunitaria–, la información se potencia al insertarse en una dinámica operativa de grupo: al ser atravesada por diversas opiniones, al enriquecerse con significados variados, al adquirir espesor emotivo, la información puede ser comprendida e instrumentada de manera más eficaz y precisa. Quienes asisten a la Carrera de Psicología Social en la Universidad de las Madres de Plaza de Mayo no procuran convertirse en “especialistas”; su anhelo es más bien devenir agentes de cambio: es decir, ponerse en condiciones de entender y ayudar en conflictos de diverso tipo, a los cuales puedan ser llamados; estar en condiciones de establecer un encuadre para el funcionar de los grupos –sin olvidar que coordinar un grupo es distinto a liderarlo–, en forma tal que un conjunto de individuos pueda organizarse alrededor de un tema o tarea. Se trata de lograr que el grupo, en última instancia, pueda autogestionarse. Esta finalidad orienta nuestra idea en cuanto a qué cosa es un grupo operativo.

* Fragmento del prólogo de Hacia una psicología social histórica (cartografías críticas).