PSICOLOGíA › LOS LEGADOS DE RODOLFO WALSH
› Por EDUARDO MÜLLER *
Rodolfo Walsh recibió el 25 de marzo de 1977 con dos textos terminados. Dos textos que quería tener escritos para su cumpleaños de cincuenta años. Dos textos trabajados entonces seguramente juntos: La Carta Abierta a la Junta Militar y el cuento Juan se iba por el río.
San Juan y Entre Ríos fue el lugar de la cita de la muerte. El nombre del cuento parece estar escrito en clave en el nombre de las calles de la esquina en que lo esperaban. El criptógrafo que supo descifrar claves tan difíciles como la de la invasión a Guantánamo en Cuba, el investigador que supo anticipar los años de muerte y destrucción que se anunciaban en Argentina, no supo descifrar esa clave del destino que lo llevó a morir como el autor de ese otro texto, la Carta Abierta.
La carta llegó a destino. El cuento no. Sólo Massera, o el grupo de asesinos que lo mató y le robó, saben acerca del destino de Juan que se iba por el río. Pero no pudieron detener la travesía de la carta, que treinta años más tarde cayó sobre sus asesinos.
Otra clave no leída: ¿Qué llevaba Walsh en su portafolio el día que lo mataron? Había traído de San Vicente la escritura de su casa. Llevaba entonces su escritura con él. Lo que desde el punto de vista estricto de su seguridad es una falla grave, adquiere otro sentido pensada en su vida tensada siempre por el interrogante de qué valor darle a su escritura.
Cada uno de estos dos textos ha dado lugar a una versión distinta de la vida de Walsh.
Una, la del intelectual, el periodista, el escritor. La otra la del militante revolucionario que dejó atrás la literatura.
Su muerte, en realidad, confronta a sus biógrafos. Resume y reúne en estos dos textos, en esas dos escrituras la tensión nunca resuelta de lo que fue su vida. De alguien que atravesó todo tipo de escritura. Traducciones, correcciones, notas periodísticas, cuentos, teatro, investigaciones, testimonios, diarios militantes, agencias de noticias y cartas abiertas. Fue el autor plural y controvertido de textos difícilmente conciliables.
Claro que no lo mataron por ninguno de esos dos textos, sino por lo que hizo como militante político. Pero también es claro que llegó a ser militante político como resultado, entre otras cosas, de los textos que escribió.
Walsh es más el hijo de Operación Masacre que su autor. Ese texto que se fue haciendo libro por entregas, fue transformando también por entregas a su autor. Así el investigador identificado con un periodista-detective que sueña con el premio Pulitzer va mutando lentamente a protagonista principal de la investigación que pone en riesgo su vida.
Y a partir de allí hace un enorme trabajo para decidir el tipo de protagonismo que deseaba asumir.
Treinta años después, Walsh hace leer y escribir. Se lee su obra y se escribe sobre su vida. Con la premisa de que la muerte tiene propiedades didácticas, se intenta extraer ambiciosas conclusiones generales y compactadas síntesis. El riesgo del mármol se arroja sobre él.
Mientras tanto, la Carta Abierta... sigue abierta. Los asesinos probados siguen indultados. Y Juan se sigue yendo por el río.
* Psicoanalista.
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