PSICOLOGíA • SUBNOTA
› Por Vivian Woodward *
El acompañante terapéutico realiza un pasaje permanente desde la teoría a la práctica, es decir desde lo que teóricamente convendría hacer con un paciente a lo que resulta factible dadas las características personales y el medio en que está inmerso. Por esto, los conocimientos teóricos y técnicos que el acompañante posee sólo podrán servir como una base a partir de la cual crear, imaginar, inventar o promover los recursos adecuados para diversos pacientes. Sin dejar de tomar en cuenta esta premisa, procuré sostener mis intervenciones en las principales funciones definidas para el acompañante terapéutico y en la observación de los derechos del enfermo terminal.
Todo paciente terminal tiene derecho a: mantener un sentimiento de esperanza, cualquiera fuera el cambio que pueda sobrevenir; a expresar a su manera sus sentimientos y emociones ante la propia muerte; a participar en las decisiones que afecten los cuidados que se le van a prestar; a recibir la atención del equipo médico y de enfermería aunque sea evidente que no puede curarse; a no sufrir dolor; a que se responda honestamente sus preguntas, a no ser engañado; a morir en paz y con dignidad. (Carta del enfermo terminal. Michigan, 1975).
Entre las principales funciones de acompañamiento terapéutico, contener al paciente es fundamental. El acompañante terapéutico ampara al paciente en su desvalimiento, su angustia, sus miedos, su desesperanza, y también en los momentos de más equilibrio. Otra función principal del acompañante terapéutico es ofrecerse como referente: al trabajar en un nivel dramático vivencial no interpretativo, muestra al paciente, in situ, modos diferentes de actuar y reaccionar. También, aportar una mirada ampliada del mundo objetivo del paciente: al establecer un contacto cotidiano, registra conductas llamativas y puede actuar como indicador diagnóstico y pronóstico de inapreciable valor. Todo esto contribuirá a una mejor evaluación de las alternativas a la hora de trazar una estrategia clínica. (Kuras de Mauer S. y Resnizky S. “Abordajes múltiples. El lugar del A.T.”, Ficha Didáctica Nº 2. Curso Anual de A. T. Asociación Línea Vida-Acompañantes Terapéuticos Bahía Blanca, 2010.)
Otra función es la de registrar y ayudar a desplegar la capacidad creativa del paciente, esto es, escuchar lo que el paciente demanda respetando sus tiempos. Es en el discurso del paciente donde se escucha su deseo, y yo, en el caso que comento, en ese diálogo que empezó tratando de fútbol y de folklore (ver nota principal), finalmente pude escuchar ese deseo.
Junto con la vocación existencial, el acompañante terapéutico debe contar con madurez para compartir y planificar la tarea en un equipo multidisciplinario y, a la vez, autonomía y sentido de la oportunidad para asistir a pacientes graves que requieren decisiones rápidas, precisas y a veces inesperadas. Es frecuente que se produzcan situaciones imprevisibles que deban ser resueltas en el momento, sin posibilidad de consulta con el equipo tratante. Por mi parte, elegí realizar mi pasantía con pacientes oncológicos en su fase terminal en relación con diversas circunstancias que me tocó atravesar en mi vida personal, en las cuales me di cuenta de lo necesaria que es la contención del paciente y su familia en el último tiempo, cuando ya no se trata de enfrentar la muerte, sino de saber recibirla.
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