PSICOLOGíA • SUBNOTA › EL MODO MáS FELIZ DE PREVENIR EL CáNCER
› Por Barry Komisaruk, Beverly Whipple, Sara Nasserzadeh y Carlos Beyer-Flores
Cuanto mayor es la frecuencia de eyaculaciones a lo largo de los años, menor es la incidencia de cáncer de próstata. En un estudio australiano en el que se encuestó a más de 2000 hombres menores de 70 años, aquellos que recordaban haber tenido un promedio de cuatro o más eyaculaciones por semana cuando tenían entre 20 y 50 años aproximadamente presentaban un riesgo significativamente más bajo de desarrollar cáncer de próstata –del orden de un tercio– que los hombres que referían un promedio de menos de tres eyaculaciones por semana durante el mismo período de su vida.
En un estudio estadounidense en el que se pasaron cuestionarios a más de 50.000 hombres de entre 40 y 75 años, resultó que el grupo de hombres que experimentaba más orgasmos (al menos veintiuno al mes) presentaba una probabilidad mucho menor de tener cáncer de próstata que el grupo que experimentaba siete orgasmos al mes o menos. Los investigadores plantearon la hipótesis de que las eyaculaciones pueden limpiar la próstata de sustancias potencialmente carcinogénicas y que la reducción del estrés psicológico que resulta de la eyaculación podría reducir la liberación, por parte de los nervios que recorren la próstata, de sustancias que podrían estar relacionadas con la aparición de un cáncer a largo plazo.
Los orgasmos también pueden ser útiles para conciliar el sueño. Es bien sabido que muchos hombres se sienten somnolientos después de tener un orgasmo. Y muchas mujeres utilizan el orgasmo como inductor del sueño: el 32 por ciento de las mujeres que decían haberse masturbado durante los tres meses anteriores lo habían hecho para quedarse dormidas más fácilmente.
Las personas que sufren episodios de dolor pueden considerar que el orgasmo les proporciona algo de alivio. Según estudios, la autoestimulación vaginal produce una elevación del umbral del dolor (que puede variar entre un 40 por ciento y más de un ciento por ciento). Un estudio posterior se determinó que la estimulación placentera de cualquier zona de los genitales eleva el umbral del dolor. La zona más efectiva para obtener este efecto es la del punto G. Y el orgasmo produce el mayor incremento en el umbral del dolor.
Un estudio realizado sobre 2632 mujeres estadounidenses determinó que el 39 por ciento de las que se masturbaban decían hacerlo para relajarse. Cuando una persona tiene un orgasmo, las células nerviosas del hipotálamo liberan oxitocina al flujo sanguíneo. Los niveles altos de oxitocina están relacionados con una mejor respuesta al estrés.
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