Lo que fue el hospital psiquiátrico se ha transformado en un gran parque ciudadano en el que las viejas estructuras están vaciadas y asignadas a objetivos diversos. Hay 20 apartamentos para ex internados, una unidad de rehabilitación para pacientes con handicaps muy graves (11 personas) y una unidad para ancianos con escasísimo nivel de autosuficiencia (45 personas), todos ellos bajo la responsabilidad del centro de salud mental de la zona. Hay también un jardín de infantes, una escuela primaria y laboratorios de la universidad. Otras estructuras se utilizan para la actividad de los centros y de las cooperativas: un bar, un taller teatral y un laboratorio de arte, de música, de pintura, de gimnasio, un taller de video, uno de estética, etcétera. Hay alojamientos, con comedor, para personal voluntario italiano y extranjero. Suele haber 30 o 40 voluntarios, con un total de unos 200 al año.

El dato más significativo de toda esta actividad, y en particular de los laboratorios, es que son utilizados conjuntamente por los “normales”, por pacientes psiquiátricos y por drogodependientes (sobre todo jóvenes). Son un ejemplo concreto de esa tendencia a multiplicar los intercambios sociales, que es esencial para el proceso de desinstitucionalización.