PSICOLOGíA • SUBNOTA
› Por Adrián Sapetti
Tener relaciones sexuales con frecuencia no desgasta, ni le quita al varón sus fuerzas: tanto las glándulas como los testículos producen cantidades ilimitadas de semen como para satisfacer la demanda y esto no genera daño físico y menos a los genitales, que por otra parte se mantienen en buen estado con un uso periódico y regular: la función hace al órgano.
Sin embargo, en las consultas se escuchan formulaciones erróneas como: “Me parece que ando mal de la próstata... yo escuché que eso puede haber sido porque me he masturbado mucho cuando joven y ahora se me inflamó la glándula”. O bien: “Creo que mi problema de que eyaculo poco líquido es porque se me agotaron las reservas. Lo que pasa es que fui un verdadero toro en mi juventud...”.
No es real que tengamos un número limitado y determinado de eyaculaciones en la vida, por lo cual debiéramos cuidarnos de no gastarlas para no agotarlas, como si fuera un yacimiento petrolífero. Se constata que aquellos varones que –controlando sus factores de riesgo– han mantenido una buena función durante toda su vida, la prolongan durante la vejez. Por el contrario, se observa que una persona de más de 60 años que no conserva la función por espacio de varios años, ya sea en forma masturbatoria o coital, puede ir presentando dificultades en la erección que luego requieran tratamiento.
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