REPORTAJES › AITOR ZABALGOGEAZKOA, DIRECTOR DE MEDICOS SIN FRONTERAS DE ESPAÑA
Es el responsable de la misión en la que trabajaba Pilar Bauzá, la enfermera argentina secuestrada durante su misión humanitaria. Aquí, explica el trabajo que hacían ella y sus compañeros, los riesgos permanentes, la vida en peligro por ayudar a quien lo necesita.
› Por Emilio Ruchansky
El director general de Médicos Sin Fronteras de España nació en el País Vasco, se especializa en logística y vivió gran parte de su vida en Barcelona. Hace 14 años que trabaja en esta ONG y no estudió medicina. “Era productor de televisión..., pero de joven trabajé de salvavidas”, le confesó a Página/12 Aitor Zabalgogeazkoa entre las risas de sus compañeros en la sede de MSF en Buenos Aires, donde seleccionan profesionales para misiones de ayuda humanitaria en más de 70 países. Fue allí donde llegó el currículum que encajó con las necesidades de un campo de desplazados en Somalia: “Una enfermera joven especializada en pediatría”. Pilar Bauzá Moreno aceptó el desafío, tal vez con más ánimos e inquietud que la “veterana” española Mercedes García, su compañera de cautiverio. Luego de la liberación, la misión de MSF fue retirada pero Zabalgogeazkoa aseguró que “todos hubieran querido quedarse y el equipo está rabioso por tener que salir”, y reclamó que este tipo de delitos –que suelen quedar impunes– sean considerados de lesa humanidad. Después de todo hasta los videojuegos quitan puntos cuando se les dispara a los camilleros de la Cruz Roja.
–En general, la gente tiene una buena opinión de MSF, no lo ven como una estrategia de invasión...
–Es que no lo somos.
–Más allá de eso, alguno puede pensar lo contrario.
–Bueno, en verdad tenemos dificultades en países de cultura islámica porque se sigue interpretando que tenemos una agenda occidental, cosa que no tenemos.
–Es el caso de Somalia.
–No solamente. Se lee más de esta manera en Irak, en Yemen, en Afganistán. Es la interpretación del islamismo más radical. De hecho, la limitación del proyecto que hacemos nosotros es tan rigurosa en considerar la ayuda humanitaria explícita, concreta y nada más que, normalmente no tenemos problemas en este tipo de intervenciones. Además, si no tenemos el permiso de las comunidades locales no podemos trabajar.
–Más allá de que haya o no gobierno.
–No. En el caso de Somalia fue hablar con los clanes, con los jefes tradicionales para que nos acepten y nos dejen trabajar; que ellos entiendan los que estás haciendo y de alguna manera tú cuidas de ellos y ellos cuidan de ti, o sea, te protegen. Ese es el mecanismo.
–¿Cómo son los contingentes?
–Anualmente hay casi 3000 trabajadores internacionales y 20 mil locales, en unos 70 países y unos 400 proyectos.
–En el caso de Somalia había complicaciones extra para introducir medicamentos y alimentos.
–Los medicamentos los llevamos por aire porque el puerto es muy inseguro: es uno de los puntos críticos de tráfico de gente a la Península Arábiga, como lo es Marruecos para España, lo es Libia para ir Italia y Egipto para ir a Grecia o a Turquía. A Bosasso va todo el mundo que quiere salir de Africa desde Etiopía, Eritrea, Kenia. Entonces hay mafia de tráfico de gente, y trafico de otras cosas también. De hecho si miras Bosasso en el Google Earth, en la playa se ven un montón de pateras, las barcas en las que pasan todos los inmigrantes ilegales. Es un sitio inestable, un sitio en donde por definición nosotros trabajamos, claro.
–¿Cuánta gente tenían allá?
–En este equipo que estaba en Bosasso había ocho compañeros internacionales y 80 locales. En Somalia hay hasta 80 trabajadores internacionales y más de 200 locales.
–Es la crisis humanitaria más grave.
–Y sí, de este último año es la más crítica. Y es un sitio donde es muy difícil trabajar porque es delicado el negociar y colocarse con los clanes. Hay un balance social muy complejo entre ellos.
–Estados Unidos bombardeó Somalia.
–Bueno, ahora lo está haciendo Etiopía por delegación de Estados Unidos. Yo no voy a entrar en la valoración de si estaban mejor o no, pero evidentemente ha habido un período de estabilidad mientras estaban las cortes islámicas. La gente dice que las cosas están tan mal como en la última guerra. Hay contingentes armados de los etíopes, las fuerzas somalíes contrarias a las cortes islámicas, luego las cortes islámicas y algunos clanes del sur de Somalia.
–¿La sequía va a agravar el conflicto?
–El problema es que, con semejante inestabilidad, si tú tienes que abandonar tu pueblo por un mes igual pierdes posibilidad de levantar la cosecha o pierdes el ganado. La gente se mueve, pierde la oportunidad de recoger y plantar, vuelven y ya están peor. El último año fue particularmente malo en este sentido.
–Ustedes tienen un plan de desnutrición.
–Es lo que hacíamos en Bosasso. Las familias que han estado en los asedios de Mogadiscio han estado semanas o meses pasándolo mal. Cada vez con la alimentación más reducida. Han huido de Mogadiscio, es un viaje pesado hasta el norte de Somalia. Los que tienen familiares se quedaron con ellos, pero normalmente la gente de los clanes del sur no tiene familiares en el norte. Se quedan en un campo de desplazados que es un plástico en el medio del desierto.
–Ahí trabajan ustedes.
–Sí y el estado nutricional de los chavales se cae en picada, un adulto tiene la capacidad de estar comiendo mal durante meses, pero un crío en dos meses está en problemas. Entonces lo que hacemos es recuperarlos. Ni siquiera los podemos poner bien. Simplemente lo que tenemos es un centro..., ha habido algunas informaciones que decían que teníamos 7 mil niños, no. Lo que hemos hecho es darles comida a 7 mil niños, los que están en tratamiento son mil y pico de niños, que son los que además de malnutridos están enfermos, necesitan sueros, cuidados médicos y enfermería.
–Parece raro que hayan secuestrado a dos integrantes de MSF cuando en verdad están ayudando, no sé si es por dinero o porque son blancas, o ambas cosas.
–Yo creo que son sinónimos en Africa y que la gente que no quiere esto. En este caso, creemos que es un grupo criminal completamente fuera de la autoridad de los clanes tradicionales. Estoy convencido de que no han medido el daño comunitario que han hecho, que pueden hacer y tampoco las repercusiones que va a tener esto para ellos.
–¿Retiraron todo el equipo?
–Sí, pero el programa continúa. Lo que pasa es que, claro, no hay médicos ni enfermeros somalíes, entonces para mantener apropiadamente el programa funcionando hace falta personal médico especializado. Por ahora no podemos ofrecerlo, vamos a mantener a algunos pacientes entubados, los compañeros que están en Nairobi van a seguirlos por control remoto. Es decir, les leerán las cartillas médicas de los chicos por teléfono para poder seguir los diagnósticos. Pero no se puede mantener esto por mucho tiempo.
–¿Saben qué respuesta tuvo la población ante el secuestro?
–Ha habido en las radios locales constantes peticiones de libertad de ellas, en las mezquitas durante la oratoria del viernes todo el mundo solicitó la liberación, hubo una especie de demostración de gente que pasó por las oficinas de gobierno para reclamar a ver qué pasaba. Ahora, lo que tenemos que hacer es evaluar si hemos cometido errores. El equipo había estado evacuado una semana antes porque habían secuestrado a un camarógrafo francés. Vimos que había un peligro y los retiramos. De todas formas, habría que empezar a pensar que los ataques deliberados contra la ayuda humanitaria son crímenes de lesa humanidad.
–Ustedes mandaron su gente durante la negociación.
–Tenemos gente que tiene más conocimiento de la zona y capacidad de negociar.
–No confían en las negociaciones oficiales.
–No, por si fracasan. Muchísimas veces lidiamos con estos asuntos nosotros solos. Esto ha salido porque es grave, no teníamos capacidad de solucionarlo. Cuando tenemos un accidente de auto en un sitio remoto no andamos llamando a una cancillería. Entonces, tenemos nuestra propia seguridad. Un accidente laboral en un sitio alejado, en el Congo, es una cosa gravísima. Fueron ellos, los secuestradores, los que dijeron “queremos a los españoles”.
–¿Ustedes trataron de negociar primero?
–Tratamos de mandar un médico para ver cómo estaban y de hablar con los clanes para que las soltaran.
–Querían plata.
–Nosotros por sistema no pagamos. Porque si pagamos nos convertimos en un pato de seña en todos los lugares. Esta vez los gobiernos nos ayudaron, otras veces nos han dejado solos.
–¿Qué visión tienen los somalíes de sus propios desplazados?
–No es muy positiva porque para ellos es una carga, cuando tú tienes un familiar que viene una semana a casa, vale; pero cuando se queda meses y tienes que compartir tu comida con ellos...
–La lógica territorial es otra, yo digo “somalíes”, pero ellos no deben llamarse a sí mismos de esa forma.
–No, ellos responden a sus clanes. Ellos tienen un sistema bastante sólido y por eso han sobrevivido pero a la vez los sistemas tradicionales se desgastan.
–Antes de volver, Pilar hubiera preferido quedarse.
–Todos hubieran querido quedarse. El equipo está rabioso por tener que salir. Lo que Pilar ha dicho es que quiere seguir trabajando con MSF, evidentemente a Somalia no va a volver porque no la vamos a dejar nosotros.
–¿Por qué?
–Los demonios interiores son los demonios interiores. Es una experiencia traumática extrema en la cual tu vida está en peligro durante ocho días sin ningún tipo de control sobre lo que está pasando. Aunque no lo sé, ahora no lo sé.
–Pero prefería quedarse.
–Sí, y Mercedes también.
–Ella estuvo más tiempo en Africa.
–Mercedes es una veterana, estuvo cinco o seis años y en varios programas diferentes.
–Tal vez Pilar lo vea como un gaje del oficio.
–Bueno, a mí también me ha pasado, no por tanto tiempo. Estuve más de un día retenido en Colombia con una persona que estaba llevando a la unidad de crisis de MSF. No es lo habitual, pero el riesgo cero en estas historias no existe. Tomamos todas las medidas de seguridad, que son superestrictas, cuasi militares. Tenemos nuestros toques de queda particulares, en Somalia después de las siete de la tarde no sales de casa o no puedes ir solo. Pero todo depende de la aceptación y de la percepción que tiene la población. Por más medida, si hay un grupo criminal y eres el objetivo...
–Pilar sabe lo que la gente está perdiendo si ella se va.
–Esa responsabilidad, Pilar estuvo seis meses... No sé cómo decirte, en un box de un hospital de aquí el equipo es de ocho personas. Allí el médico y el enfermero son los que se marcan en su equis particular cada muerte, entiendes. Es duro. También cada persona que sobrevive es una victoria personal sobre lo que estás haciendo. Ves a los chavales y piensas “qué culpa tienen éstos”. Eso toca mucho. Es lo que marca, a nivel personal, si superas este tipo de experiencias con tan pocos medios te marca a carne.
–Da orgullo.
–Por eso Pilar está encantadísima con el trabajo que está haciendo. Es tu trabajo, tu programa, tus niños... y que te los saquen de allí es terrible.
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