SOCIEDAD › CONFIRMARON EL PRIMER CASO DE FIEBRE AMARILLA EN ARGENTINA
Se registró en la provincia de Misiones. El afectado es un trabajador rural que hacía tareas de desmonte, cerca de la frontera con Brasil, y no estaba vacunado. Está fuera de peligro. Las autoridades sanitarias admiten que podrían registrarse más casos.
Cerca de las once de la mañana de ayer, el Ministerio de Salud nacional enviaba la confirmación a Misiones: el hombre que se creía era el primer caso argentino de fiebre amarilla está efectivamente infectado, según se comprobó en los laboratorios de la cartera nacional. El afectado es un trabajador rural de 24 años que se desempeña en el desmonte de San Vicente, un paraje en el centro de la provincia. Allí fue picado por un mosquito que transportaba el virus adquirido antes por haber tenido contacto con alguno de los monos carayá de la selva misionera, reservorio de la enfermedad. El muchacho era el único de su familia que no había recibido la vacuna preventiva, pero no puede contagiar, ya que pasaron diez días desde que se infectó. “Por ahora es el primer caso, pero pueden aparecer otros. Es imposible decir que no los habrá, pero trataremos de que así sea”, admitió el subsecretario de Salud misionero, Carlos Báez, a Página/12. Las cifras oficiales indican que el 10 por ciento de los habitantes del centro y norte de Misiones no está vacunado; en el sur –incluida Posadas, la capital– falta vacunar a más del 45 por ciento de la población.
Las cifras fueron relevadas a este diario luego de que se conociera el primer caso de una persona infectada con fiebre amarilla en Argentina, en el marco de la epidemia que afecta a Brasil y Paraguay. Hasta ayer sólo se habían registrado casos de monos carayá muertos en la selva misionera, pero cerca de las once de la mañana un estudio del Ministerio de Salud nacional confirmó que uno de los casos que se estudiaban como posibles infectados efectivamente lo estaba, según relató Báez a este diario.
El paciente se llama Marcelo, tiene 24 años, es casado y vive en Aguas Blancas, aunque por trabajo era más común verlo en San Vicente, trabajando en tareas de desmonte en la selva misionera. Es la misma zona donde hace días habían aparecido cerca de veinte monos infectados. Un mosquito que antes había picado a un carayá infectado hizo lo mismo con Marcelo y lo contagió. A él y a otros dos casos sospechosos se les realizaron estudios y contrapruebas. Uno de los casos fue descartado, el otro continúa en estudio.
El caso de Marcelo –calificado como “selvático y no urbano” por el ministro de Salud, José Guccione– no es un posible foco de contagio, porque pasaron más de diez días desde que tiene el virus. No obstante, permanece en el hospital Samic, de Oberá. Según el ministro Guccione, “está en franca recuperación, sin riesgos mayores y pronto será dado de alta”. Báez agregó que el tratamiento consta de “una rigurosa dieta y un fuerte control del correcto funcionamiento de su hígado”.
En cuanto a la prevención del contagio de la epidemia, Báez enumeró tres ámbitos “de los que (el gobierno de) la provincia se está ocupando”: la vacunación preventiva, el tratamiento domiciliario del vector viral para evitar la cría de mosquitos y la búsqueda de casos sospechosos de ser febriles. Para cubrir esas áreas, Misiones recibió durante el pasado fin de semana más de 100 mil dosis de vacunas antiamarílicas provenientes de la Nación. Según precisó Báez, se trabaja con “el personal suficiente, la vacunación está asegurada y a un ritmo de 10 mil dosis aplicadas a diario”.
Con anterioridad a que se conociera el caso de Marcelo, muchos misioneros se habían alarmado y concurrido a vacunarse, pero se habían encontrado con una insuficiencia de centros de vacunación. Por eso, ayer se habilitaron nueve centros en Posadas y cuatro en Garupá. “Los que ya se hayan vacunado en las campañas de 2001 a 2003 no precisan volver a hacerlo porque la inmunidad dura 10 años”, explicó la directora de Salud Pública de la capital, Stella Muñoz. Y la secretaria de Calidad de Vida de Posadas, Lilian Tartaglino, agregó que se debe prevenir eliminando todos los recipientes donde los mosquitos se reproduzcan”.
El brote de fiebre amarilla se había desatado en Brasil y se extendió a Paraguay a fines de 2007. En el país de origen de la epidemia ya se registraron veinte muertes a causa de la enfermedad, mientras que fueron cinco los casos letales en Paraguay, de entre veinte registrados. Aunque la prensa paraguaya maneja que en realidad habrían sido ocho los muertos. Los últimas cuatro personas que se sumaron a la lista de infectados se registraron ayer en Caaguazú y San Pedro, en la zona en la que comenzó el brote paraguayo.
Por otra parte, el Ministerio de Salud de la Nación envió a Formosa 40 mil dosis de vacunas, con el objetivo de que se inmunice “a la mayor parte” de su población, debido a la cercanía con los focos de infección.
Informe: Luis Paz.
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