SOCIEDAD › DOS POLICíAS DE CIVIL MATARON A OTRO CREYéNDOLO UN ASALTANTE
Robos y Hurtos buscaba en Monte Castro una banda que asaltaba con chalecos policiales. La comisaría de la zona, también. Unos y otros iban de civil. Se toparon y se balearon. Uno de los oficiales de la comisaría murió y el otro resultó herido. La versión oficial.
› Por Horacio Cecchi
Bermúdez esquina Santo Tomé. Barrio Monte Castro, al borde de Liniers y a tres cuadras de la cárcel de Devoto. Los vecinos y la policía dicen que en la zona viene dando golpes una banda que se viste con uniformes policiales. La comisaría 43ª puso una brigada dando vueltas. No estaban enterados de que Robos y Hurtos también. Durante la noche del martes, al menos dos federales de RyH pusieron en práctica el cómo-no-se-debe para situaciones de alto riesgo, dejaron de lado todo protocolo o manual práctico y tirotearon (o balearon) a otros dos federales de la 43ª. Ninguna de las dos duplas vestía uniforme. Dos se movían en una moto y los otros dos en un auto, y ninguno de los dos vehículos eran oficiales. Para completar, no se conocían. Eran perfectos civiles, eran cualquier vecino de Bermúdez o de Santo Tomé. El resto lo hizo la inseguridad: uno de los motociclistas murió y el otro resultó herido.
Fuentes oficiales señalaron que la banda venía actuando en los barrios de Monte Castro, Floresta, Villa Luro, Villa del Parque y Villa Devoto y que utiliza chalecos de brigada. Y que para detenerla habían puesto seis motos y 16 móviles, no identificables. Pero las motos corresponden a la 43ª y los autos a RyH.
“Ninguno sabía que había otra brigada dando vueltas ni se conocían entre sí”, murmuró un subcomisario, apelando a la versión del lamentable error sobre la que insistió todo el día la Federal. En la explicación oficial, la fatalidad juega un papel central: la banda asaltaba con chalecos de brigadas y las brigadas daban vueltas sin uniforme. Las de la comisaría se conocían entre sí. Lo mismo, las de RyH. Las comisarías dependen de la Superintendencia de Seguridad Metropolitana; las de RyH, de la de Investigaciones. Pero entre las comisarías y las divisiones especiales no se conocen. “Investigaciones y Seguridad son autónomas”, agregó el subcomisario.
En la misma línea de la versión oficial de la fatalidad, en Bermúdez 2192, se abre Todo Pizza Todo Pollo, de don Nico. Y el oficial inspector Marcos Sebastián Itzcovich, de 28, uno de los motociclistas, el fallecido, era amigo del dueño. Y como amigo, y destinado a una de las brigadas, Itzcovich pasó a saludar a la pi-zzería, junto con su compañero Gustavo Montenegro. “En ese momento pasó el móvil de Robos y Hurtos, los dos de adentro les parecieron sospechosos, y cuando salieron les dieron la voz de alto. Fue una terrible confusión. Las dos brigadas quisieron identificarse y, pese a que dijeron alto policía, desconfiaron. Las dos brigadas pensaron que los otros podían ser los delincuentes. Y como los otros no los reconocieron, se tirotearon”, agregó el mismo confidente. Montenegro, que se sentaba detrás, recibió un disparo en la pierna y cayó al piso. Itzcovich aceleró, pero cayó muerto a los 80 metros. Según la versión oficial, el móvil de RyH no era oficial pero tenía una baliza identificatoria.
La versión policial se choca con la de los testigos y con la lógica, y no lleva las de ganar. “Salió de la pizzería y al llegar a la esquina parece que lo confundieron con un delincuente y le dispararon. Por lo que sé, no llegó a disparar y su compañero tampoco –dijo Gustavo, de la pizzería, a la agencia Télam—. Nadie escuchó la voz de alto, le tiraron sin mediar palabra.”
Respecto de si existió tiroteo o fue la práctica habitual del fusilamiento ahora explicada como error, lo dirán las pericias sobre las armas de los cuatro no uniformados y el juez de instrucción porteño Juan José Ramos Padilla, que tiene a su cargo la causa, y las declaraciones de los dos policías de Robos y Hurtos, detenidos.
Ayer el absurdo de los absurdos hizo que el manual de las prácticas policiales quedara reducido a la nada. Las brigadas sin sus chalecos buscaban a delincuentes con chalecos de brigada. Las brigadas, para colmo, no se conocían. La superposición de tareas de dos estructuras autónomas que no se comunican. El absurdo de que no se comuniquen. El absurdo de que la incomunicación incida en beneficio de aquellos a los que dicen perseguir. Y la posibilidad habitual de que los brigadas sin chaleco y sin nada que los reconozca como policías, finalmente, no sean ni policías de la 43ª, ni policías de Robos y Hurtos, ni de ninguna comisaría ni división de la Federal. Que sean simples vecinos, que hayan sido confundidos. Daría lo mismo, entonces, que hubieran reclamado o no contra la inseguridad. El problema es que esa inseguridad no queda claro de dónde viene.
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