SOCIEDAD › BORIS DITTRICH, IMPULSOR DEL MATRIMONIO Y LA ADOPCION PARA GAYS Y LESBIANAS EN HOLANDA
Ex miembro del Parlamento holandés, ahora integra Human Right Watch, un organismo de derechos humanos. Llegó a Buenos Aires para relatar su experiencia. “Los que tenían dudas comprendieron que la institución matrimonio se fortaleció”, dijo.
› Por Mariana Carbajal
Boris Dittrich está casado con otro hombre. Con papeles y todo. Es que en su país, Holanda, el matrimonio entre personas del mismo sexo es legal desde 2001 y también la adopción para parejas gays y lesbianas. Las dos leyes, las primeras de su tipo en el mundo, fueron impulsadas por este abogado y ex juez, que hasta el año pasado fue miembro del Parlamento holandés y en ese cuerpo se convirtió en uno de los primeros legisladores, que abiertamente dijo que era homosexual. Pero a fines de 2006 Dittrich saltó de la política nacional a militar en una organización internacional de derechos humanos, con sede en Nueva York, y ahora se dedica a la promoción de los derechos de lesbianas, homosexuales, bisexuales y transexuales (LGTB) en distintas partes del planeta. En los últimos días llegó a Buenos Aires. En un reportaje con Página/12, contó cómo fue el proceso parlamentario para la sanción de ambas leyes y destacó el impacto que tuvieron en la sociedad. Con la legalización del casamiento entre gays y lesbianas, “la institución matrimonio se vio fortalecida y no se puso en peligro”, afirmó. Y consideró que “en la práctica uno puede ver que un niño criado en ese tipo de familias recibe más atención en promedio que el hijo de una pareja heterosexual”.
La entrevista es en un bar cerca de la plaza San Martín, en Retiro. Es la mañana y Dittrich pide un café con leche. Desde 2007 este hombre rubio, de gran porte, es director de Advocacy de Human Right Watch y está al frente del programa mundial de derechos de LGBT de la entidad. Atrás quedó su banca en el Parlamento holandés, donde llegó por primera vez en 1994 y terminó su carrera legislativa, luego de 12 años y medio, a fines de 2006, como líder del partido D66 (social-liberal).
Durante su visita al país, Dittrich participó de la Reunión de Altas Autoridades de Derechos Humanos del Mercosur y además se reunió con funcionarios del Gobierno, legisladores y representantes de la sociedad civil.
–¿Cree que Argentina está cerca de convertir en ley el matrimonio para personas del mismo sexo?
–Eso mismo pregunté ayer (por el miércoles) en una reunión con miembros de organizaciones LGTB de aquí. Ellos me contaron que están trabajando con mucho esfuerzo para convencer a los legisladores. También dijeron que hay una encuesta de opinión que señala que la mayoría de la ciudadanía argentina, alrededor del 70 por ciento, apoya una ley de esa clase.
–¿Cómo fue el proceso de aprobación de la ley holandesa?
–Cuando empezamos a hablar de la presentación del proyecto, muchas personas dudaban porque no podían visualizar a dos hombres o dos mujeres casándose. Ahora que tenemos nuestra ley, que luego fue replicada en Bélgica, España, Canadá y el estado de Massachusetts en Estados Unidos, es más común ver a personas del mismo sexo casándose. Y aquellas personas que tenían dudas sobre esta ley han comprobado que la institución matrimonio se vio fortalecida y no se puso en peligro.
–¿Fue fácil llegar a un consenso o tuvieron que sortear fuertes resistencias?
–Fue muy difícil. Porque éramos el primer país en el mundo en legislar en ese tema. A pesar de que la gente entendía y respetaba el principio de no discriminación, el argumento más escuchado era: “No existe una ley así en ningún lado, ¿por qué tenemos que ser nosotros los primeros?”.
–¿Qué estrategia plantearon?
–Primero presentamos la ley de unión civil, que es casi igual a la del matrimonio para personas del mismo sexo, pero con algunas diferencias. Una vez que entró en vigencia esa primera ley, la gente se dio cuenta de que en el mundo no cambiaba nada y se acostumbraron a la idea de parejas del mismo sexo. El paso siguiente fue presentar el proyecto de ley de matrimonio para gays y lesbianas. Así iba a ser más fácil. Pero de todas formas íbamos a ser el primer país del mundo con una legislación de este tipo. Entonces luego de las elecciones de 1998 presenté el proyecto en la coalición que ganó: había tres partidos, uno de ellos el que yo lideraba, y los otros dos aceptaron. Teníamos mayoría en ambas cámaras y fue sencilla la sanción de la ley. Recién entró en vigencia en 2001.
–¿Y qué paso con la ley que permite adoptar a personas del mismo sexo?
–Son leyes distintas, pero ambas siguieron el mismo proceso. Una vez que tuvimos la ley de matrimonio, el paso siguiente fue permitir la adopción. Pero la ley dice que no es un derecho de la pareja la adopción, sino que es un derecho del niño, a ser criado en un entorno familiar adecuado. Se dan los casos de chicos que nacen en una relación de dos mujeres y la ley le permite a la madre social, es decir, la que es pareja de la madre biológica, adoptar a esa criatura porque es mejor para el niño tener una relación legal con ambas madres que lo crían. No está permitido discriminar a esa madre y decir que a pesar de que sea mejor para el niño no se le va a dejar adoptar por ser lesbiana. La base de la ley es el derecho del niño y la no discriminación. Hay otras situaciones también. En Holanda hay apenas alrededor de cincuenta niños por año para ser adoptados. Entonces, la mayoría de los casos que aparecen entonces son de adopción internacional.
–¿Qué situaciones se pueden dar?
–Por ejemplo, una madre soltera holandesa que tiene problemas de adicción quiere que su hermano adopte a su hijo. Y si ella muere, y el hermano vive con su esposo, ellos adoptan el chico. Pero la autoridad holandesa debe decidir que esa situación es la más saludable para el chico.
–¿Qué impacto tuvo esta ley en la sociedad holandesa?
–Los que se oponen son especialmente grupos religiosos. Ellos sostienen en términos generales que no es bueno para un chico ser criado por dos hombres o dos mujeres. Pero en la práctica uno puede ver que un niño criado en ese tipo de familias recibe más atención en promedio que el hijo de una pareja heterosexual, porque las parejas homosexuales debieron haber pensado mucho en la decisión de adoptar y fueron puestos bajo la lupa por la autoridad de adopción. No hay una examinación de esa clase para parejas heterosexuales. Cualquiera puede tener un hijo. Hay quienes piensan que algunas parejas heterosexuales deberían tomar un curso de crianza.
–Uno de los aspectos que genera más interrogantes y temor en sectores conservadores es cuál será la orientación sexual de los hijos criados por parejas del mismo sexo.
–La mayoría de los homosexuales tienen padres heterosexuales. En Holanda hay alrededor de 25 mil chicos criados por parejas homosexuales y lesbianas. Una de las universidades está recolectando información sobre este tema y los viene siguiendo a lo largo de los años. Hasta ahora, los resultados obtenidos de esta investigación muestran que estos chicos no tienen problemas específicos.
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