Esta semana debe resolverse la situación procesal de siete de los ocho detenidos por el secuestro y homicidio de Diego Peralta. Es probable que a todos –la única excepción podría ser el vendedor de celulares Ernesto Allende– se les dicte la prisión preventiva por un delito que se castiga con cadena perpetua. “A nosotros no nos convence que la banda haya sido integrada sólo por ladrones comunes, sin participación de la policía, pero nos dijeron que la causa sigue abierta y que faltan cosas por averiguar”, dijo a Página/12 Luis Peralta, el padre de Diego. Aunque están en libertad, los policías Miguel Angel Giménez y Mario Roque, ex miembros de la comisaría de El Jagüel, siguen ligados al caso porque la “falta de mérito” que se les dictó indica sólo que, por ahora, no hay pruebas en su contra. Los dos están suspendidos porque la Policía Bonaerense los puso en “disponibilidad preventiva” hasta que se aclare totalmente su situación. Mientras tanto, uno de los defensores planteó dudas sobre si no existió “una zona liberada policial” para facilitar el secuestro.
“Sobre los policías, la que debe pronunciarse es la Justicia”, dijo a este diario una alta fuente de la Bonaerense. El propio jefe del Grupo Antisecuestros, comisario Angel Casafúz, dijo que Giménez estaba involucrado cuanto menos en un caso de robo. El propio Giménez, en declaraciones al programa “Periodistas” admitió que cumplía por su cuenta algunos servicios de vigilancia privada para los cuales está inhabilitado por la ley, pero en todo momento negó su participación en el secuestro de Diego Peralta. Al margen de la presunta participación policial, los defensores de algunos de los detenidos plantearon dudas sobre la versión de los hechos que aportó al juez federal Carlos Ferreiro Pella uno de los detenidos, Marcelo Alejandro Cejas, conocido como “Chelo”.
En su versión, “Chelo” señaló como miembros de la banda a César Rotela; David Pereyra, “Chaca”; Enrique Báez, “Bati”; Rosa Gissela Pistillo Pereyra, “Rosita”; Lauro Shimabukuro, “El Chino”, y a una persona con antecedentes penales a la que se conoce como “Pipi” y cuyo nombre se mantiene en reserva. Los únicos que no aparecen en el relato de “Chelo” son Ernesto Allende y José Pablo García. A nombre de Allende figuraban dos celulares utilizados en el secuestro y García, el primer detenido, que ya tiene prisión preventiva, fue identificado como autor de un par de llamadas recibidas por la familia durante el tiempo en que Diego Peralta estuvo desaparecido, entre el 5 de julio y el 12 de agosto.
Patricio Poplavsky, defensor de Allende, insistió en que su cliente “sólo vendía celulares” y confirmó que la semana pasada aportaron a la causa “el nombre de la persona a quien él le vendió los dos celulares” que fueron utilizados en el secuestro. Se trataría de un comerciante de Quilmes que hasta el momento no ha sido vinculado a la causa y que podría ser llamado a declarar esta semana. La defensa de Allende confía en que ese dato pueda servir para desvincular del caso a su defendido.
El defensor de García, Adrián Tenca, volvió a insistir en que el joven “sólo fue testigo del secuestro” y justificó sus dichos recordando que “Chelo” no lo nombró como integrante de la banda. Para Tenca, “es sugestivo que lo detengan a García por llamar a los padres de Diego para decirles que el sargento Giménez tenía información acerca del paradero del joven y que al policía se lo haya dejado en libertad sin investigarlo a fondo”.
Fuentes policiales replicaron que, además de los dichos de “Chelo”, en la causa existen “otros testimonios, algunos de personas con identidad reservada” que vincularían a García y a Shimabukuro –los dos son de El Jagüel– con los otros detenidos, que vivían en dos villas de Quilmes. De todos modos, según pudo determinar Página/12, resulta sugestivo que a “Chelo” se haya llegado a partir de un testigo que aportó a la causa el propio sargento Giménez, en un momento en el cual él ya estaba señalado en la causa como integrante del grupo que había secuestrado a Diego.
Según “Chelo”, los principales responsables del crimen serían Rotela, Pereyra y el prófugo “Pipi”. Juan Carlos Feustel, defensor de Pereyra, alias “Chaca”, le dijo a este diario que su defendido declaró en la causa durante 16 horas y que negó toda vinculación con el caso. Dijo que Pereyra mantenía con “Chelo” una vieja rivalidad que los había enfrentado muchas veces. “Chelo siente por mi defendido una enemistad manifiesta y por eso inventó todo”, aseguró Feustel. Más allá de su opinión, obviamente subjetiva, Feustel planteó algunos interrogantes que surgen de los puntos oscuros que todavía tiene la causa.
“¿Cómo puede ser que cuatro chicos, sin ninguna cobertura policial, hayan podido mantener en vilo durante más de un mes a toda la Bonaerense?”, se preguntó Feustel. Recordó que el secuestro se hizo a una cuadra de la estación de El Jagüel, cerca de Ezeiza, y que, según la versión de “Chelo”, a Diego “lo llevaron 40 o 50 kilómetros en un Fiat 147, por rutas como la 205 que está llena de controles policiales”. Feustel sostuvo que “esto no cierra y es imposible que haya ocurrido si no hubo una zona liberada para que pudieran actuar”. Por las dudas, recordó que, “si hay una zona liberada, tiene que haber policías”.
Tampoco le cierra que hayan podido ocultar a Diego en la casa de Plátanos. “Es una casa que estuvo abandonada por años. ¿Nadie se dio cuenta de que había gran movimiento de autos y de gente?” Para Feustel, la versión más cercana a la verdad es la que dio García, quien involucró a Giménez y a otros dos policías. Sin embargo, esta misma semana, la versión de “Chelo” podría derivar en otros siete autos de prisión preventiva.