SOCIEDAD
› AUMENTARON CASI EL TRIPLE LOS CONDUCTORES ALCOHOLIZADOS
La curda que puede ser la última
El 11 por ciento de los conductores revisados en controles de alcoholemia en la ciudad maneja borracho. El año pasado, eran sólo el 4 por ciento. Además, aumentaron las muertes en accidentes de tránsito, pese a que hay 20 por ciento menos de autos en la calle.
› Por Eduardo Videla
Manejar un vehículo después de haber bebido alcohol parece una costumbre difícil de erradicar en los porteños. Lo demuestra un estudio realizado por la Dirección de Seguridad Vial porteña en zonas donde abundan restaurantes, boliches bailables y pubs, según el cual el 27 por ciento de los conductores examinados manejaba con algún grado de alcoholemia, con riesgo para su seguridad y la de terceros. El 11 por ciento lo hacía por encima del nivel aceptable por la Ley de Tránsito, de medio gramo de alcohol por litro de sangre. El año pasado, los valores registrados fueron del 12 y el 4 por ciento, respectivamente, aunque en ese momento, los controles no se centralizaron en las zonas gastronómicas. Un dato más alarmante aún –tal vez relacionado con el primero– es el aumento de los accidentes de tránsito con víctimas fatales en la ciudad de Buenos Aires, desde agosto de 2001 a mayo de 2002, pese a que en las calles hay un 20 por ciento menos de vehículos que hace un año (ver aparte). Según datos de la Policía Federal, en ese lapso hubo 109 muertos en accidentes, contra 75 del mismo período, un año antes.
Según el informe, la explicación de este incremento podría encontrarse en el agravamiento de la situación económica y social. “Los mismos factores que reducen la cantidad del tránsito automotor, empeoran el estado psicofísico de las personas, tanto conductores como peatones”, sostiene el estudio elaborado por la Dirección de Seguridad Vial. En otras palabras, podría decirse que la situación social estaría generando “conductas peligrosas como una mayor tendencia a la agresión o distracción en los comportamientos en el tránsito”.
El último informe sobre control de alcoholemia fue realizado entre el 2 de enero y el 30 de junio de este año. Se realizaron 48 operativos y 2338 controles de conductores, de jueves a domingo, en horario nocturno, tanto a automovilistas particulares como choferes de taxis y motociclistas. Justamente entre estos últimos se registraron los niveles más altos de alcoholemia: sólo el 44 por ciento de los conductores de motos estaba libre de intoxicación alcohólica. El 39 por ciento de los examinados estaba en infracción (más de 0,5 gramo por litro) mientras que el 16,7 presentaba registros de consumo menor.
“Conducir después de beber alcohol es una conducta social que está estandarizada: no está internalizada en la mayoría de la gente la idea de que está prohibida y va a ser sancionada”, dice la directora de Seguridad Vial, Leticia Piris.
–¿Estos datos demuestran una falla en las campañas de prevención? –le preguntó Página/12 a la funcionaria.
–Algunos creen que en las campañas deben mostrarse accidentes y sangre. Otros dicen que eso es contraproducente. Nosotros pensamos que los cambios de conductas son personales: cuando el bebedor social es controlado y sancionado, pasa de hacer algo socialmente aceptado a convertirse en un infractor. Por eso, es fundamental que los controles se mantengan en el tiempo.
El Programa de Control de Alcoholemia se inició en diciembre de 2000 y, según la funcionaria, aún es pronto para esperar cambios de comportamiento. Los equipos de control se conforman por personal especializado, con el apoyo de efectivos de la Policía Federal (o Prefectura, en Puerto Madero) y una ambulancia del SAME. Los infractores reciben dos tipos de sanciones: son demorados hasta que descienda el nivel de alcoholemia y, además, se les hace el acta de infracción. La multa por manejar alcoholizado va de 118 a 360 pesos.
La demora suele generar resistencia por parte de los automovilistas. “Se han registrado casos de violencia verbal, insultos o amenazas del tipo ‘Vos no sabés con quien te metés, te voy a hacer echar’. Pero nunca agresión física”, relata Piris. Los hombres sacan una leve ventaja sobre las mujeres a la hora de conducir bebidos. El 27,3 por ciento de los varones controlados tenía alcohol en sangre, mientras que entre las mujeres las transgresoras llegaron al 22 por ciento. Entre los taxistas, que tienen prohibición total del consumo del alcohol, el 4,7 por ciento presentaba registros de alcoholemia.
Si se analizan los datos por barrio, el Centro aparece como el área más riesgosa: el 33,3 por ciento de los conductores estaban alcoholizados, y el nivel de infracciones subió del 4,7 por ciento en 2001 a 19,8 este año. En menor medida, se registraron aumentos en Recoleta (de 5,9 a 13,5), Flores (7,5 a 12) y Palermo (6,7 a 9), entre otros barrios.
El relevamiento también arrojó resultados decepcionantes respecto a dos conductas tan obligatorias como incumplidas: sólo el 19 por ciento de los motociclistas usa casco y apenas el 14 por ciento de los conductores de vehículos utiliza el cinturón de seguridad. Otras dos muestras de la falta de apego por la vida.
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