SOCIEDAD › LA OAKSTERDAM UNIVERSITY DE CALIFORNIA ENSEñA A CULTIVAR CANNABIS CON FINES MéDICOS
“El certificado verde” es sinónimo de conocimiento y prestigio en California. Para conseguirlo, quienes pretenden perfeccionarse en todo lo relacionado con la marihuana deben tomar cursos intensivos sobre horticultura, medicina, historia y política. Las clases se dan en una antigua farmacia en el centro de Oakland, en la Bahía de San Francisco. Ya se graduaron 200 estudiantes y hay más de 500 anotados que empezarán luego de las vacaciones de verano. Aunque el cannabis está prohibido por ley federal, en California fue legalizado para uso médico en 1996. Esta norma posibilitó un circuito de casi quinientos dispensarios autorizados en ese estado y asegura la salida laboral de los futuros graduados. El centro de estudios abrió en noviembre pasado y ya tiene una sede a estrenar en Los Angeles. Se inspiró en un instituto similar en Amsterdam, por eso, su nombre proviene de la unión de Oakland y de la capital de Holanda: Oaksterdam University. Según sus autoridades el objetivo principal es explotar la incipiente industria de la marihuana que, según activistas cannábicos estadounidenses como Jack Herer o Ed Rosenthal, ya genera preocupación de las corporaciones farmacéuticas. El uso médico ha crecido en Canadá y ya se aplica en los 10 estados norteamericanos donde está permitido. Sirve para aliviar el sufrimiento de personas que padecen enfermedades como el cáncer, la esclerosis múltiple y el VIH.
Según contó una de las graduadas de 56 años llamada Christie a la agencia AFP, desde que los médicos le diagnosticaron depresión tomó Prozac durante años pero la dejaba sintiéndose frenética y con náuseas. Su hijo la inició en el uso de la marihuana y aseguró que al poco tiempo cambio los antidepresivos por el porro. “Siento más alegría y finalmente puedo dormir mejor”, sintetizó la mujer, una productora independiente de sitios de Internet, que asistió a las clases motivada por aprender las leyes en torno del cannabis, luego que la administración que controla las drogas envió cartas a los dispensarios exhortándolos a cerrar o enfrentar multas.
Sin embargo, la ley que posibilitó el cultivo en California ha sido ampliada en los últimos años para proteger a quienes producen, distribuyen o venden la sustancia para usos médicos y hasta se creó un programa voluntario de identificación. Por esta protección, y por el boom del cultivo ilegal en Estados Unidos –generado por los estrictos controles en la frontera con México, tradicional proveedor de marihuana–, en la agencia antinarcóticos local (la DEA) han priorizado investigar los cultivos clandestinos. Joe Gettman, un reconocido investigador de la Coalición para la Reclasificación del Cannabis, aseguró que el año pasado la marihuana ya se había convertido en el cultivo más grande y redituable del país.
En California ya hay 700 mil pacientes autorizados a tener hasta 25 plantas y a comprar en dispensarios como The Farmacy, que factura cinco mil dólares por día. El permiso no es una prescripción médica sino una recomendación y se puede conseguir tras pagar los 100 dólares que cobran los médicos por la consulta. La mayoría de los dispensarios tienen reglas estrictas al público: sólo entran quienes tengan el carnet de residencia y la recomendación.
La Oaksterdam University refleja el grado de excelencia que quieren alcanzar los dispensarios, que optan por aceptar las cosechas de los cultivadores que tienen “el certificado verde” porque son 100 por ciento orgánicas, es decir, sin ningún tipo de abono químico. Sin embargo, el curso no empieza y termina en el jardín. Además de explicar cómo balancear el PH y secar y curar las flores, los alumnos arman simulacros entre los propios alumnos para que sepan qué hacer si son detenidos por un policía.
Entre los profesores hay abogados, horticultores y activistas como Chris Conrad, uno de los principales impulsores del referéndum popular que transformó a California en el primer estado en legalizar el cannabis para uso medicinal. Con los años, otros nueve estados se sumarían, con más o menos restricciones, a esta iniciativa: Washington, Colorado, Hawai, Alaska, Maine, Montana, Nevada, Oregón y Vermont.
“El gobierno gasta una cifra astronómica en el control de las drogas y en encarcelar personas”, dijo Danielle Schumacher, rectora de la Oaksterdam University. El dueño del instituto, Richard Lee, ya ha dicho en varios medios estadounidenses que su idea es incentivar a los alumnos a que abran su propio dispensario. Lee cultiva y comercia marihuana desde hace 17 años y nunca estuvo preso. El curso cuesta 200 dólares y el material de lectura obligatoria 75, dura dos días: sábado y domingo.
Claro que no todos los estudiantes sueñan el dispensario propio, algunos apuntan a formar cooperativas de cultivo como en España o Bélgica. Sin embargo, esta forma de asociación es una batalla aparte: en 2001 los jueces de la Corte Suprema fallaron en contra de la primera cooperativa en Oakland y la cerraron.
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