SOCIEDAD › LOS INVESTIGADORES TRAS LA PISTA DEL NOVIO DE LA TRAVESTI DESCUARTIZADA
La travesti hallada descuartizada en Mar del Plata se llamaba Jésica y le decían La Ecuatoriana. Paraba en La Perla y tenía un novio que, según los investigadores, es parte principal en las hipótesis. Sus compañeras dicen que la golpeaba. Esta es su historia.
› Por Emilio Ruchansky
No tenía casa, ni amistades, ni ocupación fija. La travesti descuartizada el fin de semana pasado era una perfecta paria. Se llamaba Jésica y en la parada del barrio La Perla, una zona roja tradicional de Mar del Plata, la habían apodado con su gentilicio, La Ecuatoriana. Hacía cuatro años que merodeaba la Ciudad Feliz con la depresión a cuestas: su chongo la golpeaba, pero ella lo amaba y no podía dejarlo. Los dos tomaban cocaína en exceso y Jésica La Ecuatoriana robaba para proveer a la pareja. Se iba a la parada, levantaba clientes y después los “ripeaba”, como dicen las travestis. Ayer, el fiscal del caso aseguró que de estos datos surgen sus dos líneas de investigación. El asesino puede ser el novio o un cliente que quiso vengarse.
“Jésica vivía llorando”, recordó Camila Schneider, una travesti que para hace 10 años en la esquina de 9 de Julio y 20 de Septiembre, pleno corazón de La Perla. “Venía desnuda a trabajar, era un escándalo. Andaba así por la vida, la echaban de todos los hoteles y no tenía dónde dormir. Un día hasta me pidió alojamiento para ella y para su chongo. Yo la aconsejaba, todas le decíamos lo mismo: que se separe, que trabaje para ella y no para él”, comentó Schneider en diálogo con PáginaI12. Más de una vez, agregó, la vieron a las piñas con su novio en la playa y “después se metían desnudos al mar, salían y terminaban cogiendo en la playa”.
Hace cinco años que las travestis que emigraron a Mar del Plata, en su mayoría peruanas, coparon La Perla, un barrio ubicado entre el centro de Mar del Plata y la zona bolichera de Constitución. Jésica La Ecuatoriana tenía muy mala fama porque no respetaba ningún código. Tenía 27 años y aunque la aconsejaban hasta las señoras prostitutas de 50, había enloquecido de amor. “Su novio venía a la parada a buscarla y le pegaba adelante de nosotros, es un enfermo de la cocaína y de la noche”, aseguró Camila, que más de una vez recibió la queja de algún cliente suyo que estuvo con Jésica y se quedó sin celular o sin billetera. “Jodete, fijate con quién salís”, les respondía.
Su mala fama llegaba hasta la otra gran parada marplatense, sobre la avenida Luro, entre Independencia y San Juan. Allí, Mara Cambarelli, del Grupo Transparencia Marplatense (GTM), repitió lo mismo que le dijo a la policía anoche: “Vivía cerca de la terminal de micros, tenía problemas con su pareja, las drogas y el alcohol, y además robaba”. Esta dirigente trans aseguró que Jésica La Ecuatoriana andaba sin documentos, como muchas de las chicas que vienen de otros países. Los investigadores del caso informaron que tenía antecedentes delictivos por robos y hurtos, por lo que no descartaban que el crimen fuese un “ajuste de cuentas”.
El fiscal a cargo, Mariano Moyano, contó que anoche él y varios agentes de la Comisión Interdisciplinaria abocada al caso buscaban recabar testimonios de otras travestis de La Perla “con la dificultad que esto implica”. La comisión, integrada por la Departamental de Investigaciones, la policía distrital y personal de distintas comisarías, recorrió las paradas para dar con los datos del chongo o averiguar dónde estuvo la víctima las horas previas al asesinato. Su cuerpo, seccionado con un cuchillo y repartido en bolsas de consorcio, apareció el domingo temprano frente a la parrilla en San Carlos, un barrio humilde en las cercanía del puerto.
Ayer, luego de la autopsia, se disiparon muchas de las fábulas que rodearon al caso. Entre otras, la supuesta ausencia del pene, que fue desmentida por los investigadores, que insistieron con que el cuerpo estaba “entero”. También se supo que Jésica La Ecuatoriana tenía un orificio en el talón, se sospecha que por allí le habrían puesto un gancho para colgarla como una res y cortarla. Murió horas antes de que la encontraran, tras recibir un golpe y dos cuchillazos que la dejaron inconsciente y ser degollada aún con vida. Después el o los asesinos la cortaron en seis partes.
Dentro de la bolsa había un par de guantes quirúrgicos y una bombacha, anudada al brazo de la víctima. Sus genitales fueron triturados, y todavía no se sabe si la violaron. Nadie, por ahora, reclamó sus restos.
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