Dom 03.08.2008

SOCIEDAD  › EL NARCO COLOMBIANO AGUILAR ECHEVERRI ESTUVO SEIS MESES EN ARGENTINA

Los del tiroteo no eran los únicos

Buenos Aires parece un refugio de traficantes. A los muertos en el estacionamiento del Unicenter se le suma otro muy poderoso que vino a negociar su entrega a la DEA, lo que le tomó desde enero.

› Por María Laura Carpineta

Los carteles colombianos llegaron a la Argentina antes del tiroteo en el estacionamiento del shopping Unicenter de Martínez. Carlos Mario Aguilar Echeverri, el hombre que controlaba hasta hace un mes el tráfico de drogas en Medellín, se instaló en Buenos Aires en enero pasado. Venía escapando de las balas de antiguos aliados. Pasó casi seis meses en el país, pero nadie se enteró hasta hace dos semanas, cuando el jefe de la Policía colombiana anunció que el capo narco se había entregado a la DEA, la agencia antinarcóticos estadounidense, en Buenos Aires.

“Argentina se está convirtiendo en uno de los lugares de paso predilectos de los narcotraficantes colombianos que por alguna razón necesitan salir un tiempo del país”, confió una fuente de la fiscalía colombiana a este diario. Aguilar Echeverri, o Rogelio, como lo conocen sus antiguos compañeros paramilitares, es el segundo narcotraficante colombiano de alto nivel que pisa territorio argentino en los últimos meses.

Hace dos jueves, Héctor Duque Caballero, la mano derecha de uno de los jefes paramilitares más poderosos de Colombia, Carlos María Jiménez, alias Macaco, fue asesinado en el estacionamiento del shopping Unicenter de Martínez. Con él estaban Jorge Quintero Gartner, otro hombre de Macaco, y Julián Andrés Jiménez Jaramillo, el único sobreviviente y pieza central de la investigación en Buenos Aires. Todavía no está claro si habían venido al país escapando de las vendetas de sus ex colegas, si querían expandir su negocio o las dos cosas al mismo tiempo.

El viaje de Rogelio, en cambio, tuvo otro objetivo: entregarse. Según declaró en una conferencia de prensa el jefe de la Policía colombiana general Oscar Naranjo, el 14 de julio, el ex paramilitar de 41 años vino a la Argentina a negociar con la justicia estadounidense. “Se entregó hace unas semanas después de estar varios meses en Buenos Aires y desde allí mismo viajó a Miami”, explicó. A pesar de la confirmación de Bogotá, la oficina de Migraciones en Buenos Aires nunca registró ni la entrada ni la salida de un ciudadano colombiano con el nombre de Carlos Mario Aguilar Echeverri. Como los hombres de Macaco que fueron asesinados en el Unicenter, Echeverri habría entrado y salido del país con un nombre falso. Su situación hoy en Estados Unidos no es mucho más clara que su paso por Buenos Aires. Ni la DEA ni la justicia estadounidense confirmaron las declaraciones del jefe de la Policía colombiana. Oficialmente, Rogelio no está detenido ni acusado por un tribunal norteamericano, como es el procedimiento normal cuando un reconocido narcotraficante se entrega a la DEA. Sin embargo, en las calles de Medellín sus ex compañeros paramilitares dan por descontado que, como había adelantado el jefe de la Policía, se convirtió en un informante. “No puedo dar detalles de la entrega de Rogelio para no entorpecer el proceso, excepto decir que en Estados Unidos va a suministrar información muy valiosa sobre narcotraficantes y extraditables”, había señalado el general Naranjo a mediados de julio.

Dos semanas después de esa conferencia de prensa, la Dijin (Policía Judicial) detuvo en Medellín a los dos hombres fuertes que le quedaban a Macaco, el jefe de los narcos asesinados en Buenos Aires. Los dos detenidos, Jacinto Fuentes y Jorge Luis Villadiego, eran miembros de la Oficina de Envigado, el grupo que desde los años de Pablo Escobar controla el tráfico de drogas en el Valle de Aburra, donde se asienta Medellín. Después de la muerte de Escobar en 1993, la Oficina de Envigado quedó a cargo de Diego Fernando Murillo, alias Don Berna, el jefe de Rogelio. Según el diario colombiano El Espectador, la policía antinarcóticos de Nueva York calcula que entre los años 2000 y 2007 Envigado exportó cinco toneladas de cocaína a ese país. Cuando Don Berna quedó detenido con el resto de los jefes paramilitares el año pasado, Rogelio se hizo cargo del cártel.

Aunque la policía colombiana y el propio presidente Alvaro Uribe lo señalaban públicamente como el jefe de Envigado, hasta principios de este año Rogelio era un hombre libre en Medellín. Según una fuente cercana a los paramilitares desmovilizados de esa región, el nuevo jefe narco había esquivado las investigaciones, gracias a las amistades que tenía dentro de la fiscalía desde la época en que trabajaba allí. Entre 1993 y 1994 fue miembro del Centro Técnico de Investigación, el órgano que se encarga de reunir las evidencias para sustentar las denuncias de la fiscalía.

Pero la guerra por el control del tráfico de drogas que se desató en Medellín pudo más que su red de contactos y a principio de año Rogelio se vio obligado a salir del país. Hoy él y su antiguo jefe, Don Berna, están en Estados Unidos, presuntamente entregando nombres y negociando un acuerdo para evitar una larga estadía detrás de las rejas. Aunque llegaron de forma y en momentos muy diferentes, los dos comparten la misma asesoría legal.

Cruz Elena Aguilar es una famosa ex fiscal colombiana y hermana de Rogelio. A principios de los noventa persiguió a Pablo Escobar y al Cartel de Medellín y, por eso, dice, tuvo que refugiarse en Miami. Quince años después, la ex fiscal antioqueña ya no persigue narcotraficantes, sino que les busca abogados defensores. Según reconoció a la prensa colombiana, ella se ocupó de encontrarle un abogado a Don Berna cuando fue extraditado. Mientras Rogelio negociaba con la DEA en la Argentina, ella habría preparado las cosas en Estados Unidos para su llegada.

Confiado en que los frutos de los acuerdos en Washington llegarán hasta Bogotá, el miércoles pasado el presidente Uribe anunció orgulloso que están a un paso de hacer desaparecer la Oficina de Envigado. Pero muchas organizaciones sociales en Medellín no comparten el optimismo del mandatario. “Sólo caen las caras conocidas y siempre hay un ejército atrás listo para reemplazarlas”, advirtió el presidente de Corporación para la Paz y el Desarrollo Social (Corpades), Fernando Quijano. “A los verdaderos jefes nunca se los conoce.”

Lo que nadie supo explicar es por qué Rogelio vino a la Argentina para entregarse.

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