SOCIEDAD › ENCONTRARON LOS CUERPOS DE LOS CHICOS DE OCHO Y ONCE AÑOS
La policía encontró los cuerpos de los hijos de los Mansilla. Estaban maniatados y tirados bajo un puente de la Panamericana. Los mataron a hachazos. Hasta los forenses lloraron de impresión.
› Por Raúl Kollmann
Los forenses que hicieron la autopsia de la pareja Mansilla y de los dos hijos, Agustín y Milagros, encontrados ayer a la madrugada en el kilómetro 66 de la Pa-namericana, creen que todos fueron asesinados con muy poco tiempo de diferencia y por la misma persona, que probablemente haya usado un hacha de mano encontrada cerca de los cuerpos. Para los investigadores, sin embargo, los padres fueron asesinados en la noche del jueves y los chicos en la noche del viernes. En todos los casos, el asesino fue Angel Fernández, quien ya registraba antecedentes gravísimos por violación y homicidio. Asaltó a varias parejas que se besaban en autos, violaba al varón y la mujer y los asesinaba. El móvil del sórdido cuádruple asesinato no está claro, pero hay una hipótesis que prevalece sobre las demás. Sandra Rabago, la mujer asesinada, mantenía una relación sentimental con el homicida. Después de un robo, ella se habría quedado con dinero y encima declaró en su contra. Fernández decidió vengarse y encabezó la matanza ayudado por los otros. La otra hipótesis es que los Fernández decidieron robar en casa de los Mansilla y, como se conocían desde hace mucho, el robo implicaba los asesinatos. Del caso surge una fuerte polémica: supuestamente el homicida no podía salir de su vivienda por una tobillera electrónica. El hijo de Angel, Cristian, explicó cómo su padre lograba sacarse el implemento de control.
Los cuerpos de Agustín, de 11 años, y Milagros, de 8, se encontraron debajo de un puente de la Panamericana, casi sumergidos en el pequeño arroyo del kilómetro 66. El trato que recibieron fue bestial: estaban maniatados, con trapos en la boca y con numerosos golpes y heridas cortantes en la cabeza. En el momento del hallazgo estaban allí el fiscal Marcelo Pernici, el ministro de Seguridad Bonaerense, Carlos Stornelli, y el subsecretario de Investigaciones, Paul Starc. Las imágenes para todos fueron dantescas, al punto de que hubo peritos que lloraban y uno de ellos se descompuso.
Los médicos que trabajaron en el caso le van a entregar su dictamen por escrito entre lunes y martes al fiscal. Es probable que vuelquen amplísimos rangos de posibilidades de horarios y días de las muertes, porque científicamente es muy difícil dar mayores precisiones. Pero, por olfato, los forenses creen que todos fueron asesinados con muy poco tiempo de diferencia y lo más probable es que haya sido una sola persona, Angel Fernández, quien manejó el instrumento punzocortante que ocasionó las muertes. Es obvio que necesitó de la colaboración del resto de los detenidos: “El que tenía agarradas a las víctimas mientras el otro los mataba es igual de asesino”, explicó una alta fuente de la pesquisa.
Los investigadores de la Policía Bonaerense y los funcionarios del Ministerio de Seguridad manejan otro diagnóstico. Según creen, en la mañana del jueves, cuando Marcelo Mansilla salía a trabajar, los Fernández se metieron en la casa y se llevaron a los cuatro a la casilla de Angel Fernández. El homicidio de los padres se habría producido esa misma noche, la del jueves, mientras que la intención era tirar a los chicos al río, en la zona de Zárate, pero la neblina hizo que se cortara la ruta. Por eso, a Milagros y Agustín los habrían asesinado el viernes a la noche.
Con todos estos elementos en danza, fuentes del máximo nivel de la investigación evaluaban las hipótesis del móvil del crimen:
n El más aceptado, por ahora, es que Sandra Rabago, en el marco de su relación con Angel Fernández, se quedó con un dinero de un ilícito y, encima, declaró contra el padre y el hijo en la causa por el robo. No bien Angel pudo sacarse la tobillera, concretó la venganza.
n La segunda hipótesis es directamente la del robo. Los Fernández decidieron robar la casa de los Mansilla. De hecho, varios electrodomésticos de las víctimas se encontraron en poder de los homicidas. Como los Mansilla conocían a los Fernández, éstos los mataron. Lo que se agregaría en esta hipótesis es que, además, había dinero en la casa de los Mansilla. Se dice incluso que Marcelo había cobrado un dinero extra en la estación de servicio.
De todas maneras, el fiscal Pernici y los investigadores de la Bonaerense continuarán con el análisis de las hipótesis a partir de mañana. Por de pronto, el principal imputado, Angel Fernández, argumentó ayer ante el fiscal que él no tuvo nada que ver, que tenía la pulserita puesta y no podía salir de su casa. Lo contradicen varios testimonios, entre ellos el de su propio hijo.
En el ambiente del delito, se dice que existe una verdadera organización que por 400 pesos hackea el sistema y le permite a quien cumple prisión domiciliaria sacarse la pulsera y ponérsela a otro integrante de la familia por varias horas. Otros dicen que el sistema es todavía más vulnerable. Lo concreto es que ayer el ministro de Justicia bonaerense, Ricardo Casal, desplazó al funcionario del Servicio Penitenciario encargado de la vigilancia del sistema de pulseras. Es que hubo una alarma el día 24, indicando que Angel Fernández se había sacado la pulsera. Esa alarma fue desoída. Sin embargo, el caso produce todavía una polémica más profunda: si se le puede conceder el beneficio de la prisión domiciliaria a una persona condenada por violación y homicidio, incluso en circunstancias como las relatadas por el Ministerio de Seguridad, es decir abusando de los dos integrantes de una pareja y luego matando a ambos.
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