SOCIEDAD › GRASSI DEBIó RESPONDER EN EL JUICIO SOBRE SU VIDA SEXUAL Y LA RELACIóN CON LOS TRES JóVENES ACUSADORES
Por primera vez, el sacerdote enfrentó las preguntas de los fiscales. Dijo que es célibe desde los 19 años, cuando entró al seminario, y que antes tuvo algunos “noviazgos juveniles”, aunque sin sexo. Hoy deberá responder a los abogados querellantes.
› Por Carlos Rodríguez
Tal como había anunciado, el cura Julio César Grassi respondió ayer a todas las preguntas que le fueron formuladas por la fiscalía y en ese marco hasta llegó a hablar de su sexualidad. “Soy virgen”, aclaró Grassi luego de hacer una serie de manifestaciones a partir de una consulta referida a cuál es el significado del celibato sacerdotal. El religioso, acusado de abuso deshonesto y corrupción de tres menores que estaban a su cargo en la Fundación Felices los Niños, relató que es célibe “desde los 19 años”, cuando se incorporó a la Iglesia Católica, y reconoció que antes había tenido algunos “noviazgos juveniles”, aunque sostuvo que nunca llegó a mantener relación sexual alguna. El imputado, que se extendió en sus declaraciones, como es su costumbre, se mostró algo nervioso cuando tuvo que hablar de cuestiones relacionadas con el sexo o acerca de la relación que tenía con los tres chicos que lo acusan de haberlos hecho víctimas de 17 casos de abuso. Los tres testigos de cargo, “Gabriel”, “Ezequiel” y “Luis”, estuvieron presentes en la sala durante toda la indagatoria.
Ante los fiscales Alejandro Varela y Carolina Rodríguez, el cura Grassi reiteró que es inocente y que la causa en la que está involucrado, que fue abierta en el año 2000 por una denuncia anónima, fue producto de “un complot” orquestado supuestamente por los responsables de la empresa Hard Communication, encabezada por Jorge “Corcho” Rodríguez, el ex novio de Susana Giménez. El abogado Daniel Cavo, uno de los defensores de Grassi, le aseguró a PáginaI12 que su representado “en ningún momento mencionó a Susana Giménez, a la que jamás involucró en el complot”. Cavo desmintió que Grassi intente dilatar el juicio con sus largas declaraciones. “¿Qué dirían si se negara a hablar?”, se preguntó.
Grassi promovió un juicio contra Hard asegurando que en un concurso organizado en el programa Hola Susana le habían pagado sólo 400 mil de los 7 millones de pesos que le correspondían a la Fundación Felices los Niños. Luego de una dura pelea mediática, los gerentes de la firma fueron absueltos, mientras que Grassi y Susana llegaron a un acuerdo monetario extrajudicial. En septiembre de 2002, Jorge Born, gerente de Hard, al ser absuelto, aseguró que la denuncia fue “una brutal campaña orquestada” por “ciertos grupos periodísticos”. Algo similar dice hoy Grassi sobre la acusación por 17 casos de abuso sexual. Ayer involucró en el presunto complot en su contra al ex juez de la dictadura Oscar Salvi, abogado de Hard, y al periodista Daniel Olivera, autor del libro Pecado, en el cual se deja muy mal parado al sacerdote.
Llamó la atención, en otros momentos de la sesión de ayer, que Grassi le hiciera críticas muy duras a su ex abogado Miguel Angel Pierri, que estuvo procesado y hasta preso por algunos días, por haber participado en una maniobra destinada a desprestigiar a una de las víctimas, “Ezequiel”, y que determinó también el desafuero de un juez. Otro cuestionamiento que llamó la atención fue el que le hizo al conductor televisivo Mauro Viale, quien supo defender a Grassi de la acusación por abuso. El sacerdote dijo que, contra su voluntad, tuvo que subirse a un auto en el que iba Viale. Eso ocurrió en un momento en que Grassi, por consejo de su abogado Jorge Sandro, eludió la detención judicial ordenada en su contra, poco después de la salida al aire del programa Telenoche Investiga, en el que se hizo pública la imputación en su contra.
Los fiscales interrogaron ayer a Grassi sobre aspectos de la declaración que hizo, ante el Tribunal Oral 1 de Morón, durante cuatro audiencias consecutivas. Lo consultaron acerca de la relación que mantenía con dos chicos alojados en la fundación, Flavio Mondolo y Fabián Amarilla, que han hablado a favor de Grassi, aunque testigos que declararán en el juicio estiman que ambos también podrían haber sido víctimas de algún abuso.
Grassi confirmó que los dos jóvenes solían dormir en un lugar cercano a la habitación que ocupaba el sacerdote, en el primer piso de la fundación, mientras que el resto de los internos estaba en otros cuartos alejados de ese lugar. Sobre la presencia de esos “secretarios” suyos que recibían un “trato preferencial” –según declararon ex empleados de la fundación–, sólo comentó que se trata de una “costumbre salesiana”. Aseguró que era muy cuidadoso de su intimidad y que dada la cercanía con la cama en la que dormían esos chicos, él tenía cuidado al vestirse para que no lo vieran. Fue el primer momento de “notoria incomodidad” que tuvo que pasar Grassi, según lo que le comentó a este diario Juan Pablo Gallego, uno de los tres abogados querellantes.
Luego llegó la consulta, de la fiscal Rodríguez, sobre el significado del celibato sacerdotal. Grassi dijo que es célibe desde los 19 años y que antes de ingresar a la Iglesia mantuvo “varios noviazgos”, pero que conservó su virginidad porque nunca mantuvo relaciones sexuales. “No, soy virgen”, respondió cuando le hicieron la pregunta. Grassi incurrió en algunas contradicciones cuando le preguntaron acerca de la denuncia que hizo en su contra el joven conocido como “Luis”, recién en julio de 2006, sobre hechos que habían ocurrido varios años antes.
En algún momento de su larga declaración, Grassi especuló con que “Luis” lo acusó por una cuestión de dinero. Concretamente, “porque le dieron plata”. Cuando le preguntaron si tenía pruebas, mencionó vagamente el sistema de Protección de Testigos, bajo el que se cobijó “Luis” por las amenazas que dice haber recibido después de la acusación contra el cura. Los que están bajo ese régimen reciben algún viático, pero nada tan importante como para equipararlo con un soborno. En otros momentos, Grassi cambió sus dichos e insinuó que “Luis” actuó en represalia, porque él lo había “echado de la fundación” en mayo de 2006.
Fuera de la sala de audiencia, Grassi reiteró que es “inocente de todos los hechos que me endilgan. La inocencia no se demuestra por un problema de matemáticas, se siente cuando uno habla. Delante de los jueces está pasando toda la realidad. Espero que la vean bien”. Ese fue el consejo que les dio a los periodistas. Hoy comenzará el interrogatorio de los abogados querellantes, Sergio Piris (por “Gabriel”), Jorge Calcagno (“Luis”) y Juan Pablo Gallego, por el Comité de Seguimiento de los Derechos del Niño. La serie de preguntas podría continuar mañana. Luego lo hará la defensa y después puede haber réplicas de la fiscalía y las querellas.
Al salir, como todos los días, Grassi fue interrogado por un grupo de diez jóvenes, internos de la Fundación Felices los Niños, que actúan como si fueran periodistas. Una de las chicas, de nombre Natalia, dijo que forman parte “de un taller en el que estamos haciendo un documental sobre la vida del padre Grassi”. Por las preguntas que formulaban, se deduce que la historia es a favor de la inocencia del cura imputado de abuso sexual.
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