SOCIEDAD › DECLARO EL JOVEN QUE RECIBIA PRIVILEGIOS DE GRASSI, PERO QUE LO DENUNCIO EN DIEZ CASOS DE ABUSO
Luis Gutiérrez respondió durante casi siete horas las preguntas del fiscal y de la querella. Ratificó sus denuncias anteriores y describió con lujo de detalles situaciones escabrosas vividas en la fundación de Grassi. El lunes sigue respondiendo.
› Por Horacio Cecchi
La silla unos centímetros más adelante, había pedido el abogado querellante a los tres jueces para que la víctima, uno de los dos chicos denunciantes, no sufriera el punzón de la mirada del acusado, el cura Julio Grassi, casi de frente. No pudo ser. El tribunal rechazó el pedido. El argumento usado fue la balanza de la Justicia: si Grassi declaró en ese lugar, exactamente en ese lugar debía declarar la víctima. Desde ese punto de vista, la balanza de la Justicia pareció un poco desbalanceada. Cualquiera se da cuenta de que en semejante juicio, el peso de las miradas no es el mismo. Igual, Luis Gutiérrez no pareció intimidado. Durante cinco horas, sin quitarles la vista a los jueces, escuchó las preguntas del fiscal, Alejandro Varela, y dos horas más las dedicó a responder a su abogado, Jorge Calcagno. Lo hizo confirmando su denuncia con lujo de detalles y utilizando expresiones y tonalidades emotivas que sólo pudo haber dado quien estuvo en los lugares y en las situaciones que dijo haber sufrido. Fue tan extenso todo, que el interrogatorio terminó interrumpido y continuará el lunes, cuando le toque el turno a Juan Pablo Gallego, representante del Comité por los Derechos de los Niños (Casacidn). Luego será el turno de la defensa.
En síntesis, la declaración de Luis Gutiérrez ratificó su denuncia, como se dice, de la A a la Z. Y no se salteó letras. La batería de preguntas de la fiscalía bordeó el centenar y desparramó las respuestas en cada uno de los hechos denunciados y entrando en los detalles más escabrosos. Habrá que recordar el tenor de la denuncia de Gutiérrez para entender la importancia que tiene su declaración, su ratificación, en el juicio. Al inicio del caso, Gutiérrez formaba parte de la estrategia de la defensa, era testigo de parte y su testimonio era citado para contraatacar las denuncias de los otros dos chicos, Gabriel (el otro denunciante) y Ezequiel (quien no pudo ser incorporado como denunciante, pero que será testigo de la querella).
Luis Gutiérrez vivió en la Fundación Felices los Niños desde 1998 hasta 2003, cuando quedó bajo la guarda de Grassi. El impacto de su denuncia consiste en que hasta julio de 2006 formaba parte del grupo de chicos que rodeaba al cura. Todos los casos de abusos que se analizan en este juicio corresponden a denuncias de hechos supuestamente ocurridos en el predio de la fundación en Hurlingham. De ahí que intervenga la Justicia de Morón. Pero, Grassi está procesado también por la Justicia santacruceña por presuntos abusos en un hotel de la localidad de El Calafate, durante un viaje de vacaciones del cura con un grupo de chicos de la fundación.
Luis Gutiérrez estuvo presente en El Calafate y en su testimonio negó haber sido abusado por Grassi. Pero al regresar, se presentó ante la fiscalía de Matías Rapazzo, de Morón, y denunció que sí había sido abusado por el cura en Hurlingham. Ayer, durante su testimonio, dio detalles de diez situaciones de abuso y describió otra situación en la que no intervino él sino otros chicos.
La minuciosidad, el tono y las características de la descripción en aquella denuncia fueron reiteradas, ratificadas según Calcagno por el joven, pero en esta ocasión en persona, ante los jueces que pudieron medir sus tonalidades y ver su rostro. Qué fue lo que ratificó. Tal como trascendió en aquel momento, el joven había descripto varias situaciones, cómo el cura lo había tomado en una ocasión de la cintura y le había dado un beso en la boca mientras él resistía cerrando la suya, otra ocasión en la que el cura había entrado en su cama, cómo se había desnudado, los movimientos de su cuerpo, sus jadeos y demás. Otra en la que Grassi tuvo que detenerse, después de desnudar al chico, porque la cama hacía demasiado ruido, ocasión que él aprovechó para escabullirse. Según Grassi, aquellas denuncias ayer ratificadas eran falsas de toda falsedad, pero lo curioso es que el mismo denunciante había salido de sus propias filas de testigos.
Fuentes cercanas a la causa dijeron que “desde hace años (Luis) no se sentía tan libre como para relatar lo que relató ante el tribunal. Y dijo que gozó de una situación de privilegio, pero que tuvo que pagarlo muy caro”. También sostuvieron que “durante dos años tuvo sus proyectos y su vida congeladas al estar incluido en el programa de protección de testigos, pero que hablar ahora lo hace libre”.
Las preguntas del fiscal se extendieron desde las 10 hasta el cuarto intermedio del almuerzo, a las 15, y continuaron a las 16 durante cerca de una hora. Antes, al mediodía, la audiencia se demoró por un pedido de la defensa para que no se incorporara como prueba la causa de El Calafate. El pedido fue rechazado. Al término siguió Calcagno hasta pasadas las 18, cuando se abrió el receso hasta el lunes.
A la salida, Grassi no salió con buena cara. Los periodistas le preguntaron al respecto. “No es agradable estar en un juicio oral, no puedo salir con cara de que no pasó nada, pero sí tengo cada vez más la firme esperanza de una absolución a medida que va pasando el juicio. El juicio seguirá con las mismas garantías y espero que todos vayamos colaborando desde adentro y desde afuera para que así sea, pero confío en que el juicio seguirá bien”, dijo el cura y miró hacia arriba.
El lunes, después de las preguntas de Gallego, seguirá el turno de la defensa. Posteriormente es muy probable que inicie la declaración el otro denunciante, conocido bajo el seudónimo de Gabriel. Eso sí, lo hará sentado al mismo nivel que lo hizo el imputado, según los equilibrios de la Justicia.
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