Lun 27.10.2008

SOCIEDAD  › SE INICIA EN CóRDOBA EL JUICIO A BENAVíDEZ, UN EMPRESARIO ACUSADO DE VIOLAR A SU EMPLEADA ADOLESCENTE

El caso de Eli, nueve años ultrajada

Conocido en 2006, el caso sacudió al país por la similitud con el de Romina Tejerina. Elizabeth Díaz, abusada desde los 9 años, fue absuelta por la muerte del bebé en el parto. Un estudio de ADN demostró la paternidad de Benítez. El dice que fue consentido.

› Por Mariana Carbajal

A partir de hoy, la Cámara del Crimen de Córdoba comenzará a juzgar a un empresario, de 62 años, de la localidad serrana de San Javier, en Traslasierra, acusado de abusar sexualmente en forma reiterada con acceso carnal de Elizabeth Díaz, la adolescente muy humilde que trabajaba en su casa haciendo tareas domésticas, y que dos años atrás fue absuelta por un jurado popular de Villa Dolores por el homicidio de su beba recién parida. Aquel caso sacudió al país a fines de 2006 por sus similitudes con el de Romina Tejerina, de Jujuy. Durante el juicio en su contra, Eli –como todos la conocen en San Javier– relató que mató a la criatura porque era el resultado de los sucesivos abusos a los que la había sometido desde que tenía 9 años –y por casi una década– su patrón, Arturo Benavídez, un hombre casado y padre de dos hijos. Un estudio de ADN posterior probó la paternidad que la muchachita alegó. Como es habitual en casos de violación y abuso –delitos que se cometen mayormente sin testigos–, Benavídez sostendrá –como ya lo hizo en la instrucción– que la relación fue consentida. Lo defiende un poderoso estudio jurídico cordobés, el mismo que defendió al ex presidente Carlos Menem en el juicio por la explosión de la fábrica de armas de Río Tercero. En un primer triunfo, la defensa consiguió sacar el juicio de Villa Dolores, donde debía llevarse a cabo y donde todos conocen la tragedia de Eli. Recusó a dos jueces de Villa Dolores, y por esa razón será la Cámara del Crimen de Córdoba la que lo juzgue. A muchos kilómetros de sus afectos, Eli, de todas formas, no estará sola: la acompañarán docentes, vecinos y organizaciones de mujeres, que temen que la tragedia quede impune.

En San Javier, 165 kilómetros al oeste de la ciudad de Córdoba, hubo “un antes y un después” del juicio contra Eli. Su caso movilizó a esa pequeña comunidad serrana: los docentes y vecinos que conocían a la adolescente se sintieron culpables al conocer su relato sobre los nueve años de abusos sexuales, por no haberse dado cuenta de semejante sufrimiento, a pesar de verla cotidianamente en la escuela o por la calle. San Javier quiso decir “nunca más” al abuso sexual y así surgió un programa que se viene llevando a cabo desde aquel entonces en la secundaria y primaria del pueblo, y en otras escuelas de los alrededores, con el asesoramiento de una especialista porteña, Julieta Imberti, que casualmente tiene una casa de veraneo en esa localidad. El lema del programa es: “El abuso es un delito siempre” (ver aparte).

“Como es habitual en casos similares, él va a querer demostrar que ella quiso tener relaciones sexuales”, advirtió en diálogo con PáginaI12 Imberti, directora de Edupas, una institución que hace más de treinta años se dedica a los programas de educación para la salud y desarrollo social.

La sentencia que absolvió a la joven tiene un pedido de casación de José Luis Cerioni, fiscal de Cámara del Crimen de Villa Dolores, donde se llevó a cabo el juicio oral. Cerioni había pedido en su alegato una pena de ocho años de prisión, la mínima para un homicidio simple. En un fallo dividido, la adolescente, que en aquel momento tenía 18 años, fue absuelta el 27 de noviembre de 2006 y recuperó así su libertad. El tribunal que la juzgó estuvo integrado por dos jueces “técnicos”, de carrera, y por ocho jurados populares elegidos entre los habitantes de Villa Dolores. Seis de los jurados populares votaron por su absolución, mientras que los otros dos acompañaron a los dos jueces de la cátedra, que consideraron, en minoría, que la joven tenía que ser declarada culpable, aunque con atenuantes debido a la situación de abuso que sufría.

El drama salió a la luz cuando el 8 de febrero de 2006 Eli fue hallada ensangrentada en el baño de una casa donde trabajaba, con signos de haber sufrido un aborto. Después se supo que la criatura había llegado a nacer con vida y que la adolescente la había matado. Había ocultado el embarazo hasta el parto.

El testimonio de Eli, acusando a Benavídez de haber abusado de ella desde que tenía 9 años, movió al fiscal de Villa Dolores, Emilio Andruet, a investigar de oficio. El empresario quedó detenido durante el juicio, el 23 de noviembre de 2006. El fiscal ordenó pericias y análisis genéticos al cadáver del bebé y se comprobó la paternidad.

Durante la instrucción de la causa, Benavídez negó los hechos que se le imputan y aseguró que “he mantenido una relación consensuada con la joven”. Lo representan legalmente los abogados Carlos Hairabedian y su socio, Sebastián Becerra. Hairabedian es defensor del ex presidente Menem en el juicio que enfrenta por la explosión de la fábrica de armas de Río Tercero.

Eli pertenece a una familia muy humilde de San Javier y desde pequeña trabajó para ayudar económicamente en su casa. También iba a la escuela. Tiene 8 hermanos. Según contó, trabajaba como mucama en la casa de Benavídez. Los primeros años, el hombre, según declaró en la Justicia, la manoseaba, luego la obligaba a practicarle sexo oral, y posteriormente empezó a someterla sexualmente, bajo amenaza, en el dormitorio matrimonial de la casa, cada vez que quedaban solos.

Hace unos días le preguntaron a Eli cuál era su miedo más grande al enfrentar el juicio oral contra Benavídez, y contestó: “Que voy a estar en un mundo de hombres”. Organizaciones de mujeres, vecinas y vecinos, y docentes de su pueblo estarán a su lado en los próximos días para apoyarla.

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