SOCIEDAD
El candor del padre Braun, o cómo Máxima vuelve a estar en problemas
La futura princesa convocó al cura Rafael Braun para su boda.Pero la divulgación de unas declaraciones pro dictadura generó un escándalo mayúsculo en Holanda. Lo debatirá el Parlamento.
El cura argentino Rafael Braun había decidido hasta la larga túnica de ceremonias que usaría como sacerdote católico invitado de la novia en el casamiento de Máxima Zorreguieta y el príncipe Guillermo de Holanda. Pero sus viejas opiniones sobre la última dictadura y sus críticas a las campañas internacionales de denuncia de violaciones a los derechos humanos divulgadas ayer en la revista Vrïj Nederland por el periodista Jan Thielen le valieron una polémica de alta polvareda en todos los medios holandeses y un debate urgente en el Parlamento, donde los partidos mayoritarios podrían vetar su presencia en tierras tan políticamente correctas. Su crecida niña dorada –conoce a Máxima desde que era una nena– lo había elegido como el representante de la Iglesia Católica en la boda real por ser un “hombre maravilloso e inspirador”. El periodista holandés, autor de una biografía del padre de la novia, Jorge Zorreguieta, señaló en la nota que desató el escándalo que en una entrevista el sacerdote opinó, hablando de lo que pasaba en la dictadura: “Hasta donde tengo conocimiento, en todos los países en los que se combatió la guerrilla o la subversión se utilizó la tortura, es inevitable”.
En rigor, lo que el investigador holandés que aguó la fiesta a Braun encontró fueron algunas de las editoriales de la revista Criterio de los primeros años de la dictadura y hasta el fin de la era Videla. La revista cristiana era dirigida por Braun, y por lo tanto a él se le atribuyen las opiniones que se volcaban en la editorial de cada número. Allí es donde se sostenía que el ex dictador Videla hablaba “con autoridad moral” y lo consideraba un “defensor de la ciudadanía argentina” mientras que protestaba por las supuestas campañas internacionales antiargentinas que no eran más que los intentos de denunciar cómo se torturaba y se desaparecían personas en el país. Después del Mundial del ‘78 el sacerdote consideró que el título que consiguió el equipo de fútbol de José Luis Menotti “logró una nueva identidad nacional contra la agresión extranjera”, cuenta Thielen en una columna de opinión en la que la información sobre Braun aparece sobre los últimos párrafos.
Claro que es tal la avidez de escándalo en torno a la boda principesca que los medios holandeses se hicieron un festín con los datos. Y pusieron inmediatamente en la hoguera la figura de Braun, el cura de la familia del Zorro, como han rebautizado al ex funcionario de Videla. Además de consignar las declaraciones más o menos pro dictadura del sacerdote, Thielen recuerda que el religioso, hoy habitante del Convento de Santa Catalina, en Viamonte y San Martín, atacó con dureza en marzo de 1978 a un cardenal de París. El cardenal se había negado a conceder una de las iglesias de su orden para una misa a pedido de la embajada argentina como protesta por el secuestro de las tres monjas francesas. Fueron decenas de periodistas holandeses y varios argentinos quienes ayer intentaron declaraciones de parte de Braun, pero por la tarde el teléfono del coqueto lugar en que suelen casarse parejas de alta alcurnia criolla no fue atendido.
Lo peor de la elección de Máxima para representar a su religión en la ceremonia en la iglesia Nieuwe Kerk –protestante pero con cabida para un sacerdote cristiano que lea un versículo de la Biblia y ore en español– fue la defensa que de este nuevo personaje hizo el viernes ante la tele. En la primera entrevista de la pareja ella se despachó con que Braun es “un gran amigo de la familia: un hombre maravilloso e inspirador”. Y no sólo eso: de las palabras reales lo que más molestó a los holandeses “biempensantes” fue que los tórtolos defendieran a papá Zorreguieta diciendo que conocía sólo tres casos de desaparecidos y que todos ellos habían vuelto a aparecer, ya que existen pruebas sobradas de que conoció otros casos de personas que continúan desaparecidas. Thielen contó además ayer a Página/12 que en la conversación que por la investigación de su libro tuvo con Braun, éste le expresó otras opiniones sobre el mundo además de la idea de que no hay combate a la guerrilla sin tortura. “Condenaba la postura holandesa de no dejar entrar a Zorreguieta a la boda –contó el periodista–. Dijo que con ese criterio tampoco deberían dejar entrar al país a François Mitterrand por su responsabilidad en las muertes de Argelia. El cree que es una postura hipócrita porque los holandeses también torturaron personas en Indonesia.”
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