Mié 19.11.2008

SOCIEDAD  › DE CARLI NEGó TODOS LOS CARGOS ANTE EL JUEZ DE ZáRATE-CAMPANA

Una declaración muy extensa

El empresario Hernán De Carli, sospechado por Faggionatto Márquez de tener relación con el negocio de la efedrina y el triple crimen de General Rodríguez, declaró durante siete horas. Negó ser un narcotraficante. De todos modos, quedó detenido.

Como ya lo había anticipado a este diario en la única oportunidad en que habló en público, como ya lo había anunciado su abogado Gustavo Hechem a quien quisiera escucharlo, y como era de suponer, el empresario de la industria informática y de los rieles ferroviarios Hernán De Carli negó toda vinculación con la ruta de la efedrina, con la efedrina misma, con Forza, Ferrón y Bina, con el triple homicidio de los antedichos, con el Chucho Espinoza y sus amigos y con el préstamo de su fantástica camioneta Ram con patente delantera de fantasía SWAT. De todos modos, el juez Faggionatto Márquez lo escuchó, lo escuchó y lo escuchó durante siete horas, pero después lo dejó tras las rejas porque dispuso volver a escuchar a Miguel Angel Lombardi, el ex penitenciario, amigo de De Carli y aparentemente único chofer autorizado para conducir la Ram.

Según Hechem, De Carli demostró palmariamente su inocencia. “Le preguntaron si conocía a alguno de los otros imputados en la causa y dijo que no, incluido Martínez Espinoza”, aseguró el abogado. También abundó sobre su viaje a Paraguay, junto a Lombardi, a bordo de la camioneta Ram que, según declaró un testigo encubierto, fue vista y fotografiada con un celular (aunque aparentemente la foto nunca apareció) en el lugar donde fueron hallados los cuerpos de los tres amigos, en General Rodríguez, y cerca de la mansión de los padres de De Carli.

Hechem describió que durante la indagatoria, De Carli aportó documentación y los nombres de los testigos de su viaje y negociación en Paraguay, con un tal Carlos Andrada, de Córdoba, pero con amistad a altos niveles en el país vecino. Andrada, según aseguró De Carli a Faggionatto, le había ofrecido la compra de 10 mil toneladas de rieles de ferrocarril paraguayo que el empresario en informática luego pensaba vender a China, tan necesitada de hierro caminado, pero el negocio no prosperó. Nada de esto hubiera trascendido si De Carli no hubiera pasado la noche en Clorinda, en el hotel Mario, donde también habían pernoctado los dos amigos del Chucho Martínez, detenidos en situación de efedrina en Asunción.

Es cierto que antes de iniciar su declaración De Carli pasó por un momento de crisis de nervios que bordeó el llanto seco, pero después se recompuso y avanzó en la línea de su inocencia, todo esto según fuentes inobjetables.

Se sabe que el frustrado empresario de rieles paraguayos se encontraba en Miami, donde vive, cuando ocurrió el triple crimen. Y juró y perjuró que su fastuosa camioneta Ram, cuando él se encuentra fuera del país, no puede ser utilizada por nadie. “La camioneta tiene una computadora que indica si fue usada tal día o cual día”, aseguró la misma fuente. Sólo basta constatar la computadora como evidencia.

La teoría de De Carli de por qué quedó envuelto en la salsa de la efedrina es peculiar, curiosa y, al mismo tiempo, posible. Aseguró que una persona de General Rodríguez, perteneciente a una fuerza de seguridad, “le hizo una cama porque lo quería perjudicar después de que se frustró un negocio inmobiliario –señaló la fuente–. El tipo había puesto una seña de 60 mil dólares, se los había dado a De Carli para comprar una propiedad y después, por algún motivo, el negocio fracasó y no pudo recuperar la seña. Y De Carli quedó en el medio. Su teoría es que esa persona es el testigo encubierto que denunció que en su mansión habían estado guardados secuestrados los tres muchachos que después aparecieron fusilados en el descampado. Y la misma que dijo haber pasado con otra persona por el lugar del triple crimen y que dijo haber fotografiado la inconfundible camioneta Ram, aunque la foto y la tercera persona jamás aparecieron por la causa”.

De Carli además intentó demostrar al juez Faggionatto que cargar a los tres sentenciados en la camioneta Ram, que es visible e inconfundible, para fusilarlos es poco menos que publicar un anuncio de lo que se va a hacer. Faggionatto también preguntó sobre las armas de fuego que fueron halladas en la mansión, De Carli respondió que las armas pertenecían a su hermano y a un tío fallecido y que estaban debidamente registradas.

Además insistió en que la patente delantera de la Ram es SWAT porque en Estados Unidos está permitida como patente de fantasía y que la credencial de la DEA no era tal, la reconoció como apócrifa, y aseguró que la había bajado de Internet y que no la había utilizado en ningún trámite. Según aseguró más tarde Hechem, “esos elementos los compró en Estados Unidos, donde son de venta libre. Y no hay ninguna actuación, en la frontera ni en otro lugar, que acredite que De Carli utilizó esas credenciales para identificarse”.

Después de una extensa indagatoria que llevó unas siete horas, fue devuelto a la celda de Garín de la Bonaerense. Antes de disponer sobre De Carli, Faggionatto resolvió ampliar la declaración del ex penitenciario Lombardi, amigo de De Carli y custodio de la mansión.

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