Mié 18.02.2009

SOCIEDAD  › FACEBOOK CONSERVARá PARA SIEMPRE LOS DERECHOS COMERCIALES SOBRE TODO LO QUE SUBAN SUS USUARIOS

Una red que atrapa la vida privada

Hasta ahora, cada usuario cedía los derechos de contenidos y fotos hasta que decidía borrarse. Facebook anunció que esa cesión será “a perpetuidad”. Polémica y críticas por la medida.

› Por Eduardo Febbro

Desde París

Tener amigos en el mundo entero e intercambiar con ellos fotos, textos, música y videos de amigos comunes o de la familia es una idea genial facilitada por Internet. Pero que esas imágenes no pertenezcan a quienes las envían sino al dispositivo por el cual se remiten es una idea perversa que Facebook acaba de instaurar como norma. La red social que reivindican 150 millones de usuarios acumula una polémica tras otra. La última es tal vez la más escandalosa. La empresa fundada por Mark Zuckerberg sigue los pasos del navegador Google Chrome y de Yahoo en sus obsesivas disciplinas de colectar datos personales de los usuarios y hacer con ellos lo que le venga en gana.

El pasado 4 de febrero, Facebook introdujo una serie de retoques al famoso y nunca bien leído terms of service que fija, para el usuario, las condiciones de uso del mismo. La frase maligna introducida por Facebook cambia el marco de las condiciones tal y como estaban definidas antes. No hace falta ser experto para medirlo. El texto dice así: “Usted le otorga a Facebook el derecho irrevocable, perpetuo, no exclusivo, transferible y mundial (con la autorización de acordar una licencia secundaria) de utilizar, copiar, publicar, difundir, almacenar, ejecutar, transmitir, scanear, modificar, editar, traducir, adaptar, redistribuir cualquier contenido depositado en el portal”. En suma, esas condiciones de la licencia le ofrecen a Facebook la propiedad comercial de todo lo que tiene que ver con la vida privada de cada miembro de la red.

Este párrafo siempre existió en el terms of service, pero antes estaba acompañado por otro que, al menos, le dejaba al usuario una posibilidad de proteger su privacidad. Esa parte, que ahora ha desaparecido, decía: “El contenido de su espacio puede ser borrado del portal en cualquier momento. Si usted lo borra, el derecho acordado a Facebook evocado antes vencerá automáticamente, aunque la empresa puede conservar copias archivadas”.

Como esta frase se ha volatilizado, ello equivale a aceptar que Facebook utilice incluso post mortem lo que el usuario haya depositado en la mal llamada red social. Ello equivale también a que los artistas cedan sus derechos al señor Mark Zuckerberg. Si son miembros de Facebook, fotógrafos, pintores, músicos o creadores de video ceden así el derecho comercial de sus creaciones. Y también los otros, los enamorados plurales, los amantes múltiples, ceden cada rincón de su privacidad.

La inquietud y el escándalo que suscitó esa “licencia perpetua y mundial” obligó a los dirigentes de Facebook a reaccionar. Ante una demanda expresa de la agencia francesa AFP, Facebook explicó que “nosotros no reivindicamos y nunca hemos reivindicado la propiedad de los materiales descargados por los usuarios”. A su vez, su fundador, a través del blog del portal, afirmó que “en Facebook la gente detenta y controla sus informaciones”. Citado por News.com, Barry Schmidt, portavoz de Facebook, aclaró que no se trataba de difundir fotos de los años jóvenes de alguna celebridad mundial. Según el mismo Schmidt, las condiciones de utilización que generaron la polémica no conciernen a los miembros de Facebook cuyo perfil está con el estatuto “privado”. Las explicaciones, con todo, no atenúan la duda, ya que la “licencia perpetua y mundial” no constituye una invención, sino un término claramente expuesto en las condiciones de utilización, incluso si existe cierta ambigüedad jurídica sobre el alcance de esa condición. Con un arte consumado del oportunismo, Mark Zuckerberg salió en defensa de esa ambigüedad y, en el blog, escribió: “En realidad, nosotros no deseamos utilizar sus datos de una forma que no sea tolerable para usted. La confianza en nuestra red para compartir informaciones es el aspecto más importante de nuestro trabajo y de nuestros esfuerzos”. Sin dudas, pero la licencia es también un esfuerzo para apoderarse de lo ajeno.

La protesta masiva de los usuarios y los llamados a cerrar las cuentas de Facebook obligaron al emblemático Zuckerberg a esbozar una línea de defensa en tono de culpa: “Hemos llegado a una etapa interesante de nuestro desarrollo como para trabajar sobre esas nociones de compartir la información. Es un terreno espinoso, y habrá metidas de pata. Pero en nuestra calidad de primer servicio para compartir la información asumimos esos problemas así como nuestra responsabilidad para resolverlos con seriedad. Es uno de los objetivos importantes para este año”. Justamente fue este año, el pasado 4 de febrero, cuando Facebook introdujo la polémica transformación en las condiciones de uso.

Si muchos usuarios de Facebook ya clausuraron sus cuentas, no es obvio que el ejército de clientes inocentes siga sus pasos. Según el portal francés ecrans.fr, el escritor norteamericano Edward Champion decidió sin demora cerrar la ventana de Facebook. Las cifras de la empresa son impresionantes en lo que se refiere a difusión. Un informe sobre la audiencia de las redes sociales en Francia realizado a finales del año pasado reveló que, en diciembre de 2008, doce millones de personas visitaron Facebook, lo que representa una suba del 443 por ciento de su audiencia.

Poco a poco, con el aumento de la audiencia, Facebook se vuelve una trampa para los usuarios. Un ejemplo es la polémica “publicidad social” de la que Facebook se sirve para ganar plata a costa de los miembros de la red. Se trata del “engagement ads”. Este funciona según un principio muy simple: si una marca cualquiera decide comunicar a través de esa función (engagement ads), le basta con elegir un usuario Facebook. Este verá en su página de Internet una publicidad interactiva, o sea, una suerte de sondeo que requiere un clic y la intervención del usuario. Si este responde, su estatuto repercutirá la respuesta a todo el grupo de amigos del perfil, con lo que se multiplica por centenas de veces el inocente clic del primer usuario. Para ser una empresa joven, que se autoincluye en la cumbre de la modernidad y la tecnología, Facebook da pruebas constantes, al igual que Google, de prácticas con las que sueñan todas las policías del mundo.

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