Lun 09.03.2009

SOCIEDAD  › ACUSAN DE ASESINO A UN OFICIAL QUE BALEó A UN CHICO EN VILLA FIORITO

Una bala policial para Pochi

El policía es jefe de calle en la comisaría de Villa Diamante, Lanús, pero baleó a Carlos Avalos, de 16 años, en Lomas de Zamora. El policía dijo que fue en defensa propia. La familia de Avalos denuncia que se armó la escena y que fue gatillo fácil.

“Homicidio culposo” reza la carátula de la causa, que tiene como eje de investigación la muerte de un adolescente en el barrio Libertad, uno de los más humildes de Villa Fiorito, en Lomas de Zamora. Carlos Avalos tenía 16 años cuando una bala lo hirió por la espalda. Jorge Gómez se llama el principal sospechoso de haber disparado ese proyectil. Es jefe de calle de la comisaría 5ª de Villa Diamante, Lanús, aunque “nadie en el barrio sabe por qué estaba recorriendo las calles con su auto esa noche, de civil, y a los tiros”, sostuvo Alejandra, la mamá de la víctima, que junto a su familia aguarda con esperanza el cambio en la acusación a “homicidio simple”. Para su abogado, Alberto Ozam, “los testimonios que hay demuestran que hubo intención en el disparo. Es muy común que, tratándose de zonas pobres, el homicidio cometido por un policía sea considerado de una forma más benévola que si el que mata es un civil”.

Carlos Ezequiel Avalos era más conocido como “Pochi” por sus familiares, amigos y vecinos del barrio Libertad, donde las aguas del Riachuelo mojan las orillas de Lomas de Zamora. Tenía 16 años y murió a seis cuadras de la casa donde vivía junto con sus padres y sus cinco hermanos menores.

“Morir en un barrio como éste no es lo mismo que hacerlo en Zona Norte. Parece ser que, para el resto de la sociedad, la vida del que muere acá vale menos”, son las palabras que utilizó Ozam para explicar por qué, de confirmarse su protagonismo en la muerte de Avalos, el principal sospechoso, el jefe de calle Gómez, puede salvarse de cumplir una condena en prisión.

Por ahora, la fiscalía 12 de Lomas de Zamora investiga el hecho como “homicidio culposo”, delito que contempla condenas condicionales. Sin embargo, Ozam evaluó que “todo parecería indicar que se trata de un homicidio simple”, situación en la que el acusado no recibiría menos de ocho años de prisión como condena. “Hay que esperar a la elevación a juicio que haga la fiscalía. Si sostiene la misma acusación, pediremos el cambio”, aseguró.

Horas antes de que comenzara el 24 de enero, Avalos cenó en su casa con tres amigos y su novia. Su mamá, Alejandra, dialogó con Página/12 y contó que Pochi y sus amigos “decidieron acompañar a la chica hasta la parada del colectivo, porque ya se había hecho muy tarde”. Era la una de la madrugada cuando comenzaron a caminar hacia Larrazábal y la ribera, donde la joven tomaría un coche.

Según el relato de la madre, los testimonios de los amigos de la víctima y las versiones de los vecinos, los chicos iban jugando. “Se cruzaban de vereda a vereda, se reían”, comentó Patricia, una vecina. A una cuadra del destino, escucharon un auto que se acercaba en su dirección y disparos. “Los chicos empezaron a correr, pero Pochi quedó atrás por la herida de la pierna. Cuatro meses atrás se había caído del carro con el que cartoneaba y tuvo una fractura expuesta donde le pusieron clavos”, detalló su madre. Sin embargo, los cuatro amigos no se alejaron demasiado; los frenó el ruido del último disparo.

Las versiones coinciden en que Gómez, que iba al volante, siguió avanzando, sin dejar de disparar. Uno de los disparos alcanzó a Pochi por la espalda y lo mató al instante. A primera hora de la mañana, el jefe de calle se entregó en la comisaría donde prestaba servicio. En su argumento, planteó que “los chicos aparecieron en su camino con un arma y que le dispararon, por eso él respondió”, repasó Ozam.

Efectivamente, el parabrisas del auto del policía tenía un impacto de bala. El arma con la que dispararon ese tiro fue encontrada por los investigadores en las inmediaciones de la costa del Riachuelo, lugar al que, según el abogado, “los chicos no pudieron haber llegado nunca a dejar el arma. No tuvieron tiempo de hacerlo”.

Alejandra Avalos no se animó a ver a su hijo tirado en la calle, pero los vecinos le contaron todo. “El tipo se bajó del auto, lo miró y se fue”, recordó. Fue Fernando, el padre, quien respondió a los pedidos de los amigos de Pochi. Lo encontró ya sin vida. La autopsia concluyó que el chico falleció debido a la herida de bala, que ingresó arriba de su cintura y no salió.

Informe: Ailín Bullentini.

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