SOCIEDAD › OPINION
› Por Eduardo Epszteyn *
Pasan las semanas y el gobierno de la ciudad de Buenos Aires no logra dar con ese asesor sensato que le permita hacer pie en el tema de Puerto Pibes. Las propuestas son cada vez más absurdas y van a contramano de la historia. Los ministros de Macri lo están empujando aún más a la derecha, hacia un terreno claramente incompatible con las reglas de juego democrático.
Puerto Pibes es un predio con capacidad para 120 chicos, destinado a actividades turísticas y de entretenimiento de niños en edad escolar provenientes de los sectores más humildes del país; es decir, una histórica iniciativa con una función social.
En 1990, durante la inolvidable intendencia de Carlos Grosso, el predio de 34 hectáreas de Parque Norte fue dado en concesión al Sindicato de Empleados de Comercio, de Armando Cavalieri, para ser utilizado como centro deportivo. Pero en 1998, a través del Decreto 223/98, Menem fue más allá y le vendió el predio a Cavalieri a un tercio del valor de mercado y desatendiendo la Ley 19.234, que exige que en la venta de cualquier terreno superior a los 3000 metros cuadrados la ciudad tiene un derecho preferencial para su compra.
El apuro y la necesidad de cerrar el negocio casi hacen olvidar que dentro de esas 34 hectáreas 15 estaban utilizadas por la Escuela Municipal Nº 11, la colonia de Puerto Pibes y un lago reservorio de aguas pluviales, lo que se salvó en un sui generis legal que establece que esas instalaciones serían utilizadas por el gobierno de la ciudad.
En lo que va del gobierno de Macri, ha dejado de funcionar, y de los 120 chicos apenas quedan unas 30. La escuela tiene orientación en informática, aunque durante todo 2008 no tuvieron acceso a Internet y ninguna de las dos instalaciones tiene gas.
La semana pasada el ministro de Seguridad, Guillermo Montenegro, visitó el predio y les dijo a la directora de la Escuela y a varios padres presentes que ahí va a funcionar la policía, y que hay que aprender a convivir. Y si tiene problemas con el comedor, ciérrelo con llave, así los niños no están en contacto con los uniformados. Es más, le adelantó que la semana que viene iba a volver con unos planos para construir un muro que divida el predio: de un lado la escuela y del otro la policía. Eso sí, los juegos iban a quedar del lado de la escuela.
Seguramente el ministro debe desconocer que este predio está zonificado como UP (Urbanización Parque) en el Código de Planeamiento Urbano, por lo cual, en principio, no se podrían erigir construcciones, con la excepción de aquellas que sirvan al parque. Seguramente el ministro también desconoce que para el funcionamiento de una escuela de policía habría que cambiar la zonificación por E4 (equipamiento especial) y que para eso es necesario un proyecto de ley que discuta y apruebe la Legislatura. Pero como además ésta sería una ley de segunda lectura, requeriría una aprobación inicial, audiencias públicas y aprobación final. Antes de retirarse de Puerto Pibes, el ministro Montenegro anunció que podrían ir por más: por ahora no vamos a trasladar la escuela, al menos que se encuentre un lugar mejor, deslizó entre los presentes.
La ciudad de Buenos Aires es muy grande y muy compleja, gobernarla no es sencillo, pero es mucho más difícil sin un equipo idóneo.
* Legislador, presidente del bloque Diálogo por Buenos Aires.
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