SOCIEDAD › EN CHACO, DEDICARON TODO EL DíA A FUMIGAR Y DESCACHARRAR
En la provincia más afectada, con más de diez mil casos, empleados públicos recorrieron casa por casa para eliminar mosquitos y concientizar a la población. “El verano que viene vamos a estar en mejores condiciones”, dijo la ministra Ocaña, que supervisó el operativo.
Con su beba sentada sobre una de sus caderas, Nora Serrano mira con desconfianza cómo un empleado de los Servicios Energéticos de Chaco (Secheep) fumiga el jardín de su casa y luego la cocina-living-comedor-dormitorio. “Es la segunda vez que vienen. Dicen que sirve, pero para mí que no. El virus está en el aire”, sospecha, en voz baja, desde su vivienda en el barrio Milenium, en la localidad de Presidencia Roque Sáenz Peña, a 170 kilómetros de la capital provincial. Está totalmente convencida de que el dengue no se transmite sólo por una picadura del malvado mosquito Aedes aegypti, y hasta ahora no hay docente ni empleado público en toda la provincia que logre convencerla. Para concientizar a los habitantes de cada barrio chaqueño en la lucha por la erradicación del mosquito que transmite el virus del dengue, apuntaron las actividades que ayer llevaron a cabo en los 68 municipios de la provincia, en el marco del Día Provincial de Lucha contra el Dengue, declarado por el gobernador, Jorge Capitanich. Hacia esa provincia –donde se registraron 10.160 de los 23.000 casos de dengue notificados en el país– se desplazó la ministra de Salud, Graciela Ocaña “para apoyar las tareas de prevención, muy importantes para dar la pelea final contra la enfermedad y prepararnos para el verano que viene, para estar en mejores condiciones”, afirmó.
Cerca de 30 mil personas –entre docentes, empleados de organismos estatales, integrantes de cooperativas y organizaciones de la sociedad civil, supervisados por efectivos policiales y miembros de las Fuerzas Armandas– recorrieron casa por casa, informaron a los integrantes de cada familia acerca de las acciones que tienen que llevar a cabo para evitar la cría de mosquitos y el contagio de la enfermedad, los instaron a deshacerse de todo recipiente donde podría criarse el Aedes aegypti y realizaron tareas de fumigación, tanto localizadas como espaciales.
Los cacharros desechados por los habitantes fueron cargados en camiones y llevados a los basurales “en las afueras de la ciudad, lejos de las zonas pobladas”, apuntó Sergio Navarro, coordinador del equipo de Secheep. Parada en la esquina de su casa, Mirta observaba de lejos cómo, mientras los empleados estatales fumigan, Capitanich, Ocaña y su comitiva hablaban con sus vecinos y recorrían el barrio. “Me enteré ayer por radio y saqué todos los tachos que tenía en casa a la calle. Se los llevaron bien temprano”, comentó a Página/12. Carmen, que vive a una cuadra de allí, aseguró que “ahora está todo más tranquilo. Pero hubo muchísimos casos. No podemos decir que no hubo epidemia”. Su marido y dos de sus hijas estuvieron enfermos. Con ella coincidió Margarita, que charló del tema con la misma naturalidad. Ambas reconocieron que, si bien el mosquito siempre existió, a partir del brote y de la información que comenzó a circular, ahora “prestamos más atención a cosas que antes no teníamos en cuenta”. La forma en que ahora almacenan el agua para tomar, “en bidones con tapa”, es un ejemplo.
En ese sentido, el director del hospital 4 de Junio, Luis Lita, aseguró que se produjo “una caída vertical” de las consultas. “Ahora atendemos entre dos o tres consultas, cuando hace dos meses eran 400”, especificó. Según su opinión, la disminución se obtuvo a partir de la “fuerte culturalización de la gente” junto a la fumigación y el descenso de la temperatura. En plena cresta de consultas, decidió abrir un consultorio de síntoma febril “para descomprimir la guardia general, pero ahora voy a tener que cerrarlo si siguen las bajas”, destacó. Hace diez días dieron de alta al último paciente internado por dengue.
Entre el polvo, envases de botellas y latas vacías, todos probables criaderos del mosquito, los vecinos miran cómo los operarios de las empresas de energía y de agua de la provincia, devenidos en fumigadores, barren con el mosquito dentro de las casas. El director de la OPS en Argentina, Antonio Pagés, le prestó atención a la escena: “Aquí no se recoge la basura. Esos detalles influyen mucho. Hay que pensar bien en todo lo que sucedió y tomar medidas estructurales profundas que perduren en el tiempo”, opinó.
Para Vladimiro Cesal, vecino de Presidencia Roque Sáenz Peña, la situación en Chaco “nunca fue tan extrema” como dijeron los medios. “Nos fundieron. Roque Sáenz Peña es un punto turístico para los chaqueños y para pobladores de otras provincias. Muchos vienen a las termas y otros tantos al zoológico. Ahora no viene nadie”, comentó sin ocultar su enojo.
Informe: Ailín Bullentini.
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