SOCIEDAD › UNA ESCUELA DONDE LOS CHICOS VEN PELíCULAS CUANDO FALTA UN DOCENTE
En el Nicolás Avellaneda, una escuela pública de la ciudad, docentes, padres y alumnos armaron una videoteca y una sala de cine para usarlas cuando falta un docente. La idea es “cambiar la cultura de lo que se entiende por horas libres”, explican.
“El proyecto debería llamarse Hora Libre Cero. Pero como eso puede sonar a Giuliani, preferimos decir que intercambiamos horas sin clase por infinitos minutos de películas y documentales para mejorar el aprendizaje y el conocimiento de los alumnos dentro del colegio.” La explicación es de Enrique Vázquez, coordinador del Area de Ciencias Sociales de la escuela porteña Nicolás Avellaneda, quien junto con su par de Ciencias Exactas y Naturales, Silvia Blaustein, ideó una actividad para que los alumnos y los educadores pudieran “cambiar la cultura” de lo que se entiende por horas “libres” de clase.
“En base a estadísticas , nos dimos cuenta de que la falta de profesores frente al aula se debía más a razones institucionales que a cuestiones personales. Cada vez que un colega se jubila, renuncia o tiene una enfermedad prolongada, resulta muy lento el proceso para designar suplentes”, aseguraron los profesores a Página/12. “La estrategia apunta a equipar una sala de proyección audiovisual para que nuestros alumnos tengan una actividad más para mejorar, en cantidad y calidad, su aprendizaje”, explicaron.
“Casi todos los días teníamos alguna hora libre”, contó Juan, un alumno de 4º año del colegio de El Salvador y Humboldt, mientras esperaba el inicio de La dignidad de los nadies (de Pino Solanas) en la sala. Desde principios de abril, los alumnos del Avellaneda dejaron de entrar más tarde, salir antes o recorrer el colegio sin más que hacer producto de la ausencia de un docente.
“Está buena la iniciativa, sobre todo poder ver documentales que no se consiguen en todos lados –continuó Juan, pero de inmediato puntualizó sus diferencias–. Todavía hay dificultades en la selección de películas, porque un chico de 1º con la película El pibe (de Chaplin) se aburre.” La respuesta a la inquietud del alumno vino de la mano de Blaustein: “Toda iniciativa distinta genera, al principio, reticencia y siempre nos podemos equivocar. Pero del error se aprende –explicó la profesora–. Y El pibe, justamente, tuvo una recepción increíble entre los más chicos y los más grandes”.
Un problema en las escuelas porteñas es la falta de docentes, dificultad que el colegio de Palermo pudo sortear gracias a la voluntad de sus docentes, de la cooperadora que consiguió el material para equipar la sala de proyección y, también, a un sistema pedagógico denominado “Proyecto 13”. La proyección de largos y cortometrajes durante las horas libres, entonces, fue pensada como una extensión de las tutorías, las clases de apoyo y los talleres.
Películas como El nombre de la rosa, El diario de Anna Frank, Sueños (de Kurosawa) fueron “disfrutadas” por los alumnos de primero a quinto. “Ante la falta de políticas del Ministerio de Educación de la ciudad para este problema, la comunidad del Avellaneda tomó la iniciativa y se hizo cargo”, dijo Vázquez, una vez concluido el film de Solanas.
Informe: Mariana Seghezzo.
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