SOCIEDAD › MAñANA SE CONOCERá LA SENTENCIA EN UN CASO EMBLEMáTICO DE ABUSO DE NIñOS
El fiscal pidió 30 años de cárcel, la querella hasta 37 años y la defensa, su absolución. Está acusado por 17 hechos de abuso sexual, corrupción de menores y amenazas, todos agravados por su condición de sacerdote a cargo de los menores.
Luego de nueve meses de audiencias, testigos, pericias y declaraciones, mañana se conocerá el veredicto en el caso que involucra al cura Julio César Grassi, acusado de 17 hechos de abuso sexual, corrupción de menores y amenazas. Según estimó Juan Pablo Gallego, uno de los abogados querellantes, de ser encontrado culpable de los cargos que afronta el cura recibiría una condena de al menos 14 años de prisión. Este abogado y el fiscal de juicio pidieron 37 y 30 años, respectivamente. El acusado, por su parte, dijo ayer que se siente “tranquilo y en paz” y aseguró que los denunciantes “no pudieron probar su acusación”. Después pidió a sus seguidores que recen por él. Sea cual fuere el resultado, el fallo será apelado y dependerá del Tribunal Oral 1 de Morón, en caso de recibir condena, disponer si Grassi sigue libre hasta que haya una condena firme o es detenido.
“No creo que lo absuelvan y lo digo basándome en la prueba producida, después de haber vivido el juicio desde adentro, de escuchar a los peritos psiquiátricos que atendieron a los jóvenes y también a Grassi. Tengo una fuerte tranquilidad”, dijo ayer Gallego, abogado del Comité Argentino de Seguimiento y Aplicación de la Convención Internacional de los Derechos del Niño, a Página/12. Los otros dos abogados, que representan a los jóvenes denunciantes, “Ezequiel”, “Gabriel” y “Luis”, pidieron condenas de 20 y 25 años de prisión.
El titular de la Fundación Felices los Niños está imputado de 17 hechos de abuso y corrupción de menores ocurridos antes de 2002. Durante el juicio no se realizaron pericias físicas que acrediten los dichos de los denunciantes, ni ADN, ni testigos directos. Lo que sí se realizó es un examen físico a Grassi, en octubre pasado, para confirmar las descripciones que hiciera del cura uno de los denunciantes, que dio la ubicación de ciertos lunares, pecas y marcas en el torso y la espalda.
Los tres jóvenes que lo acusan eran menores de edad al momento del supuesto abuso y violación y estaban a cargo de Grassi en la sede de la Fundación Felices Los Niños en Hurlingham. Esa circunstancia constituiría un agravante de su conducta, en el caso de que los jueces la consideren probada.
Una eventual condena dependerá, en gran parte, de que los jueces tomen como válidos los tres testimonios de los jóvenes denunciantes. Ellos, a su vez, contaron con el respaldo de los peritos psiquiátricos y psicólogos que los analizaron. Según Gallego, el 96 por ciento de los casos de menores que denuncian abusos son veraces. “Después de todos estos meses de juicio, no sé hasta dónde se puede sostener su simulación –comentó este abogado–. Se lo ve abochornado, asustado, todos lo vemos como un monstruo y él se dio cuenta de eso.”
Tanto el fiscal Alejandro Varela como los querellantes consideran que la prueba de peso, más allá de los detalles y descripciones sobre la intimidad del cura brindados por los denunciantes, es una pericia psiquiátrica realizada a Grassi en la localidad santacruceña de El Calafate. La misma fue hecha en el marco de una causa que investiga un presunto abuso ocurrido allí y que concluye que el cura tiene “características y rasgos conductuales similares a los de los delincuentes sexuales”. El cura nunca se prestó a una nueva pericia durante el juicio llevado a cabo en los tribunales de Morón.
“Estoy tranquilo en mi conciencia, tranquilo, en paz, he aprendido desde mi fe”, dijo ayer Grassi ante las cámaras y se dio ánimos: “Uno tiene que levantar siempre un poco la mirada y entregarse a Dios”. Aunque reconoció que la acusación “es seria”, dijo que está “probado que es mentira”. “Una persona inocente que camina por la calle puede ser culpada desde los chismes o las acusaciones. Pero el que acusa tiene que hacerse responsable y probar lo que dice”, agregó luego. Su abogado, Daniel Cavo, insistió anoche en que los informes y pericias hechas desmienten los dichos de los denunciantes, por lo que aseguró que mañana su defendido será absuelto.
Grassi tampoco se permitió imaginar una posible condena, aunque recordó el mes que pasó en la cárcel, antes de gozar de su actual libertad restringida, una medida concedida por la jueza Mónica López Osornio. “Es un dolor grandísimo, es una injusticia terrible. Estar ahí como en una caja de zapatos es algo terrible. No lo quiero pensar, evito ese pensamiento”, dijo. Luego, sin que se lo preguntaran, expresó lo que sentiría si fuera condenado. “Sería arruinarme mi vocación, mi vocación está en el construir obras para los chicos... Sería algo terrible”, dijo. La sesión donde se conocerá el veredicto se iniciará mañana a las 14 en el edificio de los Tribunales de Morón. Aunque durante estos nueve meses el juicio fue a puertas cerradas, para “preservar la intimidad de los denunciantes”, según el tribunal, mañana estará permitido el ingreso de cronistas. Sin embargo, no habrá fotos ni cámaras de televisión. Más allá del resultado del fallo, defensores y querellantes coinciden en que será muy difícil rever la sentencia en los tribunales superiores.
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