SOCIEDAD › EN EL JUICIO POR EL HOMICIDIO DEL POLICíA GARRIDO
“Yo no salí a matar. Sí salimos a robar, pero no a matar para robar. Estoy arrepentidísimo de lo que pasó”, dijo ayer Ernesto Daniel Luque, durante la primera audiencia del juicio que afrontan él y su mujer, imputados de asesinar al teniente Aldo Garrido mientras robaban una tienda de ropa en San Isidro a mediados de febrero. El acusado, mirando a la esposa de la víctima –presente en la sala–, explicó, como si se tratara de un accidente laboral, que forcejeó con el policía y que después de golpearlo, su mujer, Déborah Acuña, lo remató de dos balazos. “Y quedó temblando... ella nunca había tenido un arma en la mano”, detalló. Marta Barbieris, la viuda, lloraba al escuchar el relato y dijo luego que tuvo ganas de “ir y pegarles”.
Luque y Acuña llegaron a juicio acusados de homicidio calificado criminis causa, es decir, cuando un delito es cometido para ocultar otro, por lo que enfrentan la posibilidad de la pena de prisión perpetua. La viuda de Garrido estuvo acompañada por el intendente de San Isidro, Gustavo Posse, y dos jerarcas zonales de la Policía Bonaerense: el superintendente Salvador Baratta y el comisionado Omar Nasrala.
“Esa mañana con mi señora habíamos ido a San Isidro a delinquir”, relató Luque, quien había salido de prisión dos semanas antes de cometer ese robo y ayer pidió declarar antes que su mujer. Ambos entraron al local de ropa Kevingston en el centro de San Isidro. Se hicieron pasar por clientes, antes de sacar su arma. Luego llevó a las vendedoras a la parte de atrás donde están los vestidores, cuando de repente apareció el teniente. “Garrido preguntó por las chicas, mi señora le dijo que se habían ido a hacer un trámite. Se ve que no le creyó porque se vino hacia el fondo y ahí decidí enfrentarlo.”
Lo que siguió, según el acusado, fue una especie de discusión: “Yo le dije: ‘Oficial quédese tranquilo, tírese al piso que es un robo, yo me quiero ir de acá’ y él me decía que yo me tire al piso y atinó a sacar su arma, pero mi mujer le puso la mano para que no levante la pistola”. Tras un forcejeo en los vestidores, se le “escaparon” dos tiros y después golpeó al policía en la cabeza con su revólver. “Mi intención era que se caiga, no lo que pasó después”, se defendió.
A pedido del fiscal de San Isidro, Diego Callegari, quien además realizó la instrucción, Luque realizó una representación del forcejeo con un secretario de la fiscalía ante la mirada de los jueces Mario Kohan, Raúl Neu y Ariel Introzzi Truglia. “Garrido se quedó sin fuerzas y mi mujer quedó con su arma en la mano. Le disparó dos veces y quedó temblando. Ella nunca había tenido un arma en la mano”, dijo y dio su “más sentido pésame” a la viuda y a la comunidad de San Isidro.
Luego declaró Acuña y coincidió con su marido en que la intención era robar el local y no matar al policía. Incluso dijo estar arrepentida de haberle quitado el arma a Garrido para defender a Luque, quien la incriminó como autora material del asesinato. “Yo disparé hacia el piso, hacia abajo. En ningún momento fue mi intención dispararle (a Garrido)”, aseguró la mujer. La viuda comentó, luego de la audiencia, que fue “terrible” enterarse de los pormenores en boca de los imputados y opinó sobre Acuña: “Es muy fría, es una basura”.
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