SOCIEDAD › UNO TUVO FALLAS EN UN REACTOR, EN OTRO HUBO FUEGO EN LA CABINA
Nueve días después del accidente del vuelo de Air France, ayer dos aviones Airbus, uno de ellos idéntico al que cayó al Atlántico, tuvieron que efectuar aterrizajes de emergencia por problemas en la aeronave. En el primer caso, un A320 debió aterrizar en la isla española de Gran Canaria, frente a las costas africanas, tras incendiarse uno de sus motores. El otro incidente ocurrió en un A330 que tuvo un conato de incendio en la cabina y debió aterrizar en una isla del Pacífico.
En el Airbus A320, la falla se produjo minutos después de que la aeronave despegara del aeropuerto español de Las Palmas con 180 pasajeros a bordo. Mientras, el constructor aeronáutico europeo Airbus envió a todos sus clientes de A 330 y A 340 una nota de información técnica especificando que estos aviones son seguros incluso con los modelos antiguos de sondas de velocidad que podrían haber provocado el accidente del vuelo AF447 Río-París. Por su parte, peritos brasileños empezaron con las tareas de identificación de dieciséis de los cuarenta y uno cuerpos rescatados hasta ahora del Atlántico y especialistas franceses comenzaron la búsqueda de las cajas negras del avión para determinar las posibles causas del desastre.
“Poco después de su despegue del aeropuerto de Las Palmas, el avión tuvo que dar media vuelta debido a indicaciones de que no estaba todo en orden”, declaró Christian Groenli, responsable de la agencia de viajes Ving, que había rentado el avión para el traslado de 180 pasajeros noruegos. El aparato, que debía volar de Las Palmas a Oslo, es propiedad de la compañía aérea española de vuelos charter Iberworld, precisó Groenli.
Pese a que el accidente no causó heridos, varios pasajeros pudieron ver llamas sobre uno de los reactores y, posteriormente, sintieron pequeñas explosiones. La emergencia se produjo a pocos días de que un Airbus 330 de la compañía Air France desapareciera en medio del Océano Atlántico.
A la noche, otro incidente involucró a un Airbus A330-200, el mismo modelo que el del Air France caído. En este caso, la aeronave volaba desde Japón a Australia, pero un principio de incendio obligó a un aterrizaje en la isla de Guam, en medio del océano Pacífico. El avión pertenece a una empresa australiana.
En pos de tranquilizar a los futuros pasajeros, el constructor aeronáutico europeo Airbus envió a todos sus clientes de A 330 y A 340 una nota de información técnica especificando que “en el momento actual de la investigación confirmamos que la flota equipada con las diversas sondas Pitot puede continuar siendo explotada como hasta ahora”. El martes pasado, el sindicato de pilotos franceses advirtió que no volaría los Airbus A 330 y A 340 si no se cambiaban los tubos para la medición de la velocidad. Luego, la compañía aérea francesa aceleró la sustitución de los sensores que permiten controlar la velocidad en esos aviones.
Por otro lado, un submarino nuclear francés comenzó ayer la búsqueda de las cajas negras del vuelo 447, con las que se espera esclarecer el desastre que cobró la vida de las 228 personas que viajaban en el aparato.
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