Mar 16.06.2009

SOCIEDAD

Horario de protección al menor

A raíz de la polémica por un programa de tevé, el gobierno británico revisará la ley sobre trabajo infantil artístico.

› Por Marcelo Justo

Desde Londres

En medio de la polémica generada por la actuación de niños en el programa Britain’s Got Talent, el gobierno británico anunció que revisaría la normativa sobre el trabajo infantil en la industria del espectáculo. En el último reality de talento del canal privado ITV1, una niña de 10 años, Holly Steel (foto), empezó a llorar desconsoladamente delante de las dos mil personas que saturaban el teatro y los millones de teleespectadores que seguían la semifinal de la competencia. En medio del llanto la niña pidió una segunda oportunidad, los dos presentadores primero, su madre después, buscaron consolarla, llegó el anuncio de que no había tiempo para una repetición y finalmente un miembro del jurado logró calmarla asegurándole que de una manera u otra volvería a cantar, provocando una ovación del público presente.

El organismo regulador televisivo Ofcom recibió unas 160 quejas del público por lo ocurrido y la ministra para la Infancia, Delyth Morgan, propuso un proceso de consultas con representantes de la televisión, el cine, el teatro y agencias de modelos para actualizar la regulación vigente, que se retrotrae a los años ’60. Según el Departamento para la Infancia, Centros Escolares y Familias, el anuncio gubernamental no se debía a la polémica sobre Britain’s Got Talent sino al vertiginoso cambio de los formatos modernos de entretenimiento que volvían urgente un replanteo del tema. Lo cierto es que el caso provocó un fuerte debate mediático sobre la participación de niños en este tipo de programas y se sumó a la controversia que había causado Susan Boyle, la escocesa que saltó a la fama de la mano del mismo show televisivo y terminó en la clínica psiquiátrica The Priory.

En medio de todo este revuelo, Ofcom indicó que estaba analizando las quejas que se habían presentado para ver si se lanzaba una investigación a fondo de lo ocurrido. Por su parte, Talkback Thames, productora del programa, va a participar del proceso de consultas del gobierno y anunció que iniciaría por su cuenta una revisión de sus códigos internos. Lo sucedido con Hollie Steel no es un caso aislado. A diferencia de otros programas similares como The X Factor, Britain’s Got Talent no tiene un límite de edad mínima para concursar. En el mismo concurso, otra niña de 10 años, Natalie Okri, lloró cuando le comunicaron que no se había clasificado en las semifinales. El año pasado un chico de 14, George Sampson, ganó el concurso y en 2007, una niña de seis, Connie Talbot, perdió en la final, sin que en el momento hubiera quejas del público ni intervención del organismo regulador.

Un psicólogo consultado por la BBC, Glenn Wilson, opinó que la presión de este nuevo estilo de reality expone a los participantes a una serie de peligros que no se deben minimizar. “Se trata de programas en que gente común y corriente se ve arrojada a un circo mediático que es una mezcla de adulación y feroz competencia. En el caso de Britain’s Got Talent “hay elementos de un espectáculo de la crueldad en el que las deficiencias y los errores de los participantes se vuelven tan importantes como el talento”, señaló Wilson. Esta suerte de Si lo sabe cante del mundo desarrollado con sofisticados niveles de producción pero similar concepto, tiene altísimo rating, prueba de que los británicos disfrutan como cualquier hijo de vecino de este circo romano mediático. Es muy significativo y paradójico el análisis de las quejas que se presentaron a Ofcom. Sólo unas 50 se preocupaban por el impacto psicológico en la niña del show. La mayoría protestaba porque después de su ataque de nervios, el jurado le había dado una nueva oportunidad para que volviera a cantar.

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