Juan Sebastián Zabielewicz, uno de los imputados del asesinato de Evelyn Ferreira, la nena de 8 años enterrada viva en una vivienda de Llavallol, describió ayer ante los jueces del Tribunal Oral 7 de Lomas de Zamora cómo habrían ocurrido los hechos desde su perspectiva. Evelyn había desaparecido el 9 de octubre de 2006, cuando había salido a hacer unas compras a un almacén, y su cadáver fue descubierto, tres semanas más tarde, en el fondo de la casa donde vivía Zabielewicz, vecino de Marta Bartolomé, abuela de Evelyn y con quien vivía la pequeña. En su descripción, el acusado dijo que la nena se descompuso y se desvaneció y que, asustado y creyéndola muerta, decidió enterrarla. Además de Juan Zabielewicz (único detenido), están imputados su padre, Armando, Vicenta Tapia, esposa de Armando, y María Alanís, pareja de Juan Zabielewicz. Ayer, también testimonió Marta Bartolomé.

Juan Zabielewicz declaró que le había ofrecido a Evelyn “una milanesa” y que, ya dentro de la casa, la nena comenzó a sentirse mal y que él intentó ayudarla pero al tocarla ella cayó al piso. Al caer, agregó el acusado, quedó inconsciente. Dijo que intentó todo para reanimarla, pero como no le respondía la llevó al fondo. Allí volvió a intentar reanimarla, pero ya estaba muerta o así le pareció. Dijo que entonces se asustó, “tuve miedo y no supe qué hacer”, declaró. Fue entonces que decidió ocultar el cuerpo y lo enterró en el fondo de su casa.

El acusado admitió que actuó solo. En el juicio están acusados como coautores Armando Zabielewicz, padre del detenido, su mujer, Vicenta Tapia, y la novia de Juan, María Alanís. Los cuatro vivían en La Huella 341, a unos 50 metros de donde vivía Evelyn con sus abuelos paternos, Marta Elsa Bartolomé y Segundo Ferreira. La madre de Evelyn había fallecido atropellada por un colectivo, y su padre en prisión.

Aparentemente una llamada anónima alertó a la policía que ya había allanado la casa del acusado sin encontrar nada. Pero el 30 de octubre de 2006, luego de la llamada anónima, con la ayuda de perros rastreadores detectaron el lugar donde Evelyn había sido enterrada. El cadáver estaba irreconocible, pero vestía las mismas ropas que llevaba puestas el día en que desapareció. Los peritos no pudieron determinar si había sido víctima de abuso sexual. En la vivienda de los Zabielewicz los investigadores habían encontrado cantidad de películas porno.

Antes de la declaración del imputado, testificó Marta Bartolomé, quien recordó el día de la desaparición de su nieta. “Recuerdo que me fui a trabajar, como todos los días, a las 7.15; mi trabajo queda en Turdera y tengo un largo viaje. Alrededor de las 12 del mediodía llegó mi hijo y me dijo que la nena se había perdido y que no la encontraban por ningún lado”, recordó la mujer entre lágrimas. Bartolomé recordó que no bien supo que su nieta había desaparecido radicó la denuncia policial.

A los acusados “sólo los conocía de vista”, afirmó la mujer, aunque agregó que a Vicenta Tapia solía saludarla cuando se la cruzaba camino a su trabajo. “Con Vicenta hablábamos, pero era para saludarnos cuando nos íbamos a trabajar. Al pibe –en referencia a Juan Zabielewicz– jamás le hablé.”

Tras la declaración de Bartolomé, los jueces Roberto Lugones, Jorge Roldán y Elisa López Moyano dispusieron pasar a un cuarto intermedio hasta mañana a las 9, que será el turno de nuevos testigos.

Los cuatro imputados están acusados de homicidio agravado por ensañamiento y alevosía, por el que les podría corresponder una pena de reclusión perpetua. De los cuatro, el único que llegó detenido al juicio es Juan Zabielewicz. Los otros tres fueron detenidos durante un mes, luego de descubrirse el cadáver de la nena, pero después el juez de Garantías Javier Maffucci Moore dispuso sus libertades por la falta de pruebas para mantenerlos detenidos.

Evelyn había sido enterrada debajo de una parrilla, al fondo de la casa. Durante los rastreos en la casa hallaron otro sitio donde se había removido la tierra y había marcas como si se hubiera iniciado la excavación allí y luego hubieran desistido. A Evelyn la hallaron vestida con un pantaloncito floreado y una camisa color naranja, la misma ropa con la que había salido de su casa el 9 de octubre, alrededor de las 11, para comprar una botella de gaseosa y una leche en el almacén de Montes y Constituyentes, a una cuadra de su casa. Junto con el cadáver apareció enterrada una bolsa de nylon con las mercaderías que había comprado. Faltaban una zapatilla y la camperita que tenía puestas ese día. La policía las encontró luego de otra excavación en la vivienda. La autopsia no permitió determinar si la nena fue víctima de abuso, pero sí comprobó que había sido enterrada viva.