Dom 12.07.2009

SOCIEDAD  › COMO CAMBIARON LAS PROPUESTAS INFANTILES EN ESTE MES DE ENCIERRO SANITARIO

Los hijos de la gripe

No se va al pelotero, al cine ni a los museos. Para evitar la debacle de un julio fatídico, ya hay propuestas alternativas. Por ejemplo, los animadores que van a domicilio a pasar la tarde con un grupo reducido de chicos.

› Por Soledad Vallejos

La gripe tiene efectos colaterales casi mágicos: los teatros se desplazan de casa en casa, se inventan juegos a pedido, aumenta el número de pequeños artistas y hasta se organizan encuentros capaces de convertir cualquier living del montón en un aula. Que la ciudad parezca haberse quedado sin niños tal vez no sea, en realidad, tanto un efecto secundario de las restricciones como la prueba de que algo pasa puertas adentro. Con funciones de shows suspendidas, salas de cine reducidas a la mitad de su capacidad y sin estrenos, calles frías y espectáculos callejeros cada vez más escasos, el estrés creciente de padres y madres terminó por encontrarse con artistas y profesionales que vislumbraban la pérdida de toda una temporada. El resultado: soluciones que, hasta hace un par de meses, no estaban en los planes de nadie, y que pueden terminar costando más o menos lo mismo que la entrada a un espectáculo, si se arman redes.

El show en casa

“Para los que nos dedicamos a animar fiestas infantiles, julio suele ser un mes muy tranquilo, porque están todos los espectáculos de vacaciones de invierno y los chicos salen. Pero este año resultó que los pocos cumpleaños que se festejaban en julio se pasaron para agosto. Y además las mamás no pueden llevar a los chicos a los teatros”, dice Gabriela Naidich. Ella, como parte del colectivo de artistas a pedido Chayi Producciones (www.chayi.com.ar), está habituada a que los adultos contraten el servicio de saludos cantados para sus amigos y las animaciones más o menos de rigor para los festejos infantiles. “Pero ahora resulta que los adultos postergaron las animaciones de sus cumpleaños y fiestas para agosto, y nos empezaron a pedir alternativas, así que para ellos estamos haciendo saludos actuados, como para ir felicitando a la persona que tiene que esperar un poco más para celebrar. Y para los chicos estamos haciendo alternativas reducidas de animaciones, porque la propuesta es cuidarse, prevenir, pero no dejar de hacer algo con los chicos”. Padres y madres se ponen de acuerdo en quién pone la casa y qué día será, y el grupo de animadores desembarca (200 pesos mediante) preparado para entretener a un máximo de 10 chicos durante dos horas y media. En algún sentido, dice Naidich, es “lo mismo que un cumple”: los animadores aparecen con escenografía (adaptada a un formato de biombo), vestuario y elementos para jugar. Con todo eso, a lo largo del encuentro van apareciendo disfraces para los espectadores, se van armando “aventuras temáticas de dinosaurios, princesas, súper héroes, todos personajes que después aparecen en juegos teatralizados que los chicos producen junto con los animadores”. ¿Llevando el show al living de casa el temor a la gripe A disminuye? No necesariamente. En la experiencia de estos días, “al ser menor la cantidad de chicos que participa (en relación con lo que puede ser un festejo o una animación en nuestro salón), las mismas madres toman precauciones: ninguno de los chicos tiene siquiera gripe común”.

“Julio es un mes perdido, es una temporada perdida para todos. Cada año, son 15 días en los que trabajamos fuertemente con las funciones y también con las cosas anexas, como la venta de CD y otros productos paralelos”, evalúa Karina Hepner, del colectivo Clownies, que no debió cancelar funciones sólo porque el estreno de su nuevo espectáculo está previsto para mediados de julio. En estos días de veda sanitaria, puesto que los chicos no pueden asistir a las salas, ¿es lo mismo que los espectáculos salgan en busca de su público? Tal vez, estos desplazamientos hacia las casas sirvan de paliativo, probablemente funcionen mejor para grupos que contemplen, en su dinámica de funcionamiento habitual, la posibilidad de rediseñarse a medida. Aun cuando la veda se levante en 10, 15 días, Hepner evalúa que no será lo mismo. “Ya no es lo mismo sostener el trabajo todo un mes, o 15 días seguidos, que uno o dos fines de semana.” El grupo del que forma parte sí vio restringidas algunas actuaciones particulares, en su mayoría cumpleaños que “se postergaron para agosto, no por nosotros sino por decisión de los padres”.

Ensuciarse está bien

Habitualmente, el Malba es uno de los espacios porteños que más atención suelen concitar entre nenas y nenes durante las vacaciones de invierno, en virtud de las actividades especiales que les dedican cada temporada. Y sin embargo, a poco de que dieran comienzo, también ese cronograma debió suspenderse; en parte, explican en el Museo, la decisión empezó a evaluarse cuando la concurrencia a las actividades y exposiciones, gradual pero persistentemente, inició una merma. Pero también para ese público pequeño hay alternativas a prueba de gripe, como Mini Artistas, el taller que las plásticas Bárbara Kaplan y Delfina Bourse diseñaron para chicos de entre 3 y 12 años (www.miniartistasweb.blogspot.com, y también están en FaceBook). Aun cuando se trata de una actividad habitualmente sostenida a lo largo de todo el año, Kaplan encuentra que la epidemia de influenza ha marcado una diferencia: mientras que otras temporadas el invierno significaba menos alumnitos (porque muchos viajaban en vacaciones), esta vez tienen más demanda. “Por un lado, llamó más gente para averiguar, y por otro, hay chicos que suelen venir una vez a la semana, y ahora están viniendo dos, como para sumar una actividad”. Hay pinturas, pinceles, papeles, materiales para escultura y carpintería... básicamente, una tarea que requiere de cierto espacio, por lo que no se trata de algo itinerante. “Los chicos vienen a nuestro taller, pero por cuestiones de higiene redujimos la cantidad de chicos por grupo: antes eran 10 como máximo, ahora tratamos de llevarla a 5, para tener más cuidado. Lo decidimos como para que los padres se quedaran tranquilos y que los chicos sigan viniendo, notamos que de otra manera a muchos no se les iba a permitir venir.” Al llegar, antes de comenzar la clase (que entretiene durante 45 minutos a chicos de 3 años, una hora y media a los que tienen entre 4 y 12; y todo por 100 y 120 pesos mensuales, materiales incluidos), los alumnos se lavan las manos, se pasan alcohol en gel, “el ambiente se mantiene ventilado durante la actividad. Y les pedimos a los padres no enviar a los chicos en caso de presentar algún síntoma”, explica Kaplan.

Clase libre

El aula cambia cada semana, aunque los compañeros y la maestra sean los mismos, y los temores más o menos también. “Ahora tenemos cuidado con la gripe A, pero antes también lo había sido la neumonía o el síndrome urémico hemolítico. Lo único que cambia es de qué virus hay que tener cuidado y cuáles son esos cuidados”, explica Patricia Montenegro, docente y coordinadora de Jardín Rodante (www.jardinrodante.com.ar), una propuesta que, desde su inicio, procuró enseñar lúdicamente y en espacios no institucionales. A los grupos que tienen actividad desde principio de año, en estos días se sumaron “grupos de un mes, nada más por julio”, integrados por no más de cinco chicos de hasta 3 años que dos o tres veces por semana se encuentran para llevar adelante “actividades pedagógicas y con objetivos, no juegos libres”, por un costo que oscila entre los 200 y los 300 pesos. En la práctica, funciona como un jardín de infantes con asignaturas tradicionales (educación física, expresión corporal, ciencias naturales y sociales, plástica, música, lengua y matemáticas) y un cronograma “porque aunque todas las actividades son lúdicas, también son planificadas. La idea es que los chicos trabajen como se trabaja en una escuela. Ya que todo transcurre en un ámbito hogareño, si la actividad no tiene objetivos, la situación se descontrola, a los chicos les cuesta seguirte”.

Además de haber producido un incremento en las consultas y la demanda, ¿en qué otras cosas se ven los efectos de la epidemia? “No en mucho más –dice Montenegro–. Pero los grupos son armados en forma reducida, y antes de comenzar los encuentros pedimos a los padres que se comprometan a que si el chico está enfermo, no lo manden igual. Eso, a veces, pasa en las escuelas.”

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