SOCIEDAD › CINCO HOMBRES CON UNIFORME ASALTARON UN PUESTO DE GUARDIA DE CAMPO DE MAYO
La banda tomó por sorpresa a un puesto de guardia con tres soldados y dos suboficiales. Vestían ropas de fajina. Robaron tres fusiles FAL, cargadores y proyectiles. Hace dos años tuvo lugar un hecho semejante. Aquel caso se resolvió con dos detenidos.
Alrededor de Campo de Mayo, el vecindario empieza a sospechar que aquello de la ola de inseguridad esconde algo raro. Por segunda vez, en dos años, una banda de, cómo llamarlos, ladrones con uniforme militar, oficialmente disfrazados de militares, asaltaron uno de los puestos de guardia de Campo de Mayo y robaron tres fusiles FAL y nueve cargadores con municiones. Los asaltantes, o como quiera que se los llame hasta que se demuestre lo contrario, eran cinco, y sorprendieron en su buena fe al equipo de guardia, compuesto por igual número que los malos, dos suboficiales y tres soldados. Que la Gendarmería se haya hecho cargo de la investigación implica, sanamente, que serán sus peritos quienes determinarán cómo denominar las ropas que usaban los desconocidos: si disfraces o fajina.
Conocedores de las tácticas militares, no utilizaron la sorpresa ni el betún, sino que prefirieron la técnica de la infiltración. Alrededor de las 23.41, un grupo de cinco, según relataron las fuentes, se acercó al puesto de la puerta 1, en la entrada a Campo de Mayo situada al cruzar las vías del ferrocarril Manuel Belgrano y la calle Rawson, la que se conoce como puerta Banco de Sangre, siguiendo la codificación militar del Banco de Sangre, cuyas oficinas se encuentran pegadas al Hospital Militar.
Lo hicieron de la misma manera con que lo hacen todos los uniformados que van a entrar a cumplir servicio en Campo de Mayo cotidianamente: con uniformes verde oliva. Las fuentes dicen que con uniforme similar al militar, siguiendo aquello de que dime con qué vistes y te diré quién eres: ladrones disfrazados y no al revés.
En la guardia estaba convenientemente posicionado el guardia voluntario 1, mientras que dentro del puesto había dos suboficiales y otro dos soldados voluntarios. Es decir, una doble línea de seguridad. Todos, convenientemente armados. Pero al guardia voluntario 1 lo sorprendieron en su buena fe cuando respondió amigablemente al verde oliva y recibió una tunda cuyo único efecto, tranquilizaron luego las fuentes uniformadas de verdad, fue el de meros golpes. Luego, los cinco, armados con armas de puño, dominaron estratégicamente el puesto con los cuatro de reserva.
Inmediatamente, porque eran disfrazados precavidos y conocedores de lo que puede hacer, por ejemplo, un celular o una radio en manos enemigas, “rompieron la radio y les quitaron los celulares personales, imposibilitando la comunicación con el resto del sistema de seguridad”, precisó la fuente. Luego, los cinco encapuchados o con pasamontañas para no ser identificados se dedicaron a embolsar el fruto de lo malhabido: tres fusiles FAL, nueve cargadores de la correspondiente arma y 180 proyectiles calibre 7,62. Luego, con toda la obviedad, huyeron. Tampoco se sabe cómo lo hicieron, porque los de la guardia no recuerdan haber escuchado vehículos o algo por el estilo. En suma, tanta rareza determinó que el Juzgado Federal Nº 1 de San Martín, subrogado por el juez federal de Tres de Febrero, Juan Manuel Culotta, dispusiera que investigara la Gendarmería. Lo que se trata de dirimir es hacia dónde huyeron los cinco de la banda, si hacia fuera o hacia dentro.
El mismo Culotta investigó otro asalto a un puesto de guardia hace dos años. En aquella ocasión fue resuelto: eran ladrones disfrazados.
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