SOCIEDAD › UN MILITAR MATó A UN SUPUESTO LADRóN EN MENDOZA Y LO ARROJó A UN BASURAL
El sargento Sergio Borgino disparó cuando vio que le querían robar el auto. Después, cargó el cadáver en el baúl y lo arrojó en un basural. Pero un vecino vio la escena y la denunció. Borgino, antes de que fueran a su casa a detenerlo, prefirió presentarse.
El lunes pasado por la madrugada, el sargento ayudante del Ejército Sergio Borgino, de 52 años, vio cómo Sergio Damián Jalitt, de 16, forzaba la puerta de su auto, estacionado frente a su casa en Las Heras, Mendoza. Borgino disparó dos veces, una supuestamente al aire y la otra contra el joven con su arma reglamentaria. Lo mató. Luego cargó el cuerpo en el baúl ante la vista de un vecino y lo arrojó en un basural en otro barrio de la ciudad. El testigo lo denunció y el sargento se entregó a pocas horas del crimen, cuyos detalles fueron revelados ayer.
El crimen fue caratulado “homicidio agravado” por el fiscal Darío Nora, un delito que tiene penas de entre 8 y 25 años. Los agravantes son dos: el uso de arma de fuego y la función militar del imputado. El hecho ocurrió alrededor de las 4 en la calle Maipú al 2300 del barrio El Plumerillo Sur. Según fuentes policiales, Borgino habría oído ruidos en la calle y se levantó para mirar desde su ventana, en un segundo piso. Cuando se dio cuenta de que el joven quería abrir una de las puertas delanteras de su Peugeot 405, buscó su pistola calibre 11.25 y la bala entró por la espalda de Jalitt y salió por el pecho. El chico se desplomó de inmediato.
El cadáver apareció en El Borbollón, en un basural clandestino donde cinco horas más tarde, luego del llamado de los vecinos, fue recogido por la policía: en sus bolsillos había 4 billetes de 10 pesos y algunas monedas. En el tobillo tenía tatuado cinco puntos, un tatuaje antipolicía que suelen hacerse quienes pasaron por la cárcel. Entre sus prendas había un “destripador” y otros elementos de metal utilizados para forzar las cerraduras de los vehículos.
Sin sospechar que había sido visto, el sargento que prestaba servicios en un regimiento de la localidad cordillerana de Uspallata, dependiente de la VIII Brigada de Infantería de Montaña, volvió a su vivienda. Pero el testigo, un vecino suyo, reportó en la comisaría que había oído dos estampidos y luego a un hombre cargando un cuerpo en el baúl del auto. Cuando apareció el cuerpo, se libró un acta de allanamiento para la casa de Borgino. Antes de que se concretara el procedimiento, el imputado se presentó en la dependencia policial.
Allí entregó el arma y confesó ser el autor del homicidio. “Le pegué a un ladrón que quiso robarme el auto”, dijo el sargento en la comisaría 36ª de Las Heras, a pocas cuadras de su casa. Ayer personal de la Policía Científica comenzó los peritajes en el Peugeot 405. Varios vecinos se acercaron a la casa del asesino, sorprendidos por la noticia. La Justicia investiga si es realmente como el detenido dice que fue, si es que se conocían de antes y si efectivamente estaba intentando robarle el auto. Por otro lado, así lo haya intentado, la desigual correlación de fuerzas y el disparo por la espalda no lo dejan bien parado.
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