SOCIEDAD › UN ABOGADO DESCUARTIZADO Y REPARTIDO ENTRE LA BAñADERA Y EL FREEZER
Ricardo Fariña, de 62 años, faltaba de sus lugares habituales desde hacía dos meses. La hermana, con quien no se comunicaba desde hacía tiempo, lo descubrió descuartizado en su casa en Adrogué. La policía evalúa un arrebato pasional.
El caso es espeluznante por donde se lo mire. Un abogado de Adrogué fue asesinado, descuartizado y repartido en diferentes rincones de su casa. El hombre, Ricardo Fariña, de 62 años, estaba ausente desde hacía varias semanas. Su hermana pasó por su casa preocupada, en la calle Juncal 935. Cuando entró al lugar descubrió, en el baño, partes del cuerpo de su hermano, dentro de la bañadera y cubiertos con cal. Cuando llegó la policía encontró a la mujer hecha un guiñapo de nervios y los restos de Fariña en la bañadera, pero también diseminados bajo la cama y en el freezer. Las puertas de la vivienda estaban cerradas con llave y no se notaba, a simple vista, desorden o robo de objetos de valor. Incluso sobre la mesa había dinero, estaban las llaves del Peugeot 206, el auto en el estacionamiento y un revólver que le pertenecía que no había sido tocado. Por ese motivo, inicialmente, la policía considera como hipótesis el crimen pasional o por algún tipo de vínculo personal, pero descartó por el momento el de robo.
Ricardo Fariña, abogado de 62 años, vivía solo en su casa de Juncal 935, entre General Paz y Rosales, apenas a tres cuadras de la estación Adrogué, en el partido de Almirante Brown. En el barrio y sus amigos y familiares lo conocían como Richard. Al parecer, desde hacía varias semanas Richard no frecuentaba ninguno de los lugares adonde solía ir. La hermana, que aparentemente no lo veía desde hacía varios meses, preocupada por la ausencia (desde hacía veinte días que ni siquiera respondía sus llamados ni sus mails), decidió pasar por la casa, para lo que contaba con una llave que el mismo Fariña le había proporcionado tiempo antes.
Llegó a la casa de Juncal un poco antes de las cuatro de la tarde. Tocó el timbre, pero no le contestaron. Dudó un poco, tomó la llave y abrió la puerta. Susurró “Richard”, en voz baja, más que por creerlo dormido por no despertar a sus propios fantasmas. “Richard”, susurraba mientras avanzaba casi al tanteo. Adentro, al principio no vio desorden. Estaban las llaves del auto, en fin, nada que llamara la atención salvo la ausencia. Y salvo esas manchas blancas quizás pisadas, quizás no, pero raras manchas blancas, especialmente alrededor del baño.
No sabía de qué se trataba, pero tampoco le parecía normal. Se acercó al baño, tomó el picaporte, golpeó o preguntó suavemente “¿sos vos Richard?”, nadie contestó, y entró.
El grito fue desgarrador. El cuadro horrendo e indescriptible. Un cuerpo destrozado, que no podía ser su hermano, que había sido semicubierto con cal. Con horrorosas náuseas, al borde del desmayo y en medio de un grito desolador, salió como pudo del baño, tanteó hasta el teléfono, intentó marcar hasta que alcanzó una incomprensible y vaga serenidad y llamó a la policía. Al rato, llegaban los uniformados. Tal como lo vio la hermana, estaba el cuerpo de Fariña trozado en la bañadera y cubierto de cal. En el freezer encontraron los brazos y bajo la cama, en una bolsa, la cabeza.
Casi de inmediato, descartaron el robo. Por qué. Las puertas de la casa estaban cerradas con llave, tal como relató la hermana, es decir que alguien que tenía una llave en su poder salió y cerró, y pudo entrar o el propio Richard le abrió la puerta. En el interior, como había dicho la hermana, los policías no encontraron vestigios de desorden. Tampoco parecían faltar objetos de valor, típicos botines de un asalto. Incluso, a la vista estaban las llaves del Peugeot 206, propiedad de Fariña, que además estaba estacionado en el garaje de la casa. Sobre la mesa, también encontraron dinero que no había sido tocado.
Por otro lado, la información que fueron recibiendo muy rápidamente sobre el tipo de vida que llevaba Richard apuntó a una variedad importante de relaciones sentimentales, varias novias, y una serie de reacciones violentas de parte de hombres quizá vinculados a algunas de esas mujeres. En una ocasión, según refirió una fuente policial, Richard fue atacado por un hombre a machetazos y a duras penas logró escabullirse.
Fariña, además, parece que estaba de novio con una mujer que sufría algún tipo de problema psiquiátrico. Toda esa información y el estado casi sin desorden de la casa abrió entre los sabuesos la idea de que Richard había sido víctima de un ataque de ira pasional. “Esta investigación recién empieza, pero por la saña empleada se trataría claramente de un crimen pasional”, aclaró con seguridad una fuente policial. Ahora, como primer paso, los investigadores están tras los pasos de la novia.
En la causa por homicidio interviene la comisaría de Adrogué, la Delegación Departamental de Investigaciones (DDI) de Almirante Brown y la la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) 13 del Departamento Judicial Lomas de Zamora, a cargo de César Lucero.
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