SOCIEDAD › A UN AÑO DEL SECUESTRO DE TRES COMERCIANTES, LUEGO ASESINADOS, EN UNA CAUSA TEÑIDA DE EFEDRINA
La única certeza de los investigadores es que el crimen de Forza, Bina y Ferrón, en General Rodríguez, está vinculado con la venta ilegal de efedrina. Una pista conduce a la competencia local y la otra, a narcos mexicanos.
› Por Raúl Kollmann
Las hipótesis son dos. La primera, es que el triple crimen de General Rodríguez se cometió por una pelea entre argentinos que competían por venderle efedrina a narcos mexicanos. La segunda hipótesis, es que Sebastián Forza, Damián Ferrón y Leopoldo Bina les proveían efedrina a los mexicanos, los argentinos engañaron a los del norte y cuando los mexicanos los apretaron hubo una delación que llevó al allanamiento de un laboratorio de drogas sintéticas en Maschwitz. Allí cayeron detenidos nueve hombres venidos de México y parece cantado que la delación se paga con la vida. A un año exacto de la desaparición de Forza, Bina y Ferrón, no hay nadie preso por el triple homicidio de General Rodríguez lo que lleva, por ejemplo, a que las viudas y su abogado, Miguel Angel Pierri, insistan hoy en su reclamo. El fiscal de Mercedes, Juan Bidone, es quien encabeza la pesquisa, pero en la fiscalía no falta quien habla de “un crimen perfecto. No hay un solo testigo que haya visto algo, que haya ubicado a las víctimas en algún lugar, o un vehículo donde aparecieron los cuerpos. No parece haber cabos sueltos. Aún así, todavía hay chances de saber la verdad”, le dijo a Página/12 una fuente de Mercedes.
En el caso de General Rodríguez subsiste una larga serie de interrogantes. Algunos tienen respuesta, otros no.
¿Está claro que el triple crimen está relacionado con la efedrina?
–Sí. El grupo liderado por Forza venía del mundo de los medicamentos, incluyendo los falsificados y robados, pero cuando México prohibió la importación de efedrina porque es un ingrediente fundamental para la fabricación de drogas sintéticas, la efedrina pasó a ser un súper-negocio. Por supuesto, un súper-negocio ilegal, porque no es delito que se use para medicamentos pero sí para fabricar drogas sintéticas. Las pruebas sobre la relación entre la efedrina y el asesinato surgen de numerosísimos testimonios. En el laboratorio de Maschwitz el único argentino detenido fue Luis Tarzia. Este dijo ante el juez Federico Faggionatto Márquez que le había presentado a Forza al mexicano Jesús Martínez Espinosa, dueño de la quinta de Maschwitz donde se encontró el laboratorio. Martínez Espinosa dice que él no tuvo nada que ver, que el verdadero narco es un tal Marco Aurelio Lailson Rizzo, quien ocupaba parte de la quinta. Hasta los defensores oficiales de los mexicanos que fueron detenidos admiten que las evidencias sobre la existencia de la cocina de drogas son difíciles de contradecir y esos mismos defensores creen que Martínez Espinosa era el jefe de aquello. En cualquier caso, la efedrina siempre aparece en el medio de la historia y parece totalmente probado que los tres jóvenes se reunieron en el bar Open Plaza de Pilar, el 25 de julio de 2008, dos semanas antes de ser asesinados, con un mexicano. Se los escuchó discutir fuerte.
¿Había una interna entre argentinos?
–Sí, indudablemente. Y en la línea de las sospechas están Ibar Pérez Corradi, una especie de financista de Forza, a quien éste denunció varias veces por amenazas. No faltan los testimonios que apuntan a Pérez Corradi, relacionado no sólo con la financiación sino también con las droguerías y, por lo tanto, la efedrina. Martín López Magallanes también está en la lista de los que mantenían conflictos con Forza e incluso su casa y empresa acaban de ser allanados en la investigación de otro crimen relacionado con el narcotráfico: el doble crimen de los colombianos en Unicenter. López Magallanes y Forza tenían una droguería, se separaron, pero el primero seguía teniendo empresas y vínculos con los medicamentos y la efedrina. Según el fiscal de San Isidro, Diego Grau, López Magallanes estaba, junto a dos barrabravas de Boca Juniors, en el shopping Unicenter justo cuando ejecutaron a los dos colombianos. La nómina continúa con Martín Lanata, un hombre de Quilmes que, según parece, le consiguió a Forza la tenencia y portación de armas. Además, se dice que estuvo o debía estar en la reunión que Forza, Ferrón y Bina mantuvieron en el Wal Mart de Sarandí, el último lugar en el que estuvieron juntos antes de emprender viaje hacia General Rodríguez, donde fueron asesinados. Por último, José Luis Salerno, un socio de Ferrón, también vinculado al mundo de los medicamentos y quien habría viajado rápidamente a Punta del Este en el momento del triple crimen. Es obvio que se sospecha que sabía lo que iba a suceder o por lo menos percibía el peligro. La trama de la interna entre argentinos sugiere que unos querían desplazar a los otros de la provisión de efedrina. El habilidoso Forza habría ganado la competencia, pero eso le costó la vida. Es una de las hipótesis.
¿Qué hace pensar en una venganza de narcos mexicanos?
–La hipótesis tiene una secuencia. Forza, Ferrón y Bina negociaban efedrina con los mexicanos. En algún punto o en más de un punto habrían traicionado a los del Norte. Por ejemplo, mediante la venta de efedrina rebajada con sal. Fueron 125 kilos rebajados en un 50 por ciento. Los mexicanos le reclamaron el dinero multiplicado por dos. Segunda posibilidad: le vendieron a los mexicanos una o más droguerías, como Megfarm, con las que supuestamente iban a poder importar efedrina. Luego descubrieron que no tenían autorización para importar. Tercera opción: hubo un enfrentamiento por dinero con los mexicanos, algo que surge de los testimonios de la reunión del Open Pilar. En cualquier caso, la hipótesis sugiere que había conflicto y, en ese marco, Forza y compañía habrían delatado a los mexicanos de Maschwitz. La causa que instruye Faggionatto Márquez y que deriva en el allanamiento de la quinta es curiosa: se inicia con la típica llamada anónima a una dependencia policial de Zárate señalando que en esa quinta había numerosos mexicanos y olor a esmalte de uña. Parece una clara delación.
Los criminalistas consultados por este diario afirman que no hay muchos antecedentes de una ejecución como la de General Rodríguez en el mundo del delito argentino: tres jóvenes acribillados a quemarropa en un descampado. Se parece mucho más a los métodos de los carteles mexicanos. Y lo que se paga con la vida, no es el engaño sino la delación.
¿La mano ejecutora del crimen fue argentina o mexicana?
–Al no haber detenidos, todo es una especulación. Están quienes sostienen que ex hombres de la Bonaerense perfectamente pudieron haber sido contratados para cometer la matanza e incluso en la causa sobre el doble crimen de Unicenter existe la sospecha de la participación de dos barrabravas, matones de la hinchada de Boca. Quienes respaldan esta mirada afirman que no es típico de los mexicanos trasladar a sus víctimas con un supuesto engaño desde Sarandí hasta General Rodríguez: los carteles suelen ejecutar donde encuentran a sus objetivos, incluso en lugares públicos. Y, menos todavía, como en este caso, que llevaron de regreso dos de los vehículos a la Capital Federal.
Y aquí entra otro elemento de importancia: la camioneta Grand Vitara de Damián Ferrón apareció quemada en Flores la misma noche de la desaparición de las tres víctimas. El método es argentino ciento por ciento: se suelen quemar los vehículos para borrar las huellas digitales después de un hecho delictivo grave. También el Peugeot 206 de Forza apareció en Capital, en Constitución, algo que no encaja con la metodología mexicana.
En el análisis que hacen en el estudio de Pierri, que representa a las viudas, figura la salida al Paraguay de una camioneta patente BAC 422, en la que iban tres mexicanos. Fue enseguida después del homicidio. Uno de los mexicanos era Martínez Espinosa, quien regresó de inmediato. Los otros dos no volvieron. Quienes apuntan a la mano de obra mexicana afirman que los carteles no suelen confiar estas sórdidas tareas a nadie que no sea de su propio riñón. Además, ya se sabe que cuentan con sicarios a montones.
¿Dónde los mataron?
–Es motivo de polémica. Para el fiscal Bidone, el descampado de Rodríguez no fue el lugar del crimen, en especial porque ningún vecino escuchó los 18 tiros que le pegaron a Forza, Ferrón y Bina. Los hombres de la Policía Científica, en cambio, creen que a los tres jóvenes los llevaron allí con vida y los fusilaron en ese lugar. Argumentan que en el lugar se encontraron proyectiles, incluyendo uno con elementos de huesos. Científicamente se demostró que cuando la bala tocó el hueso la víctima estaba con vida. Además, en la autopsia –que este diario releyó en las últimas horas– se señala que en la tierra estaban las rías de sangre correspondientes. Bidone afirma que es muy probable que un pisotón de algún policía haya enterrado el proyectil, pero que ese descampado de la Ruta 6 sólo fue el lugar en el que arrojaron los cuerpos. Página/12 volvió a dialogar con algunos de los hombres que estuvieron en el lugar la noche en que se encontraron los cuerpos: “Tenían el rigor mortis que se correspondía con las marcas en el piso. Y, por otra parte, no tiene ningún sentido en un crimen como éste que alguien haya acribillado a esos hombres en un lugar y después se tome el trabajo de arrojar vainas y proyectiles donde se encontraron los cuerpos”. La polémica continúa.
De cualquier manera, la secuencia del triple crimen indica que Forza, Ferrón y Bina ya estaban en General Rodríguez a primera hora de la tarde. En algún lugar los tuvieron hasta matarlos. Y allí entra a jugar la otra polémica: el momento del triple homicidio. Los secuestraron un jueves y, según la autopsia, el asesinato se cometió el lunes siguiente a la noche. Sin embargo, estaban afeitados normalmente y uno de ellos tenía depilado hasta el vello púbico. De este debate también surgen dos vertientes. Por un lado, están los que creen que Forza, Bina y Ferrón fueron llevados a General Rodríguez amenazados o engañados y los mataron de inmediato. Que la autopsia no haya acertado con el día de la muerte tiene que ver con que el proceso de putrefacción de los cuerpos fue muchísimo más lento porque los días fueron muy fríos. Los mataron el mismo jueves y por eso apareció el auto quemado aquella noche. Otros, en cambio, afirman que los tuvieron en General Rodríguez secuestrados, tal vez negociando dinero, y los mataron el lunes a la noche en otro lugar. “Alguien hubiera visto los cuerpos tan cerca de la ruta”, afirman quienes tienen esa óptica. “No, los cuerpos estaban en un lugar que no se veía para nada. Tuvo que pasar un hombre a caballo para encontrarlos”, contestan quienes tienen la teoría de que el crimen se cometió allí mismo y el día del secuestro.
Como se ve, a un año del triple crimen, la investigación tiene una enorme complejidad. El peso parece recaer en la fiscalía de Mercedes, algo que suena a contrasentido: el hecho tiene todo el tinte de crimen organizado, mafioso, y en la mayoría de los países la responsabilidad de resolverlo estaría en manos de un FBI, fuerzas de investigación federales, organismos de inteligencia del máximo nivel.
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