Mientras el Ministerio de Salud alertaba que casi la cuarta parte de las muertes maternas ocurridas en 2007 tuvieron como causa un aborto mal realizado, el arzobispo porteño Jorge Bergoglio daba la misa por el día de San Ramón Nonato, el patrono de “los niños por nacer” y las embarazadas. “Hay que poner la cara y decir esto es cultura de la vida, esto es vida, todo lo contrario a la cultura de la muerte”, proclamó desde el púlpito, con el lema “Unidos a Jesús, permanecemos en el amor”, que signó la jornada.

El religioso no procuró solamente confrontar “la cultura de la muerte” y la “cultura de la vida” (aquella que “vale la pena desde el momento de la concepción”), sino que también se tomó el tiempo para hablar de la defensa de la vida hasta la muerte natural. Hay que acompañar al niño “durante toda su existencia”, tanto como “en su dolor, en su enfermedad, con hospitales limpios donde no falta nada, donde se lo atiende bien al enfermo, eso es vida, eso es mensaje de vida”, dijo.

Eso significa, también, acompañarlo para que “crezca sano, para que tenga buena educación y no le falte comida, que tenga principios de valores morales”.