Lun 14.09.2009

SOCIEDAD  › EL DISEñO DE MODA DE ALTA COSTURA ESTá MENEANDO COLA ENTRE LA POBLACIóN CANINA

El prêt-à-porter está guau guau

Ex veterinaria devenida en diseñadora de modas de alta costura canina, Mariana Goluboff es un hit-guau en todo el mundo. Dice que viste a los perros como les gustaría vestirse a sus propios dueños. Vistió a las mascotas de Paris Hilton y de Britney Spears.

› Por Sonia Santoro

Mariana Goluboff en persona abre la puerta. Detrás de ella, el showroom de Margoff, donde un sinfín de diminutas prendas de colores estridentes se amontona en percheros que cubren todas las paredes. En un estante, el libro Moda. Una historia desde el siglo XVIII al XX. Una lámpara llena de cristales cuelga del techo. De repente, aparece la verdadera inspiración de todos esos modelos: Lulú, una perrita cresta china que tiembla cuando mira, vestida con un pulóver fucsia con brillos. La ropa de alta costura para perros tiene una de las mayores exponentes en Olivos, aunque sus diseños llegan al otro lado del planeta.

A la izquierda, los bolsos para llevar perros se suceden: cuero de víbora, rojo brillante, clásico marrón. Todos son customizados, dirá más tarde Goluboff, es decir hechos artesanalmente detalle por detalle. Más adelante hay un perchero lleno de lo que parecen pequeños vestiditos de muñeca o de una beba que osara parecerse a Madonna. Goluboff toma un modelo negro con tachas, strapless y tutú, atrás queda uno verde con cisnes.

–Esta colección se hizo para Madonna, inspirada en ella y ella la vio.

Ninguna de sus prendas pasan desapercibidas. Hay mucho brillo y materiales de lo más exóticos: puntillas, camafeos, perlas.

–¿Te gustan los brillos?

–Es que ahora viene todo brillo.

La alta costura para perros se mueve entre los deseos de sus dueños y una tendencia propia, que va más allá de la moda para humanos. Y sin embargo, todo el tiempo se están mezclando. Hay clientes, dirá Goluboff, que quieren vestirse como sus perros. Saca una pequeña campera de cuero con tachas y la muestra:

–Esta la pidió un hombre, para él.

Pero es muy complicado ampliar el mercado. Ella prefiere seguir vistiendo únicamente mascotas. Tanto que hasta su casamiento, que fue en el mes de julio, lo convirtió en una performance para presentar su nueva colección de alta costura. Vistió a sus seis perros, a su marido (con esas pelucas blancas de hace siglos) y a ella misma, que eligió un traje blanco bordado y ceñido al cuerpo. Sin querer, dice, se posicionó así como pet planner, la persona que planifica tu fiesta de 15, casamiento u otros eventos importantes para que tu perro tenga un papel protagónico.

Goluboff adora a los perros y también los conoce. Es veterinaria y ejerció durante ocho años, hasta que en el 2001 se fue a Francia con la idea de instalarse allá y volvió con otra: abrir un negocio que cruzaría sus dos pasiones, los perros y el arte. “Nunca pensé en el pet shop –dice–. Pensé en diseño y boutique. Los dueños de los perros no van al pet shop, van el paseador o la empleada; la idea era tener un esquinero donde la mujer se compra su ropa y así probé en el 2004 y desde entonces no paré.”

Renunció a sus trabajos de veterinaria jurando no acercarse jamás a un perro desde la enfermedad. De su experiencia veterinaria, Goluboff aprovecha sus conocimientos para adecuar las prendas a factores como movimientos, actitudes, hábitos y formas del cuerpo de la mascota. Por ejemplo, usan prendas forradas para evitar alergias que algunos perros pueden presentar ante determinadas telas.

Empezó a viajar por el mundo tratando de imponer su diseños. Participó en las ferias internacionales más importantes del sector como la Pet Fashion Week NY, Feria Puro Diseño, Paseo de Compras GAY, Luxury Pet Pavilion LA, Santa Barbara CA, Big Dog Parade & Canine Festival, y Palm Beach Easter Beagle’s Canine Couture. Así llegó a vestir a las mascotas de Paris Hilton, de Britney Spears y Hillary Duff. Le compran en Estados Unidos, Bélgica, Francia y hace poco tiempo en Rusia. Aunque lo que le preocupa es tener a Chica, una marca, tras sus pasos, con imitaciones de sus modelos a un diez por ciento de su valor.

Entre sus clientas locales las hay adolescentes y de más de 40 años, la mayoría mujeres aunque también hay varones. “Se puso de moda el chihuahua y se llenó de gente, las chicas tratan de imitar esto. Todo está bajado de Hollywood, de la diva con mascota”, dice.

Sus pequeñas divas se pasan dos horas promedio revolviendo pilotos, gamulanes, pulóveres, vestidos, polar, batas de baño, suéteres con bufanda, vestidos de novia o bolsos de paseo; con materiales como lanas, vinilos, panas, terciopelos, jeans y lycras puestos en diseños para las distintas ocasiones: día, noche, informal, lujo, verano e invierno.

Para salir de ese tentador showroom con algo en las manos, hay que contar al menos con 100 pesos, lo que cuesta la prenda más barata. Lo más caro es de 2500, un bolso de carpincho con aplicaciones en alpaca y piedras.

Aunque Goluboff empezó haciendo ropa para labradores, perros grandes y populares, pronto se dio cuenta de que los que consumen son los más chicos. “El dueño juega con ellos, es como un permiso para jugar a las muñecas”, dice, abriendo un bolsito redondo y compacto de color rojo con un corazón plateado a un lado. Se trata de un bolso de viaje, con el comedero y el bebedero adentro.

“En verdad los perros no necesitan nada. Pero los dueños cada vez más necesitamos de nuestras mascotas, la soledad está haciendo estragos”, dirá en algún momento, mientras carga a Lulú sobre su pecho.

Desde el fondo del salón aparece un bebé bulldog francés de dos meses. Teo tiene largas orejas negras y blancas y viste una remerita amarilla. Da vueltas sobre el sillón, mordisquea un perro de peluche, tira una pila de ropa canina. ¿Cómo resistirse a esos muñecos vivos?

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