SOCIEDAD › LOS BUSCABAN HACE MESES Y ESTABAN EN EL CEMENTERIO COMO NN
Dos jóvenes eran buscados por sus familias desde hace más de dos meses. Uno de ellos había sido amenazado por un uniformado un mes antes. Aparecieron muertos a tiros en un supuesto robo a un policía. Uno figuraba como NN y estaba en la Chacarita.
› Por Horacio Cecchi
Desde hacía poco más de dos meses, a Jonathan y Ezequiel los buscaban amigos y familiares de todos los modos posibles: recorrieron hospitales, morgues, comisarías, hablaron con las Madres del Dolor y con Missing Children. Finalmente, el lunes pasado aparecieron. Muertos. Baleados en la nuca. El cuerpo de Ezequiel estaba en la Morgue Judicial. Jonathan había sido inhumado en la Chacarita como NN, pese a que sus familiares denuncian que “en el juzgado conocían su identidad porque en el expediente ya estaban sus fotos y sus datos personales, y en la Morgue la carpeta de Jonathan ya contaba con sus datos”. Esto, que podría tildarse como desprolijidad, toma otro cariz si se agrega que un mes antes, un policía de la 52ª pasó a amenazar a Jonathan por su casa. Un mes después lo baleaba supuestamente un uniformado de la 12ª. Según la versión policial, se defendió cuando le apuntaron para robarle su auto. A los padres de Jonathan les llama la atención un dato: ¿desde dónde disparó el policía, en defensa propia, para acertar en la nuca?
Ayer, en Larraya y Chilavert, Villa Lugano, velaban a Jonathan Lezcano. En su propia casa. A fines de mayo o principios de junio, un integrante de la patota de la 52ª conocido como el Indio se apareció por la misma puerta para echar una advertencia a la familia. “Cuídenlo al Kiki –amenazó–. Tenemos carta blanca. Y si no lo matamos nosotros, lo matan los del fondo”, dijo, y se fue. Un mes después, el 8 de julio, Jonathan salió y ya no volvió. Después la familia se enteró de que había salido con Ezequiel Blanco. Se enteró cuando empezaron a moverse para buscarlo y se encontraron con que los familiares de Blanco también estaban en lo mismo.
“Hicimos todo en la búsqueda –dice Manuel Lezcano, el padre de Jonathan, en el cuarto de su hijo, sentado sobre la cama que ocupaba Kiki y que ahora ya no usa más porque descansa en un ataúd cerrado en la entrada de la casa–. Llevamos la foto a Missing Children, fuimos a las Madres del Dolor, recorrimos hospitales, morgues, comisarías.”
Entre los hospitales por los que pasaron figura el Piñero. “Estuvimos el 10 o el 11. Preguntamos si había un chico de tales características. Nos dijeron que no. Después nos enteramos de que apenas lo mataron, el día 8, lo llevaron al Piñero donde estaba cuando pasamos a preguntar por él.” Siguieron buscando, hasta que el lunes pasado decidieron llamar a la Justicia para preguntar si había novedades. “Aparecieron dos chicos, pueden ser ellos, tienen que venir a identificarlos”, les dijeron en el juzgado 49 de Facundo Cubas. “¿Están detenidos?”, fue la respuesta ingenua. “Fallecidos”, completaron en el juzgado. Y hacia allá fueron.
A Lezcano, en el juzgado le empezaron a llamar la atención algunas puntas que no le cerraban. “Nos dicen que a uno se lo pudo identificar como Blanco, pero al otro no, que resultaba muy difícil y que les parecía que podía ser Jonathan por una foto de Missing Children que se había incorporado al expediente durante la búsqueda. Nos decían que fuéramos a reconocerlo a la Morgue Judicial, donde estaban los dos. Pero yo vi el expediente y ahí estaba su nombre y apellido, su número de documento. Tenían sus datos y dicen que era difícil reconocerlo.”
Las peripecias siguieron porque desde el juzgado llamaron a la Morgue a avisar que los Lezcano iban hacia allá. Pero en la Morgue los recibieron con otra información: “Un empleado miró la carpeta y dijo que lo habían mandado al cementerio el viernes (11 de septiembre) como NN porque no tenían su identificación, pero en la carpeta se ve el rótulo con sus datos”. Por otro lado, el cuerpo de Ezequiel Blanco sí se encontraba en la Morgue y lo estaban por enviar también al cementerio, aunque no habían dado aviso a la familia.
Los Lezcano fueron hacia el cementerio a reconocer y recuperar el cuerpo de su hijo. Pero no lograron siquiera sacarlo. Les exigieron orden del juzgado. “En el cementerio tuvimos que pagar como dos mil pesos para sacarlo”, aseguró Lezcano. Volvieron a la carga el martes, ya con orden del juzgado que indicaba que se encontraba sepultado bajo el número 1563, en la sección 15, manzana 1, tablón 6, sepultura 10. Pudieron reconocerlo, aunque aseguran que ya estaba reconocido por la Justicia. “Cuando abrimos el cajón vimos que tenía los dedos de las manos negros con la tinta que te ponen para las huellas dactilares, y en el juzgado nos habían dicho que no lo pudieron reconocer porque tenía los dedos inutilizables”, aseguró Silvia, tía de Kiki. La deducción es simple: Kiki ya había tenido entradas en la comisaría y en algún instituto de menores y ya existía un legajo policial con sus huellas dactilares.
En el juzgado de Cubas, Kiki y Ezequiel figuraban como causa 29500/09, caratulada como “NN s/robo de automotor”. La causa había ingresado por un denunciante policial: Daniel Veiga, uniformado de la seccional 12ª. A esa comisaría habían concurrido a preguntar los familiares de Kiki y Ezequiel en plena búsqueda. “Nos dijeron que no tenían a nadie, que estaba vacía por lo de la gripe A”, recordó Manuel.
El periplo sigue. El cuerpo de Ezequiel Blanco, a quien en el juzgado de Cubas se admitía haberlo reconocido, pese a que la carátula del caso es NN, fue retirado el martes. Pero a su familia jamás le avisaron. “Nos enteramos porque nos dijeron los Lezcano”, dijo Elizabeth, hermana de Ezequiel. Fueron al juzgado y de allí llegaron a la Morgue “justo a tiempo para que nos lo entregaran. Lo estaban por despachar al cementerio para enterrarlo sin avisarnos”, aseguró la joven. A Jonathan, sus padres lo recibieron ayer y ayer lo velaron.
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