Mié 27.11.2002

SOCIEDAD  › UN CADETE DE LA ESCUELA GENERAL LEMOS APARECIO AHORCADO EN EL PREDIO

Otra vez la muerte ronda al Ejército

Fernando Pinto, de 18 años, fue encontrado ahorcado con su cinturón, en un aparente suicidio. Dejó una carta donde dice que “no aguanta más”. Es la segunda vez en el año que se produce la muerte de un cadete de la Escuela en confusas circunstancias.

› Por Mariana Carbajal

La muerte sobrevoló otra vez la Escuela de Suboficiales del Ejército General Lemos, ubicada en el partido de San Miguel. En la madrugada de ayer, un cadete de primer año apareció ahorcado con el cinturón del uniforme, colgado de una escalera. Tenía 18 años. Entre sus pertenencias la Policía Federal secuestró una carta dirigida a sus padres –presuntamente escrita por él– en la que “les pide perdón” por la decisión que iba a tomar y les explica que “no aguanta más”, según informó a Página/12 el fiscal federal de San Martín Jorge Sica. “El chico manifiesta un profundo estado de angustia”, confió un investigador que tuvo acceso a la carta. “Todo indicaría que fue un suicidio, pero afirmar tal cosa esta altura de la investigación es una locura”, avaluó el fiscal. Esta nueva muerte de un aspirante a suboficial reavivó las dudas sobre el trato que reciben los cadetes. Apenas seis meses atrás, Segundo Cazanave, otro joven que cursaba primer año, falleció días después que le dieron la baja y su familia adjudicó la muerte a los castigos y vejámenes que recibió en el instituto militar (ver aparte).
Anoche, el Cuerpo Médico Forense dependiente de la Corte Suprema estaba terminando de realizar la autopsia al cadáver de Fernando Adrián Pinto. Su cuerpo sin vida fue encontrado “en un lugar de uso común de la escuela, colgado del cuello con un cinturón del uniforme”, detalló el fiscal Sica, quien hoy recibirá el sumario que realizó ayer personal de la delegación San Martín de la Policía Federal. La causa está en manos del juez federal Nº 2 de San Martín, Martín Suáres Araujo. Según informó el Ejército a través de un escueto comunicado de prensa, el cadáver fue encontrado a las 3.55. La fuerza adjudicó el fallecimiento a “un aparente suicidio”. Y guardó silencio sobre el caso. Desde el Ministerio de Defensa, a cargo de Horacio Jaunarena, las consultas se derivaron hacia el departamento de Prensa del Ejército, y se afirmó que “nadie va a hablar hasta que lo determine la Justicia”.
Al cuerpo de Fernando lo habría descubierto un sargento que estaba de guardia. “El muchacho habría pedido la llave de ese cuarto, donde aparentemente es usual que laven la ropa de noche los cadetes. Pero como la llave no aparecía, el suboficial y unos compañeros empezaron a buscarlo. La habitación estaba cerrada con llave desde adentro y, cuando el sargento se asomó por la ventana, vio el cuerpo”, relató un investigador. Entre sus pertenencias, la policía secuestró una carta, que habría escrito Fernando, en la que les pide perdón a sus padres por la decisión que iba a tomar y les cuenta que “no aguanta más”. Un investigador que leyó la carta interpretó que el adolescente estaba angustiado porque “no tenía vocación militar”.
Oriundo de Jujuy, Fernando es el tercer hijo de un matrimonio que vive en un barrio humilde de las afueras de la capital provincial. En total, son cinco hermanos. Los dos mayores también emprendieron la carrera militar. La mayor, Nilda, es subteniente enfermera del Ejército y vive en Buenos Aires. El segundo, Carlos, también es aspirante a suboficial en la Escuela General Lemos. “Tengo mucho dolor, pero queremos estar en paz”, se limitó a decir Sara, la madre de Fernando. La familia vive en una casa de material a medio construir, con techo de chapa y paredes sin revocar, ubicada en la calle Puerto Argentino 328, del barrio Islas Malvinas, a unos 6 kilómetros del centro de San Salvador de Jujuy. Ayer, la familia prefirió no hablar con la prensa y mantuvo un estricto silencio. “No insistan, no van a hablar”, advirtió un pariente desde la puerta de la vivienda. Cuando se le consultó si tenían prohibido hablar comentó que “algo de eso hay” y al insistirle si el silencio fue sugerido por el propio Ejército o por abogados, asintió moviendo la cabeza.
“Hoy es una muerte dudosa. Habiéndose secuestrado la carta en la que adelanta su suicidio, y la forma en que fue encontrado, podría pensarse en un suicidio. Pero afirmar tal cosa a esta altura de la investigación es una locura”, consideró el fiscal Sica. De todas formas, si se confirmaesta hipótesis Sica deberá determinar si hubo una posible instigación al suicidio o si detrás de semejante decisión no hay otro delito.
La muerte de Fernando reavivó las dudas sobre el trato que reciben los cadetes en el instituto militar de San Miguel. No es la primera vez que aparece muerto un aspirante a suboficial de la Escuela General Lemos. El 28 de mayo, el cadete Segundo Cazanave, oriundo de La Pampa, fue encontrado muerto en un departamento del barrio porteño de Colegiales, cinco días después de haber sido dado de baja a pedido suyo. Su madre denunció que el muchacho fue “torturado por alumnos de segundo y tercer año que lo habían tomado de punto” y periódicamente lo “bailaban” y sometían a vejámenes, bajo el conocimiento de las autoridades del instituto militar. En el sumario interno realizado en la misma escuela se confirmó que hubo maltratos contra Cazanave: varios cadetes de tercer año admitieron que obligaban al adolescente a realizar “movimientos no autorizados” como flexiones de brazos, abdominales y colocar las piernas a 45 grados, a modo de castigo cuando no tenía el rendimiento deseado.

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