Mié 23.12.2009

SOCIEDAD  › EN MAR DEL PLATA HAY MáS RESERVAS QUE HACE UN AñO

Por la plena ocupación

La situación cambiaria respecto de Brasil y de Uruguay alienta una buena temporada. Las reservas son más largas que el año pasado. Aquí, una guía de cuánto sale alojarse, comer e ir a la playa.

› Por Soledad Vallejos

En Mar del Plata, comerciantes y funcionarios sonríen cada día con más entusiasmo por lo que se anuncia como una temporada memorable. El cambio, desventaja del peso con respecto al dólar mediante, hace que en el verano de 2010 las playas de la Costa Atlántica se vuelvan más cercanas y accesibles para los bolsillos argentinos. En vísperas, la sospecha de que el balneario estallará se traduce, sin más, en augurios de capacidades hoteleras casi colmadas y elevada ocupación inmobiliaria, ofertas gastronómicas dispuestas a cubrir todos los mercados posibles, playas que van embelleciendo sus sombrillas y reposeras, y noticias constantes sobre cómo impactarán en la cartelera teatral las figuras famosas del momento.

Por ahora, el arribo de turistas es moroso, pero empieza a sentirse en el movimiento de la flamante terminal de ómnibus ya que la cercanía de las fiestas de fin de año opera como un imán para marplatenses en el exilio y turistas de ocasión, que aprovechan la seguidilla de feriados para ir probando la costa. No hay números exactos, señaló a Página/12 el presidente del Ente Municipal de Turismo (Emtur), Pablo Fernández, pero las expectativas son tan optimistas como los indicadores lo permiten. “Las reservas de hotelería y alquileres anticipados para esta altura del año son más elevadas que las que tuvimos para esta fecha el año pasado. Y la reservas de hotelería marcan que el nivel promedio de días que la gente reserva es mayor que el del año pasado. También las compañías de micros han dispuesto un 30 por ciento más de servicios desde Buenos Aires. Y la situación cambiaria hace que Brasil y Uruguay sean destinos más caros este verano. Por eso es importante lo que ha decidido el sector privado, que es sostener una política de precios razonables”, explicó el funcionario.

La razonabilidad de los precios significa, al menos aquí, que comerciantes y empresarios procuraron no encarecer los días de los turistas de 2010, en comparación con los del verano pasado. Agenciarse una carpa o una sombrilla “autorizada” –según aclaran los carteles– por una jornada en la zona de Playa Popular, la Bristol o Punta Iglesias, apenas bajando a la arena desde el centro de la ciudad, puede oscilar entre los 40 y los 60 pesos. Algunos balnearios pueden, inclusive, rondar los 120 pesos por día, pero posiblemente no tengan a mano los sectores de camas elásticas pensadas para llenar el aire de niños voladores a cambio de módicos dos pesos los cinco minutos. Una sombrilla, que bajo el sol impiadoso termina convirtiéndose en artículo de primera necesidad, cotiza a 40 pesos por día en las playas del centro, pero también podría costar 26 pesos en su versión plástica, made in China y con estampados de palmeras inverosímiles, que ofrecen los vendedores ambulantes en la Costanera.

Ponerle un poco de frescura a la arena también es posible abriendo la billetera: en los paradores de la zona de La Perla, un jugo exprimido anda por los 8 pesos, un licuado 10, y el daikiri 15.

Dormir bajo techo despliega un amplio abanico de precios. Una habitación single en un tres estrellas sin demasiadas pretensiones oscila entre los 110 y los 130 pesos, una doble promedia los 250 (en algunos hoteles tener ventana con vista aunque sea a la ciudad obliga a sumar algunos billetes), la triple los 300. Para menos estrellas, los costos se vuelven más accesibles, y la oferta, amplia, se desparrama por toda la ciudad. Si se prefiere hotelería cinco estrellas, el cielo es el límite. Si se trata de un departamento, hay que calcular en torno de los 360 pesos por día para uno con capacidad de albergar a cuatro personas, y algo más de 400 para cinco visitantes. Claro que, en este rubro, el precio final lo deciden la ubicación, la cantidad de días y la habilidad de negociación.

Si da fiaca caminar y no se dispone de la tarjeta magnética para viajar en colectivos urbanos (una novedad de este año fue que el transporte público marplatense abandonó las maquinitas de monedas), lo que sobran son taxis. Y un viaje en taxi desde el centro hasta las playas del Faro o Punta Mogotes puede girar en torno de los 40 pesos.

Los supermercados ostentan precios idénticos a los de Buenos Aires. Comer afuera, en cambio, puede llegar a salir un poco más caro, aunque la diferencia, curiosamente, dependa del horario y la comida que se busque. Para almorzar, con un poco de ahínco pueden hallarse menúes desde 40 pesos que contemplan plato principal y bebida, pero lo habitual es toparse con que los restaurantes ofrezcan platos de pescado fresco (lo más barato en la ciudad) de 30 a 50 pesos en promedio, a lo que se suma una bebida de entre 5 y 10 pesos.

Hay además una amplia oferta teatral. Por eso, la ciudad ofrece la posibilidad de ir agendando alguna de las propuestas de la cartelera que empieza a tomar color y envión, tanto que un seguridad “del ambiente” confundió a las enviadas de este diario con integrantes del elenco de Fantástica, el espectáculo encabezado por Carmen Barbieri, cuya marquesina sobre ruedas recorre desde temprano en la mañana, y hasta tarde en la noche, las calles del centro.

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