SOCIEDAD › EL BALNEARIO LAS GAVIOTAS, ENTRE MAR AZUL Y MAR DE LAS PAMPAS, DUPLICO SU CAPACIDAD
El crecimiento edilicio del pequeño balneario Las Gaviotas se disparó en las últimas temporadas. Toda la zona, incluyendo Mar Azul y Mar de las Pampas, cambió quietud por cantidad. Algunos saludan el incremento y otros temen por la transformación.
› Por Carlos Rodríguez
Desde Las Gaviotas
En apenas dos años, en una parcela de tierra de siete por once cuadras que en los años cincuenta fue bautizada como “Nichi” (Ni chicha ni limonada) por no pertenecer a ninguno de los dos incipientes pueblos vecinos –Mar Azul y Mar de las Pampas–, hoy Las Gaviotas alcanzó vuelo propio con un crecimiento edilicio que entusiasma a algunos y preocupa a otros. “Lo que nosotros podemos ofrecer es más sol todo el año”, asegura Gabriel Cuesta, entusiasmado por la presencia que alcanzó una zona que, a diferencia de las dos potencias turísticas que tiene a cada uno de sus costados, cuenta con árboles menos frondosos –acacias, en vez de pinos–, lo que permite que no haya necesidad de tirarse sobre la arena para garantizar una piel color verano. Basta con salir al patio, al balcón o a las terrazas de los hoteles, apart o cabañas que han proliferado en Las Gaviotas. “De 900 plazas pasamos a 1800 en apenas dos años”, informa Cuesta, en el marco de una recorrida por los tres pueblos de mar que forman parte del municipio de Villa Gesell.
La historia de esta zona de la costa gesellina comenzó a gestarse, desde el punto de vista del negocio inmobiliario, en el año 1957, cuando don Ricardo Bartolomé Astengo Morando y sus socios comenzaron a parcelar los terrenos que habían comprado en 1945, en un remate. Se trataba de una gran extensión de médanos vírgenes que habían pertenecido a Eduardo Credaro y que salieron a la venta, en sucesión, luego de su fallecimiento. Astengo Morando, un hombre de fuerte carácter, tenía su inmobiliaria desde 1922 y había participado en otras fundaciones, como la de Colonia Santa Rosa, en Cañuelas, o el balneario de Punta Indio, en el partido bonaerense de Magdalena.
Con el tiempo, los socios se fueron repartiendo las tierras, lo que dio lugar a la formación primero de Mar Azul y Mar de las Pampas, y luego de Las Gaviotas, que comenzó a tener nombre propio un tiempo después. Hoy ocupa una extensión que a lo ancho tiene siete cuadras que mueren –o nacen– en el mar y llegan a lo largo hasta las once cuadras. Mientras que las que tocan las aguas tienen números, del 27 al 34, las calles paralelas al mar tienen nombre de playas famosas: Punta del Este, Monte Hermoso, Copacabana y Mar del Plata, entre otras.
Gabriel Cuesta está construyendo su hotel Playa Gaviota, que sumará 69 unidades de alojamiento. Las primeras doce serán habilitadas en el mes de mayo. Durante la recorrida se pudo constatar que Mar de las Pampas tiene serias dificultades para convertirse en la “ciudad lenta” con la que sueñan los que viven o tienen emprendimientos turísticos en el lugar. “Hay mucha gente en Mar de las Pampas, pero muchas otras vienen de Las Gaviotas o de Mar Azul para comer en los restaurantes o para presenciar algún evento en los dos teatros que tenemos acá y que son los únicos que hay en toda esta zona. La otra opción es irse a Gesell”, confirma Luis Mazzoni, del complejo Cuatrocasas.
Mientras Las Gaviotas ofrece muchas habitaciones en sus modernos hoteles, son pocas las opciones en materia de gastronomía, más allá del menú fijo de los alojamientos. Después cuenta con un pequeño centro comercial construido en madera, algún maxikiosco, algún locutorio, una parrilla, un minigolf y un pub donde suelen tocar Botafogo, Willy Crook y Celeste Carballo, amigos de los dueños. Para comer variado hay que irse a Mar de las Pampas, que también ofrece actividades artísticas en el anfiteatro de Sendas del Encuentro o en la Aldea Hippie. Y si lo que se buscan son supermercados o ferreterías, por ejemplo, hay que correrse a Mar Azul. Al margen de la infraestructura de servicios, también ha crecido mucho la edificación de casas y algunos hoteles en Mar Azul y Mar de las Pampas, pero es poco en comparación con el estallido en Las Gaviotas.
Los tres lugares tienen una virtud en común: sus extensas playas de más de 200 metros. Siempre están mucho menos cubiertas de turistas que las de Villa Gesell, aunque es notorio –sobre todo en Mar de las Pampas–, que ya no hay tres sombrillas solitarias y lugar para jugar diez partidos de fútbol con once jugadores por equipo, como ocurría hasta hace cuatro o cinco años. Para llegar a la playa, en Mar de las Pampas y Mar Azul, primero hay que sortear los altos médanos que atajan el viento y hasta los ruidos propios del jolgorio playero. En Las Gaviotas, en cambio, el camino hacia el mar es más rápido y directo, porque no hay dunas. Al punto de que algunos lugares de alojamientos, como Amanecer en la Playa, deberían tener bañeras/os en vez de mucamas/os, dada la proximidad con la playa y el mar que casi salpica el quebracho colorado que apuntala sus escaleras de madera.
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