SOCIEDAD › MURIó UNA TURISTA ARGENTINA Y 2000 PERSONAS ESTáN VARADAS AL PIE DE MACHU PICCHU
El desborde del río Urubamba dejó aislados a miles de turistas. La turista argentina, de 20 años, falleció al ser arrastrada por un alud cuando dormía en una carpa. El rescate, en helicóptero, demandará dos días.
› Por Soledad Vallejos
Una turista argentina de 20 años murió en un alud y alrededor de dos mil turistas quedaron aislados en Aguas Calientes, el pequeño poblado ubicado a los pies del santuario de Machu Picchu, tras la serie de tormentas devastadoras que, el lunes, obligaron a declarar la emergencia en la región de Cuzco, al sudeste de Perú. “La gente está varada y todo empieza a empeorar”, declaró por teléfono a este diario Laura Itchart, una periodista argentina que, junto con su marido y todas las personas que la estación de trenes podía contener, aguardaba ayer por la tarde noticias firmes sobre la posibilidad de ser trasladados. Entre 500 y 700 de las personas varadas en el pueblito, estimó la Cancillería, serían argentinas; el resto se repartía entre latinoamericanos, europeos y norteamericanos que, ayer por la noche, habían sido evacuados casi en su totalidad por aviones de Estados Unidos que se encontraban cumpliendo misiones en territorio peruano. En la región, según cálculos de Defensa Civil, al menos cinco campesinos murieron, más de 1300 personas perdieron todo por las lluvias y alrededor de 12.000 perdieron gran parte de sus pertenencias.
La alarma por las inundaciones y las lluvias feroces comenzó el domingo, y sin embargo hasta última hora de ese día, recordó Itchart en diálogo con Página/12, el tren siguió llegando repleto a Aguas Calientes. Desde que el río Urubamba desbordó y se llevó consigo parte de las vías que recorre el tren de Perú Rail, única manera de llegar por tierra a los pies de las montañas del santuario, los turistas de todo el mundo conviven desparramados entre la estación ferroviaria, el estadio deportivo del lugar, las calles y los lugares bajo techo disponibles. Ayer en la mañana los cajeros automáticos habían quedado ya sin dinero en efectivo y los precios de los escasos bienes comestibles disponibles en el lugar trepaban de manera desmedida, según denunciaron los propios turistas, sirviéndose de teléfonos celulares, conexiones a Internet y hasta pequeños videos grabados y enviados por correo electrónico a portales de noticias.
Hasta ese pequeño poblado que, a falta de otro posible transporte terrestre que el tren interrumpido y a causa de su ubicación, es parada obligada para quienes visitan Machu Picchu, había también llegado ayer la noticia sobre la muerte de la argentina Lucila Ramballo Carlo. Sin embargo, sólo a última hora de ayer, cuando el cuerpo de la chica había llegado a Cuzco, las autoridades argentinas confirmaron a la prensa ese accidente fatal (ver aparte).
En la tarde, la desolación y la incertidumbre rodeaban a quienes aguardaban ser rescatados de Aguas Calientes por alguno de los helicópteros que habían comenzado a llegar. Desparramados como estaban por todo el pueblito, los turistas no tenían acceso a ninguna declaración oficial ni ninguna previsión que pudiera orientarlos. “Y están sacando gente por la ventana –denunció Itchart en diálogo telefónico–, en lugar de respetar que viejos y chicos tuvieran prioridad para irse en los primeros helicópteros. Se dice que la gente que tiene la plata, paga para que se los lleve primero. Y los demás seguimos acá.” Cuando comenzaba a caer el sol, “sólo quedamos gente que habla castellano, no hay ni un angloparlante”, agregó con el correr de las horas.
Esa particularidad se vinculó, en realidad, con la propia organización del operativo de evacuación, que quedó bajo responsabilidad de las autoridades de Perú. Ayer “han estado trabajando once helicópteros –explicó a Página/12 el embajador Darío Alessandro–. Ocho de ellos eran del Estado peruano; tres de las fuerzas armadas de Estados Unidos, que estaban acá cooperando en la lucha contra el narcotráfico y fueron puestos a disposición de la evacuación, con la salvedad de que primero rescataran a los ciudadanos norteamericanos, para después quedarse trabajando operativamente”. A ellos se sumaron, a última hora, dos helicópteros de la flota de la empresa argentina de explotación de combustible Plus Petrol.
La evacuación seguirá un orden estricto: “Primero los enfermos, los ancianos y los niños; después la población sana y los más jóvenes”, que son la mayoría en esta época del año. Entre hoy y mañana, estimó Alessandro, posiblemente sean evacuados todos los turistas, quienes serán trasladados en distintas etapas: “Primero serán llevados en helicóptero a Ollantaytambo (el pueblo más cercano a Aguas Calientes), y de allí seguirán en ómnibus a Cuzco. Estamos en conversaciones para instrumentar el traslado desde allí hasta los aeropuertos de origen”. Sin embargo, el aeropuerto cuzqueño también está sujeto a las contingencias climáticas; ayer funcionó normalmente, pero el lunes, día en que se declaró la emergencia, había estado inoperable casi todo el día.
Ayer, dos funcionarios argentinos viajaron desde Lima hasta Cuzco, para seguir de cerca el operativo de evacuación de los ciudadanos argentinos. “Uno de ellos es diplomático y el otro pertenece a Gendarmería, y llegaron sin problemas, lo que significa que el aeropuerto está en condiciones. Esperamos que el tiempo no desmejore para mañana (por hoy). El pronóstico es inestable en la región, indica tormentas aisladas, chubascos, pero eso es habitual. Normalmente llueve a la tarde en esta época del año.”
Ayer en la tarde, la situación en Aguas Calientes se había convertido en caótica. “Hay un quilombo padre”, contaba Itchart mientras, de fondo, se escuchaba el motor de un helicóptero y gritos de personas. Hasta entonces, los helicópteros usaban como puerto la parte trasera del elegante hotel Inca Terra, ubicado a la entrada del pueblo. Pero al notar que, aunque niños y viejos anotados como prioridades permanecían allí, las unidades despegaban repletas, la inquietud ganó a los turistas. “La gente empuja las vallas para subirse al helicóptero”, relató en un momento la argentina en diálogo con este diario. Luego, el nerviosismo cedió y el helipuerto fue improvisado en un lugar más alejado de la estación del Perú Rail.
La desazón ganaba al anochecer a quienes permanecían a los pies de la montaña. Las autoridades de la empresa de trenes, que continuó transportando pasajeros aún en medio del temporal (las últimas personas llegaron el domingo a las 20.30, poco antes de la declaración de emergencia y de que el alud se devorara las vías), nada informaban. “No hay nada”, contó Itchart, quien también ignoraba el paradero de algunos compañeros de viaje que se habían aventurado a regresar internándose en la selva, por el Camino del Inca, poco antes de que eso fuera prohibido. “La empresa de transporte pone un comunicado que dice que en cualquier momento se regulariza la situación. Es lo mismo que dicen desde ayer a la mañana. Hasta ahora, sólo nos dieron un vaso de agua y un sanguchito.” Anoche, la crecida seguía socavando los cimientos de los hoteles próximos al río.
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