SOCIEDAD › HACE SHOWS HOMENAJE EN LOS HOTELES DE LA COSTA
Vio casi todas las películas del cantante para poder reproducir no sólo su voz sino también sus gestos y modales.
› Por Emilio Ruchansky
Desde Villa Gesell
Tiene el humor, la modestia y hasta ese aire de galán de barrio que enloquecía a las seguidoras de Sandro. “Por momentos lo ves y es el Gitano cuando tenía veintipico”, dice una de sus fans, tras un showhomenaje del imitador Fernando Samartín en un hotel de Villa Gesell, la ciudad que usa de plataforma para sus actuaciones por la Costa Atlántica. Tras la muerte de su ídolo, Samartín se tomó casi un mes de duelo, pese a las jugosas ofertas que recibía su manager y las presentaciones previamente pactadas. “No estaba de ánimo para hacerlo, la muerte de Roberto (Sánchez) cambio el significado de muchas cosas, la semana pasada canté en Mar de Ajó y una señora me abrazó y se puso a llorar. Fue muy fuerte”, dice el imitador, sentado en el bar del Hotel Golondrinas.
La señora que lo abrazó, comenta después, es la fan 537 de Sandro, “La Rompehuesos”, como la apodó el fallecido cantante porque le pegaba a sus guardias de seguridad con tal de acercársele lo máximo posible. “Ella tiene una camisa de Sandro y me dijo que quiere regalármela, imaginate lo que debe ser para ella desprenderse de un recuerdo así. En otro show acá, en el restaurante Las Almas, se acercó un tipo emocionado a decirme “gracias por permitirnos seguir escuchando en vivo a Sandro, casi me pongo a llorar. Fue muy difícil volver a cantar”, reconoce Samartín.
Vestido con camisa y saco rojos, corbata y pantalones negros –“la ropa calcada de un show que dio en Ritmo de la Noche”, asegura–, este imitador de 25 años cantó, se movió, lloró, respiró y transpiró como su ídolo ante una reducida audiencia. Detrás suyo estaba Leonardo Cambiasso, su manager y operador de la máquina que expulsa humo y el equipo de sonido con las pistas de audio que Samartín mandó a grabar para interpretar las canciones de Sandro.
Samartín comenzó a imitar a Sandro luego de ver sus películas en televisión. Sobre todo “Operación Rosa Rosa” y “Subí que te llevo”, donde el Gitano muestra cómo era su sonido en vivo. Dice que arrancó jugando frente al espejo cuando tenía 15 y en algún punto todavía lo hace. “Un día me quedaron chicas las películas y me volqué a las grabaciones. Hay mucho material que aún no fue editado en CD, pero consigo digitalizaciones hechas por los coleccionistas”, recuerda. Después vinieron las clases de canto, el estudio minucioso de los gestos y la personalidad de Sandro.
En los siete años de su “culto gitano” este imitador fue conociendo al entorno de Sandro y, lo más importante, consiguió su reconocimiento. Su principal fan es Graciela Montaña, la coleccionista número uno del Gitano; Darío Suárez, el biógrafo de Sandro, también lo tiene como su favorito (hay al menos otros ocho imitadores) y hasta Roberto Aguilar, quien fue arreglador musical del astro durante 10 años, lo felicitó diciendo: “Le sacaste hasta el último yeite”.
Los coleccionistas le fueron aportando videos, fotos para armar el vestuario y lo que más valora: las pistas de audio de sus conciertos, sus preferidas como base para reversionar a Sandro.
Durante el año, cuando sale de gira por teatros, casinos y bingos de ciudades del interior, va acompañado de un grupo con la siguiente instrumentación: batería, bajo, teclado y saxo. Son músicos de otro palo, del jazz, de la bossa nova o del rock nacional que, como señala el imitador, se sorprenden por el nivel de los arreglos de la música de Sandro. En la Costa, por falta espacio, canta sobre pistas grabadas. Villa Gesell, comenta, fue una sorpresa, un hallazgo. Su manager explica que no tenían esperanzas de concretar muchos shows cuando llegaron en 2007 por tratarse de un balneario mayormente juvenil. “Después nos dimos cuenta de que había un público más grande, de gente que trae a sus hijos y se embola porque no hay nada para ellos. Un público muy agradecido”, completa Samartín.
Pese a su devoción, este imitador no fue al velatorio del Congreso ni a alguno de los tradicionales festejos de cumpleaños frente a la casa de Sandro. Nunca lo conoció pero Sandro le mandó una foto autografiada, por lo que sospecha que tal vez haya visto algún video de su imitación. “Para mí, él era un tipo adelantado a su época, el showman más grande que piso la tierra. Nuestro sonidista lo conoció y dice que en su casa era un tipo muy apacible, muy sabio”, agrega.
Samartín tiene en claro que es “un ilusionista que vuelve el tiempo atrás”, que juega de Sandro y hace jugar al público en ese sentido, pero cuando termina cada show sigue siendo él, Fernando, un flaco de Avellaneda. Arriba del escenario tiene la ventaja, dice, de representar a un gitano de 28 años mezclado con la experiencia del cincuentón. Su público es exigente pero muy agradecido también. Sí, “las nenas” le tiran corpiños y bombachas como parte del rito. ¿Y le va bien con las mujeres? “Bueno, soy el yerno perfecto, así que por ahí alguna señora me presenta a la hija, no más que eso”, responde mientras se manager se ríe.
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