La de ayer fue una jornada de “trapitos al sol” en el juicio por el llamado robo del siglo, ocurrido el 13 de enero de 2006 en el Banco Río de Acassuso. Como si se tratara de un divorcio público de común desacuerdo, Alicia Beatriz Di Tulio, la ex mujer del imputado Alberto De la Torre, lo acusó de haber trabajado en la construcción del túnel por el que huyeron los autores del robo con un botín estimado en ocho millones de dólares y de haber llevado a la casa en la que convivían en ese momento “600 mil dólares” que fueron guardados “en el congelador de la heladera” familiar. Al mismo tiempo, la mujer describió a su ex marido como un hombre violento que –según ella– amenazó con matar a una de sus hijas, entonces embarazada de ocho meses, y a su yerno. De la Torre, por su parte, negó toda participación suya en el hecho y aseguró que su ex mujer lo imputó “presionada por la fiscalía” de instrucción y luego de “haber cobrado una recompensa” monetaria, aunque eludió precisar quién puso ese dinero. Por momentos, la audiencia se pareció mucho a un culebrón y quedaron varias dudas, por ejemplo cuando la mujer dijo que reconoció a su ex marido como uno de los ladrones, por TV, en vivo y en directo, la noche del robo.

De acuerdo con lo dicho por Di Tulio, su entonces concubino la llamó desde el banco para que ella siguiera todo por TV. “Yo vi el cuerpo de él, no su rostro, subiendo por una escalera. Reconocí el pantalón que llevaba puesto cuando salió de casa y vi que llevaba un guardapolvo blanco”, dijo la testigo. Agregó, además, que el hombre cargaba un bulto que sería “una escopeta recortada que tenía en casa y que había comprado en el barrio Zabaleta, envuelta con el estuche del skate de Damián”, el hijo de ambos.

Di Tulio aseguró que vio las imágenes en directo, a través de Crónica Televisión. Fuentes de la defensa de De la Torre aseguraron a Página/12 que “es imposible que haya visto esa escena en directo, porque las imágenes que se transmitieron esa noche fueron de la fachada del banco y del operativo policial. Nunca se vio a las personas que cometieron el robo”. Otra fuente judicial, por su parte, reconoció que no recordaba la escena descripta por Di Tulio y señaló que habrá que “ver de nuevo todos los videos, para saber si el dato es cierto o no”.

En la audiencia, Di Tulio reconoció varias armas que fueron llevadas al banco por los ladrones. Dijo que todas ellas eran de su ex marido, quien incluso se había llevado dos revólveres de juguete de Damián, el hijo de la pareja, que entonces tenía 11 años. “Ay, con lo que las quería mi pobre nene”, dijo Di Tulio cuando los asistentes del Tribunal Oral 1 de San Isidro le mostraron las armas de plástico. Sobre la escopeta recortada, la mujer aseguró que una noche, en la casa en la que vivían, en Rincón 932, a su ex marido “se le escapó un tiro, aunque él había asegurado antes que el arma no tenía balas”. El dato, de confirmarse, puede agravar la acusación que pesa sobre los cuatro hombres que llegaron a juicio: De la Torre, Fernando Araujo, Sebastián García Bolster y Julián Zalloecheverría.

Ahora están imputados por “robo agravado con armas de fuego cuya aptitud para el disparo no pudiera tenerse por acreditada y en lugar poblado y en banda”. El delito prevé una pena de entre tres y diez años de cárcel. De corroborarse lo dicho por Di Tulio en cuanto a que al menos una de las armas podía haber sido accionada, el monto mínimo de la pena se elevaría a seis años y ocho meses, aseguró Marcelo Mazzeo, abogado de la testigo. Las armas reconocidas ayer fueron un revólver de colección cromado, una escopeta con la culata recortada, una pistola calibre 11.25 y otra calibre 9. Todas le fueron secuestradas a De la Torre.

Di Tulio aportó también una nueva prueba: una carta que fue leída parcialmente en la audiencia y que según ella fue escrita, de puño y letra, por su ex marido, cuando ya estaba en la cárcel, luego de la primera imputación realizada por ella. Ayer, De la Torre se negó a reconocer como suya la escritura, haciendo uso de sus derechos. Llegado el caso, la fiscalía o el tribunal podrían solicitar una pericia caligráfica para verificar si es la letra del imputado.

En la carta, en medio de insultos y críticas dirigidos a su ex mujer, De la Torre hace un relato que confirmaría su participación en el robo. “Yo te pegué donde más te dolía: me llevé la plata”, dice uno de los párrafos leídos en el juicio. Di Tulio sostuvo que su marido, antes del robo, llegaba a su casa “mojado y embarrado”, lo que indicaría que habría participado en la construcción del túnel por el que huyeron los miembros de la banda. Según ella, el hombre llegó a su casa, la noche del robo, “con 600 mil dólares mojados que hubo que secar en el horno y luego poner en la heladera”. Después, cuando recrudecieron las peleas entre los cónyuges, De la Torre cargó la plata en dos bolsos y los llevó a casa de Gastón, uno de los hijos que tuvo de un matrimonio anterior.

En otro momento del escrito, De la Torre dice, según su ex mujer: “Qué lástima me doy de estar de nuevo en este lugar, donde siempre estuve”, en alusión a que muchas veces fue a prisión, por robo o falsificación de documento. “Yo soy pesimista por primera vez en la vida, creo que estoy hasta las bolas”, agrega más adelante. La carta, de verificarse que fue escrita por De la Torre, podría ser una prueba importante.

En su testimonio, Di Tulio aseguró que Gastón De la Torre, hijo del imputado, “no tuvo absolutamente nada que ver” con el robo del siglo. Di Tulio sostuvo que Gastón “nunca supo que los dos bolsos que (De la Torre) llevó a su casa estaban llenos de dinero”. Luego declaró María de los Angeles Sánchez, esposa de Gastón. Cuando le preguntaron si su marido abrió esos bolsos, respondió: “No sé”. Gastón De la Torre será juzgado, por el mismo delito, en un segundo juicio oral. Sánchez dijo que ella tampoco supo del dinero allí guardado. Sin embargo, cuando Gastón fue detenido, su esposa llevó los bolsos a otro departamento porque “cada vez que Alberto De la Torre aparecía, había problemas”.