SOCIEDAD › LA NOTABLE POLEMICA POR EL MODELO CHILENO
› Por Marcelo Justo
La tragedia en Chile ha desatado una batalla entre el periódico norteamericano The Wall Street Journal y el británico The Guardian sobre los méritos de los Chicago Boys y el modelo económico chileno.
La señal de guerra la lanzó el columnista del Wall Street Journal Bret Stephens, que dijo que los chilenos deben la escasa pérdida de vidas humanas en comparación con lo sucedido en Haití a las políticas neoliberales de Milton Friedman: privatización, restricción del gasto público, eliminación de obstáculos a la libre empresa y la inversión extranjera. “En 1973, cuando el gobierno proto-chavista de Salvador Allende fue derrocado por el general Augusto Pinochet Chile era un caos económico (...) pero tenía capital intelectual gracias a un programa de intercambio entre la Universidad Católica y el departamento de economía de la Universidad de Chicago”, dice Stephens. Este capital intelectual le permitió el despegue económico chileno y su reflejo en la vida social. “Chile tiene hoy el menor nivel de corrupción, de mortalidad infantil y de gente viviendo bajo la línea de la pobreza. Chile tiene también uno de los códigos más estrictos de edificación. Esto tiene sentido en un país que se encuentra entre dos placas tectónicas”, señala.
En The Guardian le contestó el jueves la autora de No Logo y La doctrina del shock, Naomi Klein, dura crítica del neoliberalismo (y de la convertibilidad). Klein comienza señalando que desde la crisis de septiembre de 2008, el fundamentalismo de mercado de los seguidores de Milton Friedman está “tan desacreditado que buscan victorias ideológicas en cualquier terreno”, incluso en uno de “tan mal gusto” como la tragedia que vive Chile. Klein puntualiza un “pequeño problema” de la teoría de Stephens. “El código moderno de edificación fue adoptado en 1972, es decir un año antes de que Pinochet tomara el poder en un golpe sangriento. De modo que si alguien merece una felicitación al respecto no es Friedman o Pinochet sino Salvador Allende.” Como recalca Klein el código fue actualizado en los ’90 durante el gobierno de la Concertación, mucho después de que Pinochet y los Chicago Boys se fueran. “No sorprende. Como Paul Krugman puntualiza, Friedman era ambivalente respecto de los códigos de edificación ya que los consideraba una limitación de la libertad capitalista”, escribe Klein, quien menciona al pasar otra instancia del socialismo chileno que los Chicago Boys chilenos no destruyeron: “El cobre siguió en manos del Estado”.
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