Mar 16.03.2010

SOCIEDAD  › RENUNCIó COMO SACERDOTE ARIEL VALDéS, EL CURA SANTIAGUEñO QUE ENSEñA QUE ADáN Y EVA NO EXISTIERON

“Gracias a Dios, nunca viví de la Iglesia”

Alvarez Valdés, teólogo de prestigio internacional, decidió dejar los hábitos porque recibió presiones de la Iglesia. Hace dos años sus denuncias fueron primicia de Página/12. Enseña que Adán y Eva no existieron y que la Virgen María no fue tal.

› Por Pedro Lipcovich

“Para poder enseñar la Biblia libremente, renuncio a la Iglesia Católica”, resumió Ariel Alvarez Valdés. El ahora ex sacerdote, teólogo de prestigio internacional, venía protagonizando una controversia con el Vaticano y particularmente con el obispo de Santiago del Estero, Francisco Polti. El conflicto se estancó alrededor de una cuestión puntual: la narración bíblica sobre Adán y Eva, ¿debe considerarse una verdad histórica o un relato metafórico, como tal compatible con la versión científica sobre los orígenes del hombre? Alvarez Valdés no aceptó retractarse de esta última posición y prefirió abandonar la institución que le había prohibido dar clases y publicar libros. En diálogo con Página/12, además de detallar la historia que lo llevó a dejar la Iglesia, el teólogo precisó algunas de sus formulaciones sobre la Biblia: explicó por qué la virginidad de María debe entenderse “no necesariamente como un hecho físico, sino como la fidelidad al marido”; por qué “las apariciones de la Virgen no se producen en el mundo exterior sino en la retina de quien tiene la visión”, y por qué “Jesús nos hubiera salvado aunque no hubiera muerto en la cruz, sino viejito en su cama: nos salva a través del amor, y no del dolor”.

“Desde hace casi dos años, mi obispo me prohíbe enseñar, escribir, dar conferencias. Intenté hacerlo entrar en razón pero no ha querido ceder. Entonces, como no quiero desobedecer a la Iglesia, para poder enseñar la Biblia libremente, renuncio”, explicó Alvarez Valdés. El teólogo, residente en Santiago del Estero, es licenciado summa cum laude en la Facultad Bíblica Franciscana de Jerusalén, y doctor en Teología bíblica en la Universidad Pontificia de Salamanca. Es miembro de varias asociaciones internacionales, incluida la Sociedad Argentina de Teología, y autor de diversos libros en la especialidad.

El 4 de agosto de 2008, el obispo de Santiago del Estero, Francisco Polti, le había prohibido al sacerdote Ariel Alvarez Valdés “dar clase de disciplinas teológicas, incluyendo cursos cortos y conferencias”, “participar en medios de comunicación social incluyendo Internet” y “hacer nuevas publicaciones o disponer la reedición de publicaciones anteriores”. Alvarez Valdés venía enseñando en la Universidad Católica local y en el Seminario de la diócesis.

En ese momento, la sanción establecida por el obispo Polti había obedecido a una disposición del cardenal Tarsicio Bertone, secretario de Estado del Vaticano. De todos modos, “mi obispo, por ser del Opus Dei, tiene una mirada muy conservadora y cerrada; otros obispos no hubieran reaccionado de esa manera, y de hecho en otras diócesis seguí dando clases y dictando cursos”. Alvarez Valdés presentó su renuncia al sacerdocio en julio del año pasado: “En estos meses intenté que mi obispo revirtiera su actitud, pero no hubo caso, y finalmente decidí hacerla efectiva”.

–Usted entiende que la sanción fue una iniciativa del obispo Polti, que el Vaticano respaldó –observó Página/12.

–Así es –contestó Alvarez Valdés–. La medida fue desproporcionada. Y se mantuvo pese a que llegamos a acordar en diversos puntos, salvo la historicidad de Adán y Eva.

–¿Qué sostiene usted respecto del relato de Adán y Eva?

–Que no es un relato histórico. El autor que lo escribió no sabía ni pretendía enseñar cómo apareció el hombre sobre la Tierra. Lo que la Biblia sabe es de dónde provino el hombre: de las manos de Dios. Cómo apareció, si fue o no como lo plantea la teoría de la evolución, es tema de los científicos. El relato de Adán y Eva procura destacar la grandeza de un hombre y una mujer creados por Dios: nadie puede abusar de otra persona, por humilde que sea, ya que en todo ser humano reside la imagen de Dios.

–¿Y cuál es la doctrina oficial de la Iglesia al respecto?

–La inmensa mayoría de los teólogos sostienen lo que acabo de decir. De hecho el Vaticano me envió una carta donde reconocía que mi posición era correcta pero cuestionaban el hecho de divulgarla al gran público, en vez de circunscribirla a libros técnicos de difícil acceso.

–O sea que la Iglesia mantendría dos discursos al respecto.

–Es de lo que yo me quejé. Si se puede escribirlo en los libros de teología, ¿por qué no va a ser posible decírselo al gran público? Pero le tienen miedo al escándalo, siempre lo mismo. Mi obispo, en los considerandos de la prohibición, aducía que mis afirmaciones causaban “perplejidad” a la gente”. Pero el Papa también causa a veces perplejidad. El mismo Jesús, según cuentan los Evangelios, dejaba perplejos a sus discípulos.

–Otros puntos de discrepancia se referían a la figura de María...

–No es cierto que el ángel Gabriel se le haya “aparecido” a María, como un señor que entrara volando por la ventana: si así hubiese sido, María no habría tenido oportunidad de expresar su fe; si hubiera visto realmente al ángel, no se trataría de fe. En realidad el ángel simboliza la voz de Dios en el corazón de María.

–De todos modos, la concepción de María en tanto virgen implicaría ya una intervención sobrenatural.

–En la Biblia, la virginidad no necesariamente debe interpretarse como hecho meramente físico. La Biblia entiende por virginidad el hecho de la fidelidad a una misma persona. En el Antiguo Testamento puede leerse: “Feliz de ti, virgen que has concebido a tus hijos...”. En este sentido una virgen puede tener hijos con su marido, porque la virginidad no concierne a la biología sino a la fidelidad.

–Muchos católicos no suelen entenderlo de ese modo...

–Pero estas cosas ya han sido aceptadas. Ya no me piden que me retracte en esos puntos. A lo largo de estos dos años, me aceptaron éstos y otros puntos. La única exigencia de retractación que no levantaron fue sobre Adán y Eva. Y dije que no: ¿con qué cara podría mirar a mis alumnos después de decir semejante barbaridad?

–Otro de los puntos era su negativa a admitir “apariciones” de la Virgen María.

–Los muertos, según la Biblia, no pueden volver a la Tierra. El que murió no vuelve, y el que volvió nunca ha muerto. Esas historias que recopilaba Víctor Sueyro, de túneles, luces y música, corresponden al más acá: nadie vuelve del más allá. Entonces, la Virgen María no puede “aparecer”, no puede presentarse físicamente a nadie. Alguien puede tener una visión de la Virgen María, que ocurre en la retina de la persona pero no en el exterior.

–¿Cómo distinguir estas visiones de las que conciernen a la psicopatología?

–Son auténticas si los mensajes que trasmiten coinciden con la Biblia. El 90 por ciento de los mensajes que se atribuyen a la Virgen María están contra la Biblia: se dijo que la Virgen de San Nicolás había contado que el nacimiento de Jesús fue como cuando un rayo de sol atraviesa el cristal de la ventana sin tocarlo ni romperlo, pero la Biblia dice que Jesús nació como un hombre, es decir, como nacen todos los hombres.

–También planteó usted que los denominados estigmas no son signos de santidad ni provienen de Dios...

–Lamentablemente, muchos creen que son signos de santidad enviados por Dios. Pero no pueden venir de Dios, porque duelen mucho. Un estigma es terriblemente doloroso, es un boquete en la mano. Dios es amor y bondad y no puede mandar lastimaduras a la gente. Los estigmas vienen de los desequilibrios mentales de las personas: científicamente, la mente humana puede tener un poder despótico sobre el organismo. De igual modo, mucha gente sigue pensando que Jesús nos salvó con su muerte en la cruz y que, si no, no nos hubiera salvado. ¿Quiere decir que El contrató a Pilatos para que condenara, a Pedro para que negara, a Judas para que traicionara? ¿Si Judas no lo hubiera entregado, El no nos habría salvado? Jesús nos hubiera salvado igual aunque hubiera muerto viejito en su cama. Porque nos salva a través del amor, no del dolor.

Tras dejar los hábitos, Alvarez Valdés, de 52 años, se propone “crear un instituto bíblico para acercar gente a la Iglesia Católica. Ya que no puedo como cura, porque mi obispo me lo prohíbe, doy un paso al costado y lo hago como laico”. En cuanto a sus medios materiales de vida, “afortunadamente vivo en la casa de mis padres, que me apoyan; he publicado algunos libros; gracias a Dios, nunca viví de la Iglesia”.

El Obispado de Santiago del Estero comunicó que “con dolor hemos recibido esta petición. Durante mucho tiempo hemos intentado encontrar un camino de solución a la situación eclesial del padre pero, aunque reconocemos esfuerzos mutuos, lamentablemente no lo hemos logrado”.

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