SOCIEDAD › OPINIóN
› Por Gabriel Guralnik
Narciso Benbenaste fue, en todo el sentido de la palabra, un innovador. Instaló en la UBA temáticas que en su momento sonaban inverosímiles y que hoy son objeto de estudio en casi todas las universidades. Así, cuando las primeras computadoras personales eran un misterio incluso para más de un informático, inició el estudio científico entre computación, sujeto y sociedad. Cuando muy pocos en la Argentina se ocupaban del tema, instaló la psicología política y la psicología económica como materias de grado. Formó investigadores en aspectos tan diversos como la génesis del conocimiento, las razones profundas de la anomia que la Argentina sufre en forma endémica y los fundamentos psicosociales del autoritarismo. Fue uno de los impulsores de la carrera de Doctorado en Psicología, en la misma universidad en la que el genocida Videla había intentado borrar, en los años oscuros, la carrera de Psicología. Era, en parte, una deuda que provenía de su exilio, del que sólo pudo regresar en 1984.
Benbenaste no hubiera querido que se lo recordara por los innumerables títulos que cosechó. Su compromiso institucional, su lucha en defensa de la universidad pública y de los ámbitos democráticos, tanto en Psicología de la UBA como en otras facultades y universidades (donde abrió espacios para todos, sin distinción de ideologías), habrían sido para él recuerdos más gratos.
La energía de quien no cede ante la peor adversidad es un ejemplo para sortear cualquier obstáculo. Benbenaste era, casi, esa energía en su estado puro. Todavía, en los últimos meses de 2009, con la enfermedad que hubiese postrado a cualquier otro, se constituyó en el motor de un congreso internacional que convocó expertos del país y del extranjero.
Desde su campo de lucha se había transformado en vector de cohesión entre los ámbitos más diversos. Un formador de redes, de los que hay pocos. En sus últimos días de vida, en su sala del hospital, seguía impulsando nuevos proyectos de investigación. Y fue un articulador esencial para la formación del grupo que, esta misma semana, acaba de hacerse cargo de la gestión de Psicología de la UBA. Llegó a vivir para enterarse de la asunción de las nuevas decana y vicedecana de la facultad, Nélida Cervone y Lucía Rossi. También en eso venció a la muerte.
Por eso, a quienes estuvimos ayer por la madrugada en su despedida, no nos sorprendió ver que una enorme cantidad de autoridades, docentes, investigadores y alumnos de la facultad se acercaran, y se quedaran, en algunos casos, casi hasta el alba. Desde compañeros de camino, con varias décadas de trayectoria, hasta jóvenes que, a través de sus lúcidos puntos de vista, descubrieron nuevos caminos en los primeros pasos de su carrera. Narciso Benbenaste dejó formulada una nueva Teoría Psicosocial del Poder, que tal vez brinde respuestas a preguntas que hasta ahora son sólo eso. Tal vez sea ésa, junto a las generaciones de investigadores que formó, y a los amigos que dejó, su forma de seguir presente.
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