SOCIEDAD › CONFIRMAN QUE LUCAS REBOLINI YA ESTABA INTERNADO EN EL FERNáNDEZ Y SE ESCAPó
El juez ordenó una segunda necropsia. El Hospital Fernández admitió que el hombre había sido internado y en seguida se escapó.
Lucas Rebolini Manso ingresó al Hospital Fernández el 6 de febrero pasado por la medianoche. Sentía un fuerte dolor en el tórax producto de la combinación de cocaína y cigarrillos. Es lo que figura en la planilla del primer traslado que le hizo el SAME. Cuando llegó al hospital intentaron contenerlo, pero se fue a los 15 minutos. Así lo confirmaron autoridades del propio Fernández, que fue allanado ayer. El juez del caso ordenó una nueva autopsia del cuerpo.
“Me escapé del Fernández. Tomé una bolsa de 50 pesos de cocaína. Me quisieron robar y me pincharon”, le habría contado a una persona que quiso auxiliarlo en el cruce de Castex y Salguero, donde se creía hasta ayer que había llegado directo desde su casa. El testimonio de ese vecino fue publicado por la revista Veintitrés. Los médicos llamaron a la policía para advertir la situación y los vecinos de Palermo también. Cuando los cinco policías de la comisaría 51ª lo ubicaron, una hora después, “comenzaron a golpearlo innecesariamente”, según dijo el testigo. Lo llevaron a la guardia, donde los médicos le dieron una anestesia total y lo conectaron a un respirador.
“Ningún hospital está preparado para una psicosis tóxica”, fue la justificación dada ayer por la subdirectora del Fernández, Angélica Martín, quien confirmó la noticia de la huida del paciente, que falleció cuatro días después de la internación. Ahora sus padres, los actores Antonio Grimau y Leonor Manso, son querellantes en la causa y el juez de instrucción porteño Carlos Bruniard ordenó ayer al Cuerpo Médico Forense realizar una segunda autopsia al cuerpo de Rebolini Manso, de 36 años, quien pasó más de un mes como NN en la Morgue Judicial de la Ciudad de Buenos Aires. Los padres también designaron un perito de parte para la nueva necropsia.
“En las circunstancias en que ingresó no había posibilidad de diálogo”, detalló Martín, quien aclaró: “Cuando un paciente presenta ese estado hay que invertir la fuerza de al menos cinco hombres de buena contextura para llevarlo al plano horizontal y medicarlo”. La subdirectora informó en conferencia de prensa que el hospital, a diferencia de un psiquiátrico, no puede impedir que un paciente se vaya sin obtener el alta médica. Consultada por Página/12 acerca de la forma de tratar un caso así, la toxicóloga Mónica Napoli coincidió con Martín en que “la atención de un paciente con excitación psicomotriz se hace muy complicada, generalmente. En estos casos los pacientes desorientados pueden no comprender la intención de ayudar de los profesionales”.
Napoli afirmó que con médicos capacitados se puede “contener y sedar a estos pacientes, muchas veces con la ayuda de personal de seguridad”. También comentó que hay medicación para estos casos, aunque muchas veces no es fácil de aplicar: “Luego de que el paciente se tranquiliza, se procede a la evaluación clínica y la desintoxicación. En mi experiencia, los pacientes intoxicados se descompensan gravemente si hay una patología psiquiátrica de base”. El testigo que vio a Rebolini Manso luego de irse del Fernández desmintió las primeras versiones periodísticas que mencionaban un delirio místico.
“Por momentos estaba exaltado y por momentos se desvanecía”, dijo el testigo. Junto a otros vecinos, tapó al músico con una manta y lo hizo sentar en el piso hasta conseguir ayuda médica. Le pidió a un policía que llamara a la ambulancia y el oficial, según esta versión, le dijo de mala gana: “No tengo crédito en el celular”. Rebolini Manso tenía restos de su sangre en el cuerpo y una gasa colgando “como si le hubiesen sacado mal el suero”, agregó el vecino, quien contó que lo encontraron tirado en un charco, luego de que se golpeara contra un auto. Cuando llegaron los patrulleros, detalló, los policías le pisaron varias veces la cabeza, lo golpearon y en medio de su confusión el músico se hizo caca encima.
Marcelo Bono, director del Centro Nacional de Reinserción Social (Cenareso), estimó que, salvo que la psicosis tóxica atraviese los parámetros de seguridad que ponen en riesgo la vida del paciente, “el cuadro se puede controlar en poco tiempo”. Los padres del músico tienen sus dudas sobre lo que provocó la muerte de su hijo, más allá de la neumopatía que derivó en una insuficiencia respiratoria y un posterior paro cardíaco. Quieren saber si pudo tratarse de un homicidio. En la primera autopsia no se constató que existieran golpes en el cuerpo de Rebolini Manso. “Hasta ahora se trata de una muerte natural”, dijo ayer una fuente judicial, que afirmó que la nueva autopsia se hará “a la brevedad”, aunque todavía no se informó la fecha.
Mientras tanto, el cuerpo de Rebolini sigue en la Morgue Judicial, el lugar donde sus padres lo ubicaron el 16 de marzo pasado, luego de darlo por desaparecido, en base a los dichos de amigos y del encargado del edificio en el que vivía su hijo, y difundir la noticia en Facebook. Ayer, desde la casa de sepelios Zucotti señalaron que no creen que vaya a haber velatorio y confirmaron que son los que se encargarán del sepelio. Anoche, varios agentes de la División Asuntos Internos de la Policía Federal y funcionarios judiciales fueron hasta el Hospital Fernández. Intentaban determinar si, como indicó el testigo mencionado, hubo maltrato por parte de la policía antes de subir al músico a la ambulancia.
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